Future Lovers

La tristura plantea un viaje desde el futuro hacia el momento crucial de unos adolescentes

Foto de Mario Zamora

Reconocer el punto de partida. Reconocer en tu memoria el día de tu epifanía; cuando tomaste conciencia de quién ibas siendo, de que tu madurez se había iniciado. Sí, «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde /—como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante.», que expresaba Gil de Biedma. Con el prólogo, enseguida, me trasporto al capítulo de Black Mirror titulado «San Junípero». Sara Toledo se enviste de guía. Es su historia, es su experiencia. Estamos en el futuro lejano y desde allí ella (imaginemos alguna empresa que nos pueda ofrecer la siguiente aventura) pretende situarse en una noche muy concreta de 2018, cuando terminó el curso y se marchó a un descampado a las afueras de la ciudad con sus amigos del instituto para celebrar el cumpleaños de su novio. La noche en la que tuvo la «primera decepción de su vida». La actriz ya adopta el lenguaje fluido y espontáneo, muy fresco, que va a estructurar toda la función. Luego, descubrimos plenamente la escenografía que nos va a acompañar hasta el final y que ha creado Ana Muñiz: una imagen gigantesca con el skyline de Madrid, una pequeña arboleda y el maletero bien cargado de botellas de un Opel Astra blanco. Dentro de las señas de identidad estéticas de La tristura está ese empeño fructífero por usar micrófonos (totalmente justificado por su fin) que permiten un trabajo de intimismo, repleto de susurros, de diálogos dispersos y entremezclados —como ya vimos en su anterior montaje, CINE (atentos a su próxima reposición). Hablan aquí y allí, sus conversaciones parecen corrientes, anodinas; pero ante todo dan la impresión de satisfactoria sinceridad entre colegas que no deben impostar una máscara, que pueden equivocarse, lanzar ocurrencias, idear historias inverosímiles. Es fácil tomar como referencia El Jarama de Ferlosio y aquellas novelas francesas del «nouveau roman», donde el objetivismo proyecta una distancia engañosa para lograr, como ocurre profundamente en Future Lovers, un adentramiento en la amalgama de sensaciones que generan la situación. Qué importante es en esta obra escuchar a estos adolescentes, fuera del tópico tedioso del millennial enganchado a su móvil y un tanto embobado. También aquí aparecen los móviles, claro, y, además, se lanzan mensajes a personas que se colocan a pocos metros de ti, son la oportunidad para expresarse y no quedar en silencio, cuando angustia sincerarse a la cara. Lo pertinente es su discurrir existencial, su cuestionamiento del presente, su comparación con sus progenitores. Poseen la verdad hegeliana del espíritu de los tiempos materializado en un conocimiento que se está fraguando y que es, indudablemente, inédito en una mixtura de repeticiones mutadas; aunque ellos no lo sepan. Ese chispazo de autoconocimiento de los bachilleres se vislumbra como un acontecimiento esencial; su cabeza está lo suficientemente amueblada como para darse cuenta de que es el momento de las primeras decisiones trascendentales. La universidad, marcharte a París a intentar cumplir tus sueños y separarte de tus amigos, descubrir que ese primer amor interminable tiene un fin y que este llega de improviso, sondear la homosexualidad, enamorarse mediante un flechazo. No querer arrepentirse. Saberse más sabios que sus padres y que sus abuelos, en una época de paradójica libertad (por ejemplo, para ellos el sexo nos es un problema), donde ejercerla produce vértigo. Otra característica de esta compañía es el empleo de la música. Debemos detenernos en dos canciones que suenan con fuerza y que nos señalan caminos argumentales muy apreciables. El tema de Yael Naim, «Coward» (el vídeoclip es muy significativo), contiene una letra que puede servir de explicación sucinta de lo que estamos viendo: la duda, la nostalgia, la cobardía. Después, en el rap «Blizzard», del grupo francés Fauve, que trata ante todo de las elecciones que cada uno debe tomar en su existencia y que comienzan en un periodo determinado (este que aquí se representa); cuando sabes que no eres ya un niño movido como un monigote, sino que eres tú y te reconoces. En el instante en el que se ponen a bailar desaforadamente un tiempo después del comienzo, la tercera referencia se me hace ineludible. Los teatreros pensarán en Yogur/Piano, ambas obras son como vasos comunicantes y pertenecen a una estética similar. Itziar Manero y Siro Ouro nos dan unas lecciones de shuffle. Este último deviene rápido en protagonista, un apasionado del piano, un jovencísimo intérprete que junto a Gonzalo Herrero en Materia Prima (es interesante revisar la película que documenta el proceso de construcción dramática, Los primeros días) —en la que participa Candela Recio, quien, a su vez, aparece con Itsaso Arana en el film de Jonás Trueba, La reconquista, y que tiene tanto que ver con esta nueva función— mostrando su crecimiento (sí, Boyhood) con un desparpajo extraordinario. Es necesario acentuar que todo el elenco —los nombrados más Pablo Díaz y Manuel Egozkue— realizan un trabajo fenomenal, henchido de verosimilitud y energía. Mis más sinceras felicitaciones a Celso Giménez, Itsaso Arana y Violeta Gil porque creo verdaderamente que con Future Lovers han trazado una coordenada espaciotemporal que el teatro necesita abordar. Los espectadores que se sientan interpelados es esa búsqueda del aleph personal saldrán felizmente conmocionados.

Future Lovers

Creación: Celso Giménez. Con la asesoría escénica y dramatúrgica de Itsaso Arana y Violeta Gil

Intérpretes: Pablo Díaz, Manuel Egozkue, Gonzalo Herrero, Itziar Manero, Siro Ouro y Sara Toledo

Asesoría artística: Marcos Morau

Producción ejecutiva: Alicia Calôt

Diseño de iluminación: Carlos Marquerie

Escenografía: Ana Muñiz

Espacio sonoro: Eduardo Castro

Vestuario: Pedro Lobo

Asistente de vestuario: Alejandra Zaragoza

Dirección técnica: Roberto Baldinelli

Ayudante de todo: Emilio Rivas

Asistente técnico: Miguel Ruz

Utilería: Beatriz Muñiz y Corpórea escultura

Comunicación y prensa: Grupo Duende

Fotografía: Mario Zamora

Escrita con el apoyo del Programa de Desarrollo de Dramaturgias Actuales del INAEM

Una producción de los Teatros del Canal, Comunidad de Madrid y La tristura

Teatros del Canal (Madrid)

Hasta el 8 de abril de 2018

También el 1 de junio de 2018

Calificación: ♦♦♦♦♦

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7 comentarios en “Future Lovers

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