El monstruo de los jardines

Iñaki Rikarte se ha liado la manta a la cabeza y ha montado un grandioso espectáculo barroco sobre una comedia poco visitada de Calderón

El monstruo de los jardines - Foto de Sergio Parra
Foto de Sergio Parra

En las últimas décadas he concedido justas alabanzas a Declan Donnellan, quien se ha situado con su peculiar estilo posmodernizador en el mejor representante de ese teatro encargado de revisitar clásicos con tanto respeto como originalidad. Estoy pensando para el caso que nos compete en propuestas como Cuento de invierno o The Knight of the Burning Pestle. Él ha impuesto un modelo que ha influido en no pocos dramaturgos contemporáneos. Uno de ellos es Iñaki Rikarte, y a él también debemos concederle grandes elogios, pues ha demostrado ya en varias ocasiones (recordemos Supernormales o Forever) que es un director atrevido y excepcional. Debemos tener como referencia el trabajo que realizó con la adaptación de Carolina África sobre la comedia El desdén con el desdén, de Agustín Moreto, para esta misma casa con los jóvenes. Ahora vuelve a dar un aldabonazo genial, porque la cantidad de elementos y de detalles que se ponen en juego es abrumadora. Ciertamente es un espectáculo total. La verdadera lástima es que este texto de Calderón, al igual que ha pasado hace unos meses con El castillo de Lindabridis, no es de sus obras más redondas. En años posteriores, el Festival de Almagro, en 2000 y en 2017, dio cobijo a dos montajes a partir de la versión de Juan Mayorga.

El argumento insiste en alguno de los temas consabidos del dramaturgo, como la predestinación. Ahí está Aquiles, como Segismundo, clamando: «¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!». Su madre Tetis, que es interpretada por Miriam Queba, quien aparece en diferentes momentos con aire de solemnidad y divino comedimiento, lo ha encerrado en una cueva en la isla de Esciros, hasta dejar que se asalvaje. La cuestión es que Ulises, que lo encarna con militar apostura Marc Servera, necesita encontrarlo, a causa de que, si no, la guerra de Troya se perderá. Por todo ello resulta estupenda la búsqueda, principalmente porque a Monica Boromello se le ha ocurrido situar una cinta giratoria que se adentra en la montaña y que se convierte en un carrusel que dará muchísimo dinamismo durante toda la función, con entradas y salidas sorpresivas. Sobre todo, las cuatro mariachis (Cristina García, Nora Hernández, Cristina Marín-Miró y María Rasco) quienes convierten el espectáculo en una película de los hermanos Marx, por lo menos, para recargar de ironía la escena con sus boleros fustigadores. Antes de todo ello nos hemos deleitado con una romería compuesta por una procesión de sucedáneos de guardia civil y legionario que marchan con el retrato de Marte en el campo de batalla, de Bartholomeus Spranger, para que les ayude en la incursión. Ya descubrimos ahí el borbotón de características que ha tenido en cuenta Ikerne Giménez para diseñar el vestuario, que no deja de ser una mezcolanza tan efectiva como sui géneris. En definitiva, en las primeras escenas, da la impresión de que encontrar al héroe va a ser tan complicado como atrapar a Rambo en Acorralado.

Decía más arriba que la comedia no es redonda, ya que los grandes motivos de la liberación y de su enamoramiento suceden bastante antes del epílogo, y da la sensación de que el conflicto se desvanece en su ímpetu. Fundamentalmente, además, porque la subtrama que deja como inductor al pretendiente de Deidamia, Lidoro, es muy endeble. Este, que sale desde el principio, pues ha sobrevivido a un naufragio y se halla por la isla algo desorientado, lo recoge Felipe Muñoz con gran entrega y entusiasmo. Está acompañado de su sirviente Libio, un Xavi Caudevilla, muy ajustado a su papel, aunque sin la oportunidad de darle más recorrido. Evidentemente, el embrollo es tremendo, pues, encima, el propio Aquiles se traviste de Astrea, para seguir fingiendo y aprendiendo. Si nos fijamos en el reciente film Pobres criaturas, observaremos algunas concomitancias en distintos personajes. Pascual Laborda en la caracterización de su monstruosidad se las verá con un personaje que va modulando con mucha pertinacia.

En cualquier caso, Ania Hernández, que hace Deidamia, se emplea con finura y una fuerza que enseguida se rinde al amor. Poca resistencia reconocemos ahí por mucho que debamos dar algunos giros por aquí y por allí. Será la música, nuevamente, la que haga que el héroe acepte su destino épico, mientras su cólera va anidando en su interior. Por ello, la faena de Luis Miguel Cobo, como compositor, se torna imprescindible a lo largo de toda función, ya por la ambientación que genera a través de marchas militares, ya por su necesidad interna dentro de la trama, pues se da un dispositivo casi hipnótico, propio del condicionamiento clásico, que opera en nuestro protagonista para que sienta profundamente la llamada del deber, después de amansarlo como fiera, como monstruo. No sé si todo esto vale para superar el entretenimiento y plantear conceptos más enjundiosos que no estuvieran ya en la dramaturgia calderoniana. Pienso que no; pero eso no es óbice como para considerar esta propuesta una auténtica fiesta barroca.

Insisto en que Iñaki Rikarte ha realizado una labor de dirección soberbia con los jóvenes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, quienes ya habían mostrado su buen hacer con La discreta enamorada.

El monstruo de los jardines

Autor: Calderón de la Barca

Dirección y versión: Iñaki Rikarte

Reparto: Iñigo Arricibita, Xavi Caudevilla, Cristina García, Ania Hernández, Nora Hernández, Antonio Hernández Fimia, Pascual Laborda, Cristina Marín-Miró, Felipe Muñoz, Miriam Queba, María Rasco y Marc Servera

Escenografía: Monica Boromello 

Iluminación: Felipe Ramos

Vestuario: Ikerne Giménez

Asesor de verso: Vicente Fuentes  

Composición musical y espacio sonoro: Luis Miguel Cobo

Ayudante de dirección: Rolando San Martín 

Ayudante de escenografía: María Abad

Ayudante de iluminación: Edgar Calot

Ayudante de vestuario: Tania Tajadura

Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico

Teatro de la Comedia (Madrid)

Hasta el 26 de mayo de 2024

Calificación: ♦♦♦♦

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