Los yugoslavos

Juan Mayorga continúa en el Teatro de La Abadía abordando el poder de las palabras en un drama de menos fuste que otros anteriores

Foto de Lucía Romero

Antes de recurrir a los temas recurrentes del propio Juan Mayorga, me viene a la cabeza La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera. Aunque sea porque hallo efluvios en algunas de las concepciones de aquel novelista. Puesto que quiero creer que nuestro dramaturgo nos exige ver más allá y que tenemos que desvelar ciertos códigos en el uso concreto de algunas expresiones y de algunos silencios. Los cuatro personajes que pasarán delante de nosotros ─y todos aquellos clientes como espíritus que, en gran medida, se refieren a seres que poblarán otras obras del autor: la gafas de nadar perdidas, que nos recuerdan a Intensamente azules o las referencias a María Luisa o el jugador de ajedrez que remite a Reikiavik─ se dividen en ángeles y en cuerpos «unidimensionales», como señalaba Marcuse, para hacer referencia a esas personas cosificadas, instrumentalizadas por la sociedad. Sigue leyendo

1936

La guerra civil española despliega toda su controversia en escena a través de un espectáculo apabullante de teatro-documento

1936 - Foto de Bárbara Sánchez Palomero
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

El tercer shock comandado por Andrés Lima, tras el I, de 2019, y el II, de 2021, nos deja una mirada lógicamente sesgada ─como debe proceder el arte─, sin insolencia, ni soberbia, ni panfletismo. Popular, aunque no populista. Situarse del lado los perdedores, implica laminar muchos de los desafueros de estos, que aquí se muestran poco. Paracuellos no acontece, y, por ejemplo, a Largo Caballero no se le escuchan barbaridades antidemocráticas como: «Hay que apoderarse del poder político, pero la revolución se hace violentamente: luchando y no con discursos». Sigue leyendo

La colección

Juan Mayorga ha vuelto a escribir otra de esas obras complejas que exigen del espectador un esfuerzo intelectual superior

La colección - FotoDentro de las distintas tendencias que podemos encontrar en el teatro de Juan Mayorga, La colección se aunaría con aquellas más metafísicas ─alegóricas, podría puntualizar─. Es decir, si nos fijamos en el último decenio, pues pensaríamos en El Golem o en El cartógrafo. Ahora, nuevamente, dada la dificultad a la que nos expone el dramaturgo, debemos repasar qué filosofía se exprime en este espectáculo. Convendremos que, ante todo, está su venerado Walter Benjamin, y si quisiéramos afinar más, el ensayo La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica. Por supuesto que también está Platón a través de la influencia que ejerció sobre el pensador alemán muerto en Portbou en 1940. Todo esto, principalmente, es lo que debemos conservar en nuestra cabeza para enfrentarnos al reto de desentrañar un asunto más críptico de lo que parece. Sigue leyendo

María Luisa

Lola Casamayor protagoniza esta nueva comedia de Juan Mayorga, donde la fantasía de una anciana se convierte en una vía de escape existencialista

María Luisa - FotoA Mayorga le gustan los cuentos clásicos, también, hacerse preguntas sobre la realidad y curiosear en posibilidades fabulísticas. En el propio Teatro de La Abadía, que ahora él dirige, presentó hace varios años Intensamente azules, una pieza de igual tono naíf para maravillarse con la cotidianidad. En María Luisa no es que tengamos en escena el supuesto aburrimiento; aunque sí que se manifiestan las rutinas habituales de las dos amigas que suelen conversar por teléfono y que quedan los jueves para agotar su charla con naderías propias de su devenir. Por eso, Marisol Rolandi, con su Angelines no puede ofrecer más que su existencia anodina con su afabilidad tan verosímil. No es esta una obra que indague sobre la soledad, no obstante, se da por hecho. Ni sobre los pesares de la ancianidad entre el silencio. Ni, tampoco, sobre la falta de proyectos de más o menos enjundia que pudieran motivar a los vejetes en la última etapa de su vida. Si quiere el espectador, lo puede tener en cuenta; pero aquí todo es mucho más sencillo, tanto que, tal cual entras, tal cual sales, pues no veo por dónde podría quedarnos algún poso. Ya que si únicamente se desea poner de manifiesto cómo la imaginación puede ser la mejor compañera o la idónea incitadora de actividades que aún se anhela practicar, pues bienvenida sea. Puede debamos analizar más. Sigue leyendo

Amistad

Juan Mayorga nos entrega una comedia sin demasiada gracia sobre tres amigos que dialogan durante sus propios velatorios fingidos. Un planteamiento que inicialmente llama la atención, pero que resulta demasiado repetitivo

Amistad - Foto de Javier Naval
Foto de Javier Naval

Hace unos años echaron un programa en televisión que se llamaba El cielo puede esperar. Era un funeral fingido dedicado a una celebridad de nuestro país. El asunto tenía su gracia; pues los colegas aprovechaban la circunstancia para elaborar algún panegírico entreverado de chanza y amor. Aquí los protagonistas de Mayorga juegan a algo similar; aunque el tema solo da para esbozar alguna sonrisa.

