Los santos inocentes

La adaptación de Fernando Marías y Javier Hernández-Simón sobre la novela de Miguel Delibes se mueve entre el simbolismo y el comedimiento

Los santos inocentes - Foto de marcosGpunto
Foto de marcosGpunto

Definitivamente debo estar equivocado, a tenor del éxito general de esta propuesta. A mí esta versión teatral que firman el fallecido novelista Fernando Marías y el dramaturgo Javier Hernández-Simón me parece que incide en algunos de los elementos que menos me convencen de la novela de Miguel Delibes. Aunque antes creo que debemos empezar por la situación del espectador medio, aquel que mantiene en su retina la perspectiva cinematográfica de Mario Camus, y que se convirtió en una las cintas señeras de la filmoteca española. Es decir, no podemos acudir al Matadero —ya han recorrido casi todas las provincias anteriormente— y obviar el film. No obstante, creo que lo interesante es especular con la mirada de esos estudiantes que acuden antes al teatro que a la novela y a la película. Qué puede observar alguien de las nuevas generaciones, un urbanita con el móvil soldado a los dedos, alguien sin pueblo familiar al que asistir en verano, donde aún quede algún retazo de lo que fueron en un pasado reciente. Seguramente les parezca algo absolutamente remoto; pero no estoy seguro de que vayan a percibir el olor de la miseria, la falta de agua y de luz, el frío de la intemperie; puesto que esta es una adaptación higienizada y carente de naturalismo. Sigue leyendo

Anuncio publicitario

Jacuzzi

Yúnior García aprovecha esta dramedia para confiarnos su pesar en un discurso político, donde revela su marcha de Cuba como disidente

Jacuzzi - FotoDesde que la estrenara en 2016, esta obra, titulada Jacuzzi, del dramaturgo Yúnior García Aguilera, ha circulado por distintos países. Ahora se representa en la sala Lola Membrives del Teatro Lara. Una pieza que apenas alcanza la hora de duración y que deja la sensación de que las ideas más profundas y sensatas quedan fuera del drama en sí. Porque la trama discurre a través de un encuentro entre tres amigos que no llega a desbordar plenamente una vez se disponen los antagonismos políticos. Anunciemos ya que el autor opta por la peor de las decisiones posibles para concretarnos sus ideas particulares más allá de la obra que estamos viendo. Cuando está casi a punto de acabar la función, rompe la cuarta pared y se dirige directamente al público para soltarle una diatriba que podemos perfectamente comprender, y que nos apela con emoción; pero que resulta inaceptable para una obra teatral que pretende trazarse desde la ficción. En ese breve discurso, tan válido políticamente, descubrimos —si no lo conocíamos antes— a un disidente, como siguen saliendo tantos de Cuba, que ha debido abandonar su país; puesto que ha cruzado una de esas líneas que convierten tu vida en una existencia agónica. Sigue leyendo

La vida es sueño (el auto sacramental)

Carlos Tuñón dirige una «no representación» sobre esta pieza de Calderón, para animar a los espectadores a dormir sobre el escenario

La vida es sueño - el auto sacramental - Foto de Sergio ParraParece acertado traer a escena uno de los más célebres autos de Calderón, pues todos hemos llegado a ver algunas imágenes de Lorca, cuando este lo representó con La Barraca. Según sabemos —y así se nos da a conocer en la propia función— que la segunda versión de esta obra —de la primera, que data de 1635— se estrenó en el Corpus Christi de 1673 en Madrid, y que lo hizo, a lo largo del día, en tres plazas distintas.

Cuando un accede a la Sala Tirso de Molina, en la quinta planta del Teatro de la Comedia, ese espacio que puede ser alucinante; pero que no deja de ser una moderna caja escénica para un centenar de espectadores, uno es recibido por los intérpretes, que pululan, vestidos de negro. Somos agasajados con unos auriculares inalámbricos que ya transmiten voces que nos confían los ensayos, las maneras de recitar, como si escucháramos esas fanfarrias de calentamiento antes de un concierto. Que nos ofrezca una «hostia» con el mensaje «Usted está aquí» para ese ejercicio de supuesta comunión, para que, al comerla, se nos recuerde que «ahora está en ti», es un pequeño gesto que nos da esperanza sobre el alcance de algún tipo de confraternización teatral. Sigue leyendo

Falsestuff. La muerte de las musas

Los creadores escénicos Nao Albet y Marcel Borràs muestran un espectáculo fastuoso de tres horas en el Teatro Valle-Inclán; donde pretenden, sin éxito, desarrollar la idea de copia en el arte dramático gracias a un falsificador.

Falsestuff - Foto de Geraldine Leloutre
Foto de Geraldine Leloutre

Esta vez no. Nao Albet y Marcel Borràs, pareja de creadores que había puesto el listón altísimo con Mammón y Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, no han cumplido con su propia propuesta, es decir, plagiar hasta el súmmum alguna obra teatral. De ahí que lo más significativo venga a ser la campaña de publicidad del propio Centro Dramático Nacional, cuando la cartelería juega con memes de algunos proyectos de la temporada. Otro gallo hubiera cantado si esta gente viniera de Barcelona a colársela a Sanzol imitando cuadro a cuadro su Fundamentalmente fantasías para la resistencia (por poner un ejemplo). Valga como práctica, para entendernos, revisar qué supuso la Psicosis, que el director Gus Van Sant presentó en 1998, donde casi se había grabado plano a plano el clásico de Hitchcock. ¿Qué aportaba? ¿Pudo algún cinéfilo contemplarla sin rememorar la anterior? ¿Las mínimas variaciones, como ocurre cada noche en los teatros, pueden provocar algún atisbo de fascinación? O sea, trabajamos con la idea de palimpsesto, nuestra experiencia cultural se agolpa de diferentes formas para concedernos una visión estética particular. Sigue leyendo

