César Sarachu observa el mundo que le circunda con sus gafas de natación en este monólogo de Juan Mayorga
Resulta un tanto desconcertante el último teatro de Juan Mayorga, ya que tras mostrar hace un mes El mago, ahora continúa ―en una estructura muy diferente― con un tono que no termina de alcanzar una comicidad relevante, y con un discurso más naíf de lo esperable en un dramaturgo que sabe sondear terrenos de mayor hondura. En esta ocasión procede con esta ensoñación o fantasía en forma de cuentecillo salpicado de curiosidades. César Sarachu, quien ya trabajó a las órdenes del dramaturgo con aquel estupendo Reikiavik, se transforma en el álter ego del autor para recrear las experiencias paradójicas que le ocurrieron a este, cuando un día salió a la calle con sus gafas de nadar graduadas tras ver cómo las habituales habían quedado inutilizadas. El magnífico actor se ve lastrado por un texto que se devanea en lo anecdótico y en una serie de sorpresas que pierden potencia enseguida; además de por una gesticulación que no logra la total gracia deseable (me lo imaginé como un Jacques Tati, pero más extravagante). Al parecer, un efecto mágico se ha producido en el personaje. Ahora entiende libros que antes le resultaban inaccesibles (El Quijote, La vida es sueño; incluso tochos de filosofía decimonónica), conoce al Rey, se encuentra con otras personas que también usan gafas de natación (aunque con otros colores), aparecen unos profesores de instituto y, por supuesto, la inmersión en la propia piscina como si se fundiera en el océano cósmico. El caso es observar el ambiente con otros ojos, con otra mirada. De ahí la pretensión filosófica de engarzar el asunto con el pensamiento de Arthur Schopenhauer y su obra El mundo como voluntad y representación. Un voluminoso tratado absolutamente influido por el hinduismo y los Upanisads. La cuestión podría haber tenido tintes más religiosos; pues, de alguna manera, de lo que se habla es de levantar el velo de maya, esa la ilusión que nosotros creamos y a la que llamamos realidad; pero que no deja de ser una impostura. Por otra parte, es evidente el contacto con el budismo zen; puesto que esta nueva situación procura concentración y una contemplación más atenta a esa realidad nueva o más auténtica. En esta medida, podemos interpretarlo como una crítica al claro déficit de atención con el que procedemos en esta sociedad ahíta de una tecnología tan «inteligente» como absorber nuestro propio albedrío. Una fábula con reminiscencias a los procedimientos que empleaba José Saramago con hipótesis inverosímiles que, a veces, recalan en el absurdo. Pienso que Juan Mayorga no está dotado suficientemente, o así no nos lo ha demostrado, para el humor de gag chispeante (el público es soberado en esto). Y se nota que no se termina de concretar el chiste. Uno se mantiene a la espera de que las líneas que se trazan no se desvanezcan; aunque nos vemos sometidos a una reiteración suavizada por un discurso demasiado sencillo. Los mimbres están sobre las tablas y la idea podría haber generado vericuetos de mayor enjundia. También es cierto que en diversos momentos el pasmo, sobre todo en el inicio, y el descubrimiento de que hay muchos mundos en este, y de que nuestras capacidades se pueden potenciar si luchamos contra esas inercias sociales y naturales que nos disponen hacia un ritmo inhumano que nos puede llevar al decaimiento. Quizás en esos instantes poéticos podamos sacar algún aprendizaje de este proyecto.
Texto y dirección: Juan Mayorga
Reparto: César Sarachu
Ayudante de dirección: Elena Rayos
Espacio escénico y vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Música y espacio sonoro: Jordi Francés
Imagen gráfica: Sergio Parra
Cello: Iván Siso
Flauta: Jesús Gómez
Piano: Beatriz González
Melódica: Jordi Francés
Dirección técnica: Amalia Portes
Técnico de sonido: César Cortés
Transportes: Transportes Fegopar
Redes sociales: Chema Cortés
Distribución: Cuca Villén
Producción ejecutiva: Chusa Martín – Susana Rubio
Una producción de Entrecajas Producciones Teatrales
Teatro de La Abadía (Madrid)
Hasta el 10 de febrero de 2019
Calificación: ♦♦
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