Nuestro más laureado autor teatral vivo ha bajado mucho el pistón desde El Golem de la temporada anterior. ¿Qué falla en Amistad? Pues el planteamiento en sí, cuando la mera repetición del esquema inicial pone sobre aviso al espectador y este se aburre con anticipación. Se percibe que esos personajes no esconden demasiado, que son tan comunes que se va a caer en ese estereotipo de que los hombres no hablan de su intimidad y de que, en realidad, sus amigos están ahí solo para confirmar su propio ego. El narcisismo competitivo del macho. Esto resulta ya bastante desfasado como para atenderlo con cuidado hoy en día. Sigue leyendo

Escena – Fin de temporada 2021-22

Balance sobre la temporada teatral 2021-22 que finaliza ahora y que ha estado sometida por las distintas medidas de seguridad derivadas de la pandemia. Sobresale la obra El Golem de Juan Mayorga, dentro de un panorama algo timorato

El Golem - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

La eterna crisis del teatro se acentúa sin parar y parece que los espectadores están reticentes a la hora de volver a las butacas. Eso dicen distintos observadores de la cuestión. Pero déjenme que lo ponga un poco en duda, pues, verán, a mí me da que esta temporada han faltado unos cuantos grandes montajes de esos que arrastran al personal. Y no estaría mal que siguiéramos reflexionando sobre el divorcio existente entre el público veterano y las nuevas hornadas. A los primeros se los está espantando de algunos templos; puesto que ya tienen bastante experiencia como para tragarse las absurdeces de nivel amateur que, por ejemplo, Sanzol ha incluido en su programación del Centro Dramático Nacional. Blast y Lengua madre son para mí paradigmas de un teatro que no alcanza la calidad suficiente como para estar en cartel más de un mes y en los espacios con mayor aforo. Súmenle decenas de piezas en otras tantas salas (véase La Abadía), que superarían con creces la censura más estricta de alguna distopía woke que ustedes se imaginen. El empeño por agradar a los jóvenes con su supuesto lenguaje moderno es competir por lo bajo con otras formas de ocio. Hay que ser muy ingenuo hoy en día para pensar que desde las consabidas fórmulas pop se pasa luego a lo trascendente. Nuestro mundo puede ofrecer divertimentos aparentemente «rompedores» (¡vaya broma!) para vivir eternamente en la inopia. Sigue leyendo

El Golem

Con esta obra que dirige Alfredo Sanzol en el Teatro María Guerrero, Juan Mayorga alcanza su cumbre como autor dramático. Su texto se adentra por los meandros de la conciencia y el lenguaje en una atmósfera onírica

El Golem - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

Observar cómo un gran dramaturgo se atreve a ir más allá en su concepción artística es fascinante. Juan Mayorga ha escrito un viaje hacia esas áreas del cerebro donde presumimos que se asienta la gramática profunda con la que nacemos, y donde vamos haciéndonos con el lenguaje que nos han hecho aprender y con el que luego alcanzamos el pensamiento de nosotros mismos. Asistimos a una compleja función, donde el espectador se sentirá inerme y saldrá de la sala confuso ante tales parlamentos de carácter filosófico. Pero la clave está en considerar que el dramaturgo nos remite a la propia conciencia de la protagonista y que, por lo tanto, todo lo que ocurra abre diversas posibilidades; pues solo podemos apoyarnos en su onírica manifestación. Otras de las claves que puede emplear el público en su exégesis consisten en tomar lo observado como una alegoría, por un lado; y, por otra parte, en acoger el pensamiento posthumano. A ello, añadamos como referencia inequívoca el mundo borgiano y, concretamente, su poemario El otro, el mismo (1964), donde aparecen los textos «El Golem» y, no lo olvidemos, «Spinoza», un filósofo que debemos tener en cuenta; puesto que la pulsión ateísta y mecanicista está en esta obra, donde un tal Matemático, ha creado todo aquel lugar. Sigue leyendo

Silencio

En el Teatro Español se dramatiza de manera elocuente el discurso que el dramaturgo Juan Mayorga leyó para su ingreso en la RAE titulado Silencio

Silencio - Foto de Javier Mantrana (2)
Foto de Javier Mantrana

El metateatro se ha trillado con efusión durante el último siglo y Juan Mayorga ha sido uno de sus practicantes más avisados. Él ha indagado más que el teatro dentro del teatro, el reverso de la ficción o el escorzo de la creación dramatúrgica. Así ha ocurrido, por ejemplo, en Himmelweg, en El chico de la última fila o en El cartógrafo. En esta última, Blanca Portillo fue protagonista. Así que el tímido dramaturgo, que tuvo que exponer dubitativamente su proteico discurso de ingreso a la RAE, tan sagaz, interesante y luminoso, como erudito y elocuente, ha sido astuto, y se ha buscado el mejor alter ego posible. Un texto autorrecursivo («La situación es teatral… Es muy probable, sí, que quien ahora lee o finge leer estas palabras no sea el que las escribió, sino un representante») que se transfigura en escena para recrear la magia del teatro. Sigue leyendo

Voltaire

Tres piezas extraídas de la obra Teatro para minutos de Juan Mayorga suben a escena para vertebrarse en torno a la tolerancia

Voltaire - FotoLa última vez que Voltaire «subió» a los escenarios fue de la mano de Flotats en aquella disputa con Rousseau. Y entonces ya recordamos que los filósofos, los ilustrados, como pertenecientes, en la mayoría de los casos, a las clases mejor avenidas, tenían sus oscuridades morales. En la apuesta de Juan Mayorga está la sombra del pensador y, en ocasiones, también está esa falacia denominada argumento ad hominem; aunque la cuestión aquí radica más en el ejercicio escolar de los contrafácticos, de las hipótesis, de los ejemplos y de otras exposiciones intelectuales para que el espectador trabaje —tampoco tanto como se debiera— su cerebro. Sigue leyendo