Espectros

La versión que presenta María Fernández Ache en el Teatro Español sobre el drama de Ibsen alcanza niveles telenovelescos

Espectros - Foto de Javier Naval
Foto de Javier Naval

Estos Espectros son una debacle total de principio a fin. Estoy más que convencido que cualquier telenovela venezolana tiene menos anagnórisis, menos desvelamientos sorpresivos, que esta obra de Ibsen. Uno se pregunta si este texto tiene solución en escena hoy en día sin que nos parezca absolutamente caduco e infumable; puesto que el grado de inverosimilitud es tal que uno solamente puede recurrir a la risa (no faltan algunas carcajadas en situaciones realmente luctuosas en este espectáculo). Sigue leyendo

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El cuaderno de Pitágoras

Carolina África aprovecha su experiencia como voluntaria en un centro penitenciario para configurar un panorama metateatral sobre los reclusos

El cuaderno de Pitágoras - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

Retirar la sordidez de la cárcel y aproximarse a esos presos y quedarse con el destello de esperanza a pesar de todo. Este acercamiento posee el peligro de edulcorar un hábitat de reclusión y de disciplinamiento, también de castigo moral y social. Y aunque se ofrecen unas pizcas de crítica, el asunto va más en mirar hacia adelante, y en pasar un bache. Y en este sentido, hay que celebrar que Carolina África, aprovechando su experiencia personal con un grupo de presos, haya decidido darles protagonismo con buenas dosis de compasión; pero también de madurez pragmática. Sigue leyendo

Los papeles de Sísifo

El Teatro María Guerrero acoge esta obra sobre el cierre del periódico vasco Egunkaria dirigida por Fernando Bernués

Los papeles de Sísifo - Foto de MIkel Blasco
Foto de Mikel Blasco

Vayamos al grano del asunto: el texto de Harkaitz Cano es intelectualmente timorato y esa mirada repercute de manera flagrante en la construcción de cuadros y de personajes. Ni es teatro documento, ni es una obra provocadora que recoja las intromisiones del poder y las luchas intestinas en un contexto muy complejo para referirnos el «caso Egunkaria» (aquí llamado Elea). La cuestión es que el montaje llega directamente al Teatro María Guerrero, ni más ni menos, con un elenco de once intérpretes (más otros intérpretes de sustitución para las funciones en vasco). Todo un despliegue de medios humanos para representar el drama de un primerizo; aunque con la dirección del ducho Fernando Bernués, responsable de la compañía Tantakka Teatro, que ya trabajó con Alfredo Sanzol, actual director de CDN (sería mucho afinar la vista; pero me dio la impresión de que el vino llevaba como etiqueta «La calma mágica», quizás me equivoque). Sigue leyendo

Ulloa

La obra de Irma Correa se inspira en la novela de Pardo Bazán; aunque la creación resulta tan inédita como sugestiva

Ulloa - Foto de Ilde Sandrin
Foto de Ilde Sandrin

Si hubiera que juzgar este espectáculo por los supuestos objetivos extrateatrales que dice buscar, como el homenaje a Emilia Pardo Bazán en la conmemoración del centenario de su muerte y la difusión de su obra como empeño didáctico para llegar a las nuevas generaciones, entonces lo calificaríamos como fracaso o como propuesta insuficiente (y muy patrocinada), tal y como ocurrió, aunque bastante peor, con Fortunata y Benito. Si yo fuera profesor, que lo soy, y quisiera ampliar mis lecciones sobre la escritora gallega (en absoluto olvidada en el currículo como a vece se da a entender), que suelen ocurrir en el último trimestre tanto de 4º de ESO como, al año siguiente, en 1º de Bachillerato (sí, es así de absurdo) con alguna obra teatral, pues, entonces, me costaría mucho relacionar Ulloa con la novela de Pardo Bazán. Sigue leyendo

Quitamiedos

Iñaki Rikarte ha escrito un cuento ejemplar sobre el amor, protagonizado por una víctima de tráfico y su ángel

Sacar a escena a un ángel en estos tiempos tan seculares y con unos prejuicios más que asentados sobre esa figura celestial, es cuando menos una apuesta, a priori, anticuada. Porque los ángeles hace mucho que nos han abandonado y que nos remiten a una visión de la vida algo infantil. El catolicismo ha tenido siempre todo tipo de trucajes para que las fes no terminen de corromperse y la existencia terrenal; a pesar de que la inducción al temor de Dios y al tráfago por el valle de lágrimas, hayan propiciado suspicacias más que razonables. Uno es incapaz de obviar Que bello es vivir o a Michael Landon, porque el asunto no recoge pretensiones como las que aparecen en El cielo sobre Berlín, que todavía sería una veta con mayor enjundia. En cualquier caso, un ángel es un ser altamente connotado y deshacerse de los tópicos que conlleva es muy difícil. Este lastre se impone desde el inicio; ya que resulta necesario acomodarse al oficio de este custodio. Las reglas están marcadas y los límites a superar son muy estrictos. No obstante, vaya por delante que Quitamiedos es una obra amable, gustosa y hasta reconfortante, si nos fijamos en su tema esencial, el amor (romántico, claro) y algunos matices o interpretaciones en liza. Es decir, lo interesante es que tu ángel, como si fuera un doble, incluso, un doppelgänger, ha considerado que, en realidad, tu relación fallida, tu divorcio, no puede tener las justificaciones que tú, como ser viviente de carne y hueso, le estás poniendo. Esa disonancia es, desde luego, lo más persuasivo y, además, resulta más sugerente que sea desde una perspectiva masculina; pues en cuanto a las heridas del amor y sus acomodos mentales, suelen aparecer mayoritariamente las mujeres como víctimas. Sigue leyendo

