Samuel Viyuela y Alba Enríquez llevan a escena este drama animalista del japonés Takuya Yokoyama en el Teatro Infanta Isabel
De vez en cuando las protestas contra las macrogranjas encuentran espacio en la prensa; pero da la impresión de que la pujanza animalista y antiespecista han disminuido, y de que el veganismo ha reducido posiciones respecto de otras reivindicaciones sociales más acuciantes. Va por épocas, desde luego. Como ocurre con las manifestaciones antitaurinas con performances ad hoc. La defensa del bienestar animal es un tema fundamental en nuestro siglo; aunque tiene perspectivas muy diversas. La materia se ha tratado poco sobre las tablas. Se aproximó de un modo algo deficiente y sin atractivo Lola Blasco con aquella adaptación del libro de Coetzee Elizabeth Costello.Sigue leyendo →
La vida del célebre dramaturgo se recrea en el Matadero con gran acierto en esta obra firmada por Adrián Perea
Foto de Jesús Ugalde
Presenta Adrián Perea una comedia seria, de largo recorrido, como un auténtico comediógrafo de hoy, como Alfredo Sanzol o Pablo Remón, que son los adalides del género, destinados a permanecer. Discurre fuera de las ínfulas juveniles tan inofensivas y quejosas como aquel Ahora que nos dejan hablar. Interesarse por la biografía de Miguel Mihura, indagar en los orígenes de su más célebre obra y dejar un fresco sobre la vida de los cómicos puede que hoy no resulte demasiado atrayente; pero es en esas investigaciones donde la magia de la creatividad surge de la manera más insospechada. Sigue leyendo →
Sara García Pereda nos entrega una retahíla de cuentos moralizantes sobre agravios a las mujeres en nuestra sociedad actual
Foto de Bárbara Sánchez Palomero
La batalla cultural esta que tanto nos atenaza por doquier tiene un inesperado episodio en la escena madrileña. En mismas fechas, las dos contendientes (dos mujeres que se llevan veinte años, quizás ahí esté la clave de todo) se baten en duelo. Paradójicamente, así es eso de la polarización, apenas unos cuantos espectadores se harán cargo de esta lid. Ocupémonos aquí de GRRRL, visiten ustedes, si les pica la curiosidad, El favor. Sigue leyendo →
Daniel Veronese ha intervenido uno de los más célebres textos de Harold Pinter para dotarlo de gestos incongruentes
Foto de Omar Antuña
Es Harold Pinter un dramaturgo que lleva ya un tiempo muy asentado en la escena española. En los últimos años no han parado de adaptarse sus textos (Tierra de nadie, El cuidador, El amante o Traición) y no han faltado buenos montajes (Invernadero). Este Retorno al hogar ya tuvo una oscura versión de Ferrán Madico en 2009. Los de Tribueñe realizaron la suya desde un punto de vistas altamente grotesco y efectivo. Nada parecido a lo que ha pretendido Daniel Veronese, quien ha tomado una serie de decisiones dramatúrgicas que han propiciado unas distorsiones innecesarias para un texto que ya tiene sus propias distorsiones internas. Ya desde el inicio, el adaptador ha incluido un chiste que trastoca el propio comienzo. Un tono de comedia a latigazos, a ratos, forzado por unas risas enlatadas que se cuelan de manera aleatoria en la mayoría de los casos tras la intervención de Sam, el hermano, el tío que también vive en esa casa familiar, el chófer, un Alfonso Lara que termina por ser más interesante; porque parece más críptico en sus alusiones tan tremendas. Ese efecto no solo es raro, sino incongruente. No viene a cuento. Luego, además, encontraremos otros efectos. Por ejemplo, el brevísimo baile —Rellán llega donde llega, en menudo lío lo han metido— enfocado con onirismo. Son detalles que entorpecen. Puesto que, en general, este montaje no fuerza la brusquedad o la vulgaridad que serían esperables. Esa levedad es la que engaña a los espectadores más despistados que, por momentos, se creen ante un drama de Tennessee Williams. Sigue leyendo →
María Adánez da vida al prototipo mítico de la femme fatale en un montaje carente de ambición dramatúrgica
Únicamente por razones de producción puedo justificar un montaje tan desatinado en ritmo y persuasión como el que presenta el tándem Bezerra-Luque, a los que avalan trabajos como El señor Ye ama los dragones, El pequeño poni o Dentro de la tierra. No resulta aceptable que se quiera finiquitar en poquito más de una hora un planteamiento que prometía desmontar el mito de la femme fatale recurriendo a un cuento de ambiente rural y contemporáneo trufado de símbolos que se iban configurando en una asequible alegoría. Consumen el tiempo como si se les hubiera negado algo de margen y no quedara más remedio que lanzar a sus personajes a resumir y explicar una historia que no llega a representarse en su totalidad. Y reconozcamos que la propuesta parece inicialmente muy interesante y atractiva. Puesto que se logra una atmósfera propicia gracias a la sencilla (más de lo habitual), pero efectiva escenografía de Monica Boromello, con un fondo repleto de manzanos que dan profundidad; y, sobre todo, con la iluminación de Felipe Ramos, que acierta a configurar los ambientes idóneos para resaltar lo luminoso en contraposición a la penumbra que se aproxima. Sigue leyendo →
La pieza de Cervantes inaugura una nueva sala en el Teatro de la Comedia con una versión audaz
Un pastiche fenomenal es el que ha montado Denis Rafter, apoyado en la ingeniosa versión de Jerónimo López Mozo, con las gentes jóvenes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico ─estaría bien denominarlos de otra forma, pareciera que son inexpertos y la mayoría tienen más trote que muchos mayores─. Ante todo y principalmente buscar un entretenimiento sagaz e inteligente, un divertimento repleto de referencias culturales de antes y de ahora (casi imposible pillarlas todas); un artefacto dividido en múltiples escenas que parecen diseñadas como cajones estanco, a veces, solamente comunicadas entre ellas por un fino hilo. Son como sketches en los que no falta un guiño, una remisión irónica, un retruécano, un entrar y salir, un jolgorio, una danza, una música sorpresiva con ánimo de empastar sin romper la armonía (complicado, a veces, con tanta mezcolanza). Sigue leyendo →
Claudio Tolcachir trae a España su Emilia después del éxito cosechado con La omisión de la familia Coleman
Las sillas sobrevuelan amontonadas sobre un piso en plena mudanza que en sí mismo es un espacio en desarrollo, quebradizo, ruinoso, como sus personajes. Emilia, una de esas señoras que suplen a los padres en las casas de la burguesía y de las familias a las que cuidar a un hijo resulta tedioso, aburrido y agobiante, es una mujer que ha hecho de la crianza de Walter la justificación de su vida. Emilia es Gloria Muñoz (solo la configuración de la mueca de su rostro es suficiente para marcar el tono inicial de la obra) y nos ofrece su memoria, su delicadeza y esa serenidad que abnegadamente no ha sabido transmitir a su muchacho. Puro exceso de amor. Walter, Alfonso Lara, es el encargado de solapar las relaciones, de inventarse un mundo de cariños maduros para el que no está suficientemente preparado. Lara maneja los ritmos con soltura y contención equilibrados, asumiendo que la obra necesita un pilar endeble como el suyo, un fusible que no salte a la primera de cambio y que mantenga al espectador pendiente de las anomalías de su pasado. Sigue leyendo →