Declan Donnellan y Nick Ormerod presentan este quijotesco metadrama del siglo XVII en el Teatro María Guerrero

Resulta, ante todo, curioso que el metateatro sea algo tan antiguo; porque el siglo XX y el XXI están tan cargados de él, que parece de lo más moderno. Maestro de lo «meta» fue Cervantes, que convirtió a sus protagonistas en verdaderos personajes «reales» dentro de la ficción en la segunda parte de El Quijote (1615). También fue el gran novelista español quien parodió las novelas de caballería en su obra maestra. En fechas muy próximas, seguramente alimentado por esta influencia, Francis Beaumont (1584–1616) escribió The Knight of the Burning Pestle, probablemente ayudado por John Fletcher. Lo que se intenta es romper con lo esperado y permitir el pastiche en un drama convencional titulado The London Merchant, repleto de los lógicos amoríos, de las parejas que se debaten entre lo prohibido y lo conveniente. Todo ello estéticamente modernizado, pues es la marca de la casa de los Cheek by Jowl, y no falta, por ejemplo, un roquero componiendo en su habitación. Ante el supuesto engolamiento soberano y el consiguiente aburrimiento para el público no acostumbrado, un tendero y su mujer irrumpen en la función subiendo al escenario para aportar sus propias ideas. La estupefacción del elenco no se hace esperar; aunque su respuesta es tan paradójica como audaz. En lugar de expulsar a la pareja, aceptan incluir al hijo en el espectáculo para convertirlo en el Caballero de la Maza Ardiente. De esta forma, Nazar Safonov surge del patio de butacas como un chavalín revoltoso para calzarse el casco, la cota de malla y un ridículo escudo en forma de bandeja con su llameante emblema. A partir de ahí, el balance entre lo serio y la intromisión prosaica y hasta vulgar, donde el gusto propio es el criterio a imponer, nos muestra escenas tediosas, sobre todo en la parte central; puesto que es imposible concentrarse o dar crédito a un argumento que está ahí como excusa para que unos antojadizos visitantes sean entretenidos de la manera más directa. Por esta razón, el montaje decae en varias escenas. Eso sí, realza el vuelo con los comentarios inconsecuentes de Alexander Feklistov, que pretende tomarse unas copitas mientras trascurre el asunto y, sobre todo, de Agrippina Steklova, su mujer, quien se alza auténtica protagonista de la función. Una señora con desparpajo sin igual, una advenediza desubicada que no cierra la boca y que nos deja intervenciones verdaderamente loables para la comedia. Así sean la llamada de teléfono, donde chismorrea sin piedad; o la organización del baile final, que nos depara un colofón grandioso para disfrute de un respetable quizás entregado en demasía. Y es que Declan Donnellan y Nick Ormerod llevan muchos años visitando Madrid y cosechando no solo éxitos, sino respeto y admiración. Desde luego, saben lo que hacen. En esta ocasión, la escenografía es más sencilla, si cabe, de lo habitual (podemos fijarnos en su anterior trabajo, igualmente presentado en el Teatro María Guerrero, Perícles, Príncipe de Tiro), apenas un cubo central que gira sobre el que se proyectan diversas imágenes. Lo más significativo es el gran caballo a ruedas que lanza hiperbólicamente la imaginación de sus promotores. Es indudable que el plantel de actores rusos, pertenecientes al Pushkin Drama Theatre de Moscú, poseen unas dotes envidiables (entre ellas el cante y el baile) y que son capaces de concretar un proyecto con gran cintura. Desde luego este The Knight of the Burning Pestle, si lo tomamos en un sentido crítico, posee, también una sátira del propio espectador no avezado o poco ducho en los entresijos teatrales; porque lo que evidencia este es que solo se contenta con la sarta de tópicos y con el entretenimiento algo burdo, digno de paladares sin refinamiento. Además, contiene grandes momentos que te hacen disfrutar; pero los tintes de comedia burguesa un tanto manida y las intromisiones abruptas que no terminan de ser tan abarcadoras como para subsumirse en la astracanada (realmente nos hubiéramos reído mucho más), pueden reducir el regusto una vez se pase el efecto del jolgorio. Los creadores del espectáculo han realizado una buena poda para ajustar la duración y lograr una propuesta más comedida; pero creo que no han logrado la síntesis ideal entre las diferentes capas.
The Knight of the Burning Pestle
Autor: Francis Beaumont
Creación: Declan Donnellan y Nick Ormerod
Dirección: Declan Donnellan
Reparto: Kirill Chernyshenko, Alexander Feklistov, Anna Karmakova, Danila Kazakov, Andrei Kuzichev, Sergei Miller, Alexei Rakhmanov, Nazar Safonov, Kirill Sbitnev, Agrippina Steklova y Anna Vardevanian
Escenografía: Nick Ormerod
Iluminación: Alexander Sivaev
Composición: Pavel Akimkin
Coreografía: Irina Kashuba
Ayudante de dirección: Igor Teplov
Fotos: Johan Persson
Diseño cartel: Javier Jaén
Director técnico: Alexander Solomin
Jefa de producción: Anna Koshkina
Luces: Feliks Kuvaev
Sonido: Alexey Korenkov
Diseño de sonido: Dmitry Martynov
Vídeo: Alexey Eremin
Utilería: Liubov Fedkovich
Encargada de vestuario: Marina Kraychovich
Vestuario: Bilan Valentina
Maquillaje: Marina Lekontceva
Directora de escena: Olga Spiridonova
Maquinista: Ivan Vakulin
Director artístico: Evgeny Pisarev
Director ejecutivo: Niamh O’Flaherty
Productora asociada: Anna Kolesnikova
Gerencia y secretaría: Teya Lanzon
Administración: Marie Couvert-Castera
Producción: Cheek by Jowl y Pushkin Drama Theatre de Moscú en coproducción con Centro Dramático Nacional, Barbican/London y Les Gémeaux/Sceaux/Scène Nationale
Teatro María Guerrero (Madrid)
Hasta el 28 de abril de 2019
Calificación: ♦♦♦
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