Aquellas migas de pan

Inma Cuevas dirige esta obra de Jennifer Haley sobre la oscuridad del pasado a través de una escritora con demencia que protagonizan Mónica Bardem y Carmen Ibeas

Aquellas migas de pan - Foto de David Ruiz
Foto de David Ruiz

A diferencia de lo que pudimos percibir cuando contemplamos los efectos de la demencia (o quizás, Alzheimer) en aquella madre que protagonizaba Todas las canciones de amor; en esta de Jennifer Haley la complejidad es mucho mayor. Y si en la primera la sencillez resultaba algo excesiva, en la dirigida por Inma Cuevas, uno reclama, de vez en cuando, algo de calma. Y es que no solo se plasma la confusión de una escritora solitaria y tópicamente misántropa que interpreta Mónica Bardem con delicadeza, cuando padece más la desorientación; sino que se van insertando circunstancias íntimas de gran calibre que merecerían algo más desarrollo. Sigue leyendo

Loba

Juan Mairena ha escrito un texto sobre la actriz Bette Davis, donde da buena cuenta de su genio

Loba - FotoNo pocas veces se ha recordado aquel célebre paso de Bette Davis por el Festival de San Sebastián en 1989, donde fue galardonada justo antes de que muriera unos días después en París. Anécdota esta que también se recuerda y se repasa en el montaje que se representa en Nave 73. Juan Mairena ha escrito un texto dramático cargado de episodios memorables de una de las actrices más célebres de ese Hollywood que queda ya muy atrás en el tiempo, y que parece que las nuevas generaciones rechazan (o ignoran) en demasía. De ahí que las letras caídas por el escenario de aquel famosísimo letrero, no solamente simbolicen la decadencia y resurgimiento de la intérprete; sino, incluso, una idea de cine que resulta caduca ante los productos mainstream de las últimas décadas. Sigue leyendo

Paraíso perdido

Andrés Lima y Helena Tornero enmiendan el gran poema del puritano John Milton

Paraíso perdido - Foto de David Ruano
Foto de David Ruano

Cuesta pensar para qué se ha recurrido al célebre poema de Milton, si el fondo del asunto, como parece traslucirse, es altamente despreciado. Puesto que, cuando hablamos de adaptar, qué menos que se conserven las esencias. Y aquí del poeta inglés apenas se respetan unos cuantos versos en las primeras partes, ya que, después, la versionista Helena Tornero desmonta en exceso la teología desarrollada en el original. Sus interpolaciones llegan a ser abracadabrantes. No solo porque a Eva la veamos convertida en la primera feminista radical de la historia, sino porque el mismísimo gremio actoral se erige en auténtico adalid de las luchas por la libertad. El teatro es el arte más cancelado. De entre todos los males que ha propiciado Dios (y los veremos) se han elegido como víctimas propiciatorias. Con esta función, desde luego, no se convertirán en mártires; nadie les pondrá una bomba como a Leo Bassi. Sigue leyendo

Valor, agravio y mujer

El Teatro de la Comedia acoge por primera vez esta obra de la dramaturga áurea Ana Caro de Mallén con la dirección de Beatriz Argüello

Valor, agravio y mujer - Foto de Sergio ParraDe gran importancia para el seguro asentamiento de la dramaturga Ana Caro de Mallén es la investigación que ha realizado Juana Escabias, quien ha recabado toda la información disponible para ofrecernos una biografía tan fascinante a la que no ha sido fácil acceder. Pero la cuestión no debe ser tanto si esta obra que aquí se presenta en el Teatro de la Comedia —ya tuvo una puesta en escena allá por el 2019 a cargo de la Fundación Siglo de Oro— vale porque una escritora del siglo áureo la firme; sino porque posee calidad en sí misma. Y sí, podemos declarar que es una comedia bien compuesta; aunque poco original, pues enseguida detectamos la influencia de Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina. Y, si seguimos con alguna pega más, pues se podría aseverar que en el juego de los enredos se exprime un tanto la acción en cuanto que podría revelarse la treta algo antes. Sigue leyendo

Que de noche lo mataron

La tragedia de Lope, El caballero de Olmedo, encuentra un paralelo con un motero del presente en esta propuesta protagonizada con brillantez por Juan Cañas

Que de noche lo mataron - Foto de Carlos Andrés Pulido
Foto de Carlos Andrés Pulido

Muestra, ante todo, este espectáculo a un intérprete como Juan Cañas, que cautiva al público y que es capaz de cantar varias tonadillas a la guitarra, de recitar los versos de Lope sin solemnidad; pero con hondura lírica, de entreverar sus propias composiciones con las del guitarrista del XVII Luis de Briceño; y de moverse por el reducido espacio que ha pergeñado Juan Sebastián Domínguez, que tiene lo justo y necesario como para que nos situemos imaginariamente en ese camino aciago entre aquellos pueblos vallisoletanos: Medina del Campo y Olmedo. Sin descontar, por supuesto, una iluminación que propicia en la noche la sensación de fantasmagoría entre la niebla que inunda todo. Ya me parecería suficiente que la propuesta solo se hubiera centrado en la obra clásica; pues observar a un bululú reconfigurar cada escena posee una gran concisión. Sigue leyendo