Venezia Teatro presentan la primera parte de la trilogía escrita por Goldoni para criticar a la sociedad de su época
No queda tan lejos aquel maravilloso espectáculo que nos ofreció Toni Servillo en el Festival de Otoño de 2009 sobre la Trilogia della villeggiatura condesada en tres horas. Ahora la compañía Venezia Teatro comienza su proyecto de montaje sobre las tres piezas que componen esta «Trilogía del veraneo» que Carlo Goldoni escribió allá por 1761. Deudor de la «comedia del arte», cuando esta vivía su estertor, se propone una transformación del teatro italiano; lógicamente impregnado por el estilo neoclásico de la época con esas intenciones didácticas que subyacen a la delectación. En esta primera comedia titulada Le smanie della villeggiatura, es decir, Los afanes del veraneo o Los desvaríos del veraneo, según la adaptación de José Gómez-Friha, que moderniza la pieza con anacronismos y léxico actual como forma de acercamiento. Además, se ocupa de la dirección, con una meritoria labor.
Su tema superficial posee tanta trascendencia como queramos, si estamos dispuestos a comparar la vida de esa alta burguesía con la vida actual de la gente corriente (sacrificios a diario para la filosofía de la apariencia). Dos horas de función que «sencillamente» transcurren mientras los señores, sus criados y algún moscón preparan su viaje para disfrutar de las vacaciones estivales en Montenero, una población cercana a Liorna, de donde son todos estos personajes que vemos sobre la escena. Una lucha sin cuartel por presentarse en sociedad al nivel que corresponde, listos para encaramarse en el ránking de los anfitriones más ostentosos. Dos familias, fundamentalmente, en las que nos encontramos, por un lado, a Leonardo, el joven pretendiente, encarnado por Alejandro Albarracín con una fuerza que va in crescendo desde un comienzo en el que es «tapado» expresivamente por su criado Paolo, un Andrés Requejo entre pillo, enfurecido y estirado que va dando chispa a la obra. Vive con ellos Vittoria, la hermana de Leonardo, a quien Esther Isla lleva hasta el paroxismo cual fashion victim absolutamente enloquecida por la moda francesa y por su vestido mariage. Nos deja escenas para partirse de risa cuando decide que su desesperación únicamente se alivia empinando el codo. Por otra parte, nos hallamos en las dependencias del señor Filippo, al que Juanma Navas trae con docilidad y bonhomía, intenta inútilmente rebajar el ímpetu de su hija, Jacinta, la futura prometida de Leonardo; aquí nos extasiamos con una actuación repleta de matices y entrega, una vez más (Vida de Galileo, El laberinto mágico), a Macarena Sanz, una actriz capaz de manejar el ritmo necesario para cada momento como una veterana. Su personaje nos sorprende con un discurso que se podría calificar de protofeminista: «…si algún día llega a ser mi marido, tengo que acostumbrarlo antes a no ser celoso, a no ser exigente, a no privarme de mi honesta libertad». Y es que anda por el medio otro joven, Guillermo, quizás uno de los papeles más flojos de Goldoni, menos perfilados, casi se muestra como simple excusa para generar líos, este le ha tocado a Íñigo Asiaín y apenas se le da oportunidad de dibujar algún guiño con su maleta «volante». Punto de interés y ruptura estratégica e intelectual, con ciertas dosis de moralismo, genera Fulgencio, un amigo del señor Filippo, que se ha propuesto echar una mano a Leonardo y que Vicente León acoge enérgicamente en un papel muy distinto al de su reciente actuación en Sueño de una noche de verano. Completan el elenco la criada de Jacinta, Brígida, con una Helena Lanza que sabe aprovechar, con soltura, sus pocas frases; y, finalmente, Kevin de la Rosa nos regala uno de esos personajes llamativos, estrafalarios y estentóreos que toda buena comedia debe poseer, es Ferdinando, un amanerado, chismoso y gorrón petimetre que también desea veranear. Es fácil imaginarse el desparpajo que muestra el actor a lo largo de la función, una loca de tomo y lomo. Todo el elenco, con su director José Gómez-Friha a la cabeza, han creado un divertimento que no solo se apoya en el inteligente libreto de Carlo Goldoni sino que han sabido dotarle de punzante sarcasmo y hasta originalidad, gracias a una enorme cantidad de detalles tanto significantes (apartes microfonados dirigiéndose al público al borde de las tablas, llenos de ironía; Macarena Sanz arrancándose por «These Boots Are Made for Walkin’», cual Nancy Sinatra dieciochesca o los guiños culturales a nuestra modernidad como alguna cuestión referida a redes sociales; aunque a mí personalmente me sobran, me sacan del ambiente, demasiada cercanía con el presente real) y otros menos insistentes como el vestuario creado por Sara Roma, todo un pastiche de estilos, pero con un reconocimiento y una base en el siglo XVIII; elegante, sin excesos. Considerando todas estas virtudes, seguramente, se pueda afinar algo en el ritmo, paradójicamente se busca la vivacidad haciendo permanecer a todos los actores en escena constantemente, apostados en los laterales, pero eso le resta, en ocasiones, ese fulgor de las entradas sorpresivas. Y, abundando, en las pequeñas pegas, la escenografía resulta algo pacata para una obra que promueve la ostentación. Probablemente ganará en espectacularidad según vayan apostando por esta compañía y sus futuras composiciones hasta cerrar la trilogía. No debe caber duda en cuanto al fantástico trabajo y profesionalidad que se encuentra detrás de estos oxigenantes desvaríos.
Autor: Carlo Goldoni
Versión y dirección: José Gómez-Friha
Reparto: Alejandro Albarracín, Andrés Requejo, Esther Isla, Juanma Navas, Macarena Sanz, Kevin de la Rosa, Íñigo Asiaín, Helena Lanza y Vicente León
Diseño de Vestuario: Sara Roma
Diseño de Escenografía: José Gómez-Friha
Diseño de Iluminación: Marta Cofrade
Confección de Vestuario: Isabel López Gómez
Diseño Gráfico: María La Cartelera
Cesión Estilismos: REMEMBER
Asesor musical: Renier Piñero
Distribución: Fran Ávila
Prensa: Josi Cortés
Producción: VENEZIA TEATRO S.L.U.
Ayudante de producción y dirección: Daniel Teba
Teatro Infanta Isabel (Madrid)
Hasta el 18 de septiembre de 2016
Calificación: ♦♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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7 comentarios en “Los desvaríos del veraneo”