El sirviente

Una versión desangelada para este drama sicológico sobre las relaciones de dominación entre un mayordomo y su señor

Aumenta sin parar la lista de adaptaciones teatrales que tienen como referente en el imaginario del espectador su versión fílmica. Es imposible no recordar la cinta dirigida por Joseph Losey en 1963, con el guion de Harold Pinter (sobre la novela de Robin Maugham). Y la comparación será inexcusable cuando el público observe la disposición de esos personajes sobre las tablas, en este caso, del Teatro Español. Pero desde el principio uno «huele», «escucha», «palpa» y descubre que el hecho dramático está ausente, de que suena a viejo, a caduco y, sobre todo, a impostado. La palabra es sutileza, característica imprescindible para llevar al teatro El sirviente; y en esta propuesta no solo está lejana, sino que está sustituida por unos diálogos expresados, en la mayoría de los casos, de manera plana. El montaje se adentra en una atmósfera difusa entre la comedia y el thriller sicológico. Que el preludio sea una escena tan simplona, con unos personajes que parecen incapaces de quitarse el corsé en toda la función, no ayuda al despegue. Porque Richard, el amigo editor del protagonista, encargado de buscarle una buena mansión y que encarna Carles Francino, queda disuelto en lo anodino. Casi en la misma línea se mueve Sally, la novia, a quien Lisi Linder interpreta con algo de superficialidad. Sigue leyendo

El desdén con el desdén

La obra de Agustín Moreto se traslada a los años 60 para recrear el mito de Diana en un espectáculo de diálogos estratégicos

Lo que se lleva haciendo con la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico es sencillamente fenomenal, porque aúna en su haber una buena cantidad de virtudes. Primero el buen hacer, después la frescura de las modernizaciones (sin muchos excesos), un didactismo en el mejor sentido (esto conecta verdaderamente con los adolescentes y nuevos públicos) y, además, un respeto y homenaje a nuestras mejores plumas. Baste recordar, por ejemplo, La villana de Getafe, Pedro de Urdemalas, La dama boba o Los empeños de una casa; para darnos cuenta de que El desdén con el desdén suma un nuevo acierto. Desde luego, la versión de Carolina África no chirría en ningún momento y el verso vuela de principio a fin en ese nuevo contexto de los años 60 del siglo pasado. Y la dirección de Iñaki Rikarte parece inmejorable; puesto que explota al máximo una obra que, desde mi punto de vista, a nuestros ojos actuales, puede resultar un poco cargante al final por falta de subtramas. Eso no quita para sea enormemente divertida y entretenida para los espectadores en general. El argumento es una batalla psicológica donde la estrategia se debe imponer absolutamente a los deseos irrefrenables. Ir de farol hasta el extremo de arriesgarse a perder todo en el último segundo por vencer. Sigue leyendo

Tiempo de silencio

El Teatro de La Abadía acoge una adaptación minimalista y lírica sobre la más célebre novela de los años 60

Foto de Sergio Parra

Si algún aspecto ha determinado la presencia en el canon de una de las obras más importantes de la segunda mitad del siglo XX en la literatura española, han sido, sin duda, las virtudes técnicas de la novela que Luis Martín-Santos publicó en 1962. Y esa es la primera cuestión que se debe dirimir a la hora de acercarnos a esta versión teatral (por lo visto, Jesús Fernández-García escribió también una en 1976). ¿Qué justicia literaria se le puede hacer a Tiempo de silencio si no se osa trasladar con procedimientos dramatúrgicos ad hoc las peripecias retóricas del novelista? Quedarnos con el argumento es básicamente lo que hizo Vicente Aranda cuando la llevó al cine en 1986. El escritor se atreve a profundizar en un estilo que se lleva fraguando desde la novelística modernista anglosajona con Joyce (nuestro Ulises no es Tiempo de silencio; en todo caso es Larva, de Julián Ríos) como máximo adalid; pero, además, con Virginia Woolf y, después, con autores americanos como Faulkner, para desembocar en el «Boom» latinoamericano. Hablamos de flujo de conciencia, del empleo casi azaroso de los diferentes narradores, de los saltos en el tiempo adelante y atrás, de la percusión del estilo indirecto libre, del retorcimiento lingüístico extremo con juegos de palabras sumamente crípticos, etc. Sigue leyendo

Edith Piaf. Taxidermia de un gorrión

Entrevista a la gran diva francesa interpretada por una Garbiñe Insausti pletórica

www.aitoraudicana.comLa gran cantante francesa nacida en París en 1915 marcó, desde luego, una época, fundamentalmente los años cincuenta; pero también fue una pionera en la tragedia vital de los cantantes de la nueva sociedad de consumo y de los medios de comunicación (ya sabemos que luego llegarían los rockeros del Club de los 27 y la caída en desgracia de las estrellas más rutilantes del pop, desde Michael Jackson hasta George Michael pasando por Prince). Ejemplo de heroína romántica, surgida más abajo de la nada, gastaba unas ínfulas insufribles que no dejaban de ser el caparazón protector de la débil muchacha que tuvo que salir adelante frente a toda adversidad. De más está decir que su popularidad aumentó por nuestros lares tras el famoso biopic de 2007 interpretado por la oscarizada Marion Cotillard. Este hecho, de alguna manera, lastra la propia historia pergeñada por Ozkar Galán, ya que si bien es cierto que inventa el personaje de Camile Schultz, una reportera especializada en fotografiar animales y, a la sazón, hija de un ornitólogo, también es verdad que volvemos sobre los momentos más dramáticos de la biografía de la Piaf. Sigue leyendo