El rufián dichoso

Recuperación de esta comedia cervantina sobre la vida del mártir fray Cristóbal de la Cruz

No es lugar para recordar aquí lo mal que le fue a Cervantes en vida como dramaturgo; aunque, como viene ocurriendo en los últimos tiempos, no paran de representarse obras suyas; ya sea la Numancia, algunos Entremeses o Pedro de Urdemalas. Al igual que esta última, El rufián dichoso —por lo visto, sin estreno previo a este conocido— se encuentra entre aquellas «ocho comedias nunca representadas» de su segunda época. En esta compagina el tema pícaro —en la órbita de Rinconete y Cortadillo—, con el hagiográfico. Mucho se empeñó el literato en buscar una vida de santo lo suficientemente atestiguada para lograr el máximo de verosimilitud. Para ello tomó la historia de Cristóbal de Lugo, un pendenciero sevillano que, tras repentina conversión, se marchó a Méjico para vivir como fray Cristóbal de la Cruz, donde realizaría varios milagros. Sinceramente, lo más interesante radica en el primer acto. Podemos encontrar cierta descompensación en la materia. Si bien la acción —aunque entretenida— se demora con el único fin de mostrarnos a un muchacho metido en disputas y en amoríos sin fin; para luego tomar esa decisión abrupta de calzarse los votos: «…que contrario con contrario / se cura muy de ordinario, / contrario voto haré, / y así, le hago de ser / religioso…». Perdemos en esa previa a la segunda jornada —recordemos que el escritor adopta las nuevas convenciones teatrales y rompe con las tres unidades— un dinamismo atrayente que pedía cerrar y descubrir tramas, fraguar conquistas amorosas y vencer rivales callejeros. De hecho, la escenografía de Anna Gil, que es un gran andamio bastante funcional y que permite simultanear acciones y perspectivas; además de ilustrarnos el devenir del protagonista con una serie de proyecciones imaginativas, no se aprovecha en su magnitud a partir de ese momento. Reconozcamos que el salto es enorme. Tal cual vemos al chaval ya ordenado al otro lado del charco, absolutamente regido por la disciplina, dispuesto a cumplir devotamente con los mandamientos y con su fe hasta morir como un mártir. Por lo tanto, ni se desarrolla como rufianesca, ni logra la profundidad teológica necesaria para que confiemos en ese individuo que sustituyó el puñal por el crucifijo instantáneamente. En ese contraste también se denota un cambio interpretativo en Nicolás Illoro, quien tiene la dura tarea de encarnarse en un personaje tan complicado. Si bien como hermano sabe aflorar la sencillez, como pillo se luce con fuerza y enérgico ímpetu. Su amigo y siervo, su confidente, Lagartija, es exprimido al totalmente por Pablo Vázquez, un actor de enormes cualidades cómicas —no hay más que ver cómo domina los gestos y las entonaciones—. Ambos se compenetran estupendamente y logran arrastrar el ritmo adecuado a toda la función que, dicho sea de paso, está ajustada a tope en tiempo para que pueda resultar atractiva al público actual. El lenguaje mantiene parte del hipérbaton y algunos términos hoy en desuso; pero, en conjunto, el verso se comprende perfectamente. Por lo tanto, la adaptación de Jose Padilla se ajusta esencialmente a las intenciones artísticas de sus promotores, es decir, un acercamiento serio de los clásicos, aunque intentando pulir aquello que pueda sonar demasiado arcaico. Igualmente la dirección de Rodrigo Arribas y de Verónica Clausich es pertinente, ya que sacan un buen partido a las posibilidades técnicas que tienen a su alcance. En cuanto al resto del reparto, es indudable que Javier Collado, que viene demostrando en los últimos años sus grandes dotes, como pudimos comprobar en Calígula, por ejemplo, vuelve a ofrecer su entrega con Tello de Sandoval, responsable de cuidar al chico. Su mujer, Alejandra Mayo, da una cobertura idónea con cierto aire burgués. Por otra parte, Montse Díez se ocupa de Ana de Treviño, una mujer aquejada de lepra que acudirá al encuentro de fray Cristóbal. En ella se revela la labor magnífica de caracterización de Pablo Porcel y de Antonio Sicilia, quienes, además, se han encargado de diseñar el vestuario, del que merece la pena destacar algunos detalles, como los cascos de los soldados o la chaqueta del protagonista. Cierran el grupo, Julio Hidalgo, que como alguacil descubre su fortaleza; José Juan Sevilla y Raúl Pulido, ambos interpretan varios personajes y resuelven con destreza; y, finalmente, Raquel Nogueira, como Antonia, tiene apostura frente a Tello. Como he comentado más arriba, el enorme equipo técnico engrandece un texto cervantino con algunas carencias estructurales; de esta forma la iluminación de Alberto Yagüe nos traslada a la oscuridad de las noches sevillanas. Quizá la composición musical de Xavier Díaz-Latorre posea unos arreglos demasiado modernos para el estilo general que se ha tratado en el montaje; aunque también suma. El rufián dichoso es una gran oportunidad para recuperar de una vez por todas los textos dramáticos de Cervantes y así poder conocer en escena la que fue su verdadera pasión: el teatro.

El rufián dichoso

Autor: Miguel de Cervantes

Dirección: Rodrigo Arribas y Verónica Clausich

Adaptación: Jose Padilla

Reparto: Javier Collado, Montse Díez, Pablo Vázquez, Alejandra Mayo, Julio Hidalgo, Raquel Nogueira, Nicolás Illoro, José Juan Sevilla y Raúl Pulido

Diseño de iluminación: Alberto Yagüe

Diseño de vestuario y caracterización: Pablo Porcel y Antonio Sicilia

Diseño de escenografía: Anna Gil

Composición musical: Xavier Díaz-Latorre

Audiovisual y proyecciones: Recreation Area

Diseño de espacio sonoro: Oscar Laviña

Coreografía: Tanja Skok

Dirección técnica: Carlos Barahona

Maestro de armas: Javier Mejía

Maestro de canto: Luis Miguel Balandrón

Coordinación de producción: Raquel Navarrete

Taller de investigación dramatúrgica: Ernesto Arias / José Padilla / Rodrigo Arribas

Grabación: Manfred Kraemer / Xavier Puertas / Pedro Estevan

Confección de vestuario: Rafael Solís

Diseño gráfico: Redbility

Cartelería y programas: La Chapa.es

Soporte educacional: Francesca Suppa

Prensa: Silvia Espallargas

Soporte fotográfico y de vídeo: Placement Comunicación

Producción: Producciones Teatrales Siglo de Oro (UNIR, Fundación Siglo de Oro)

Coproducción: Pentación Espectáculos, Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería y Pánico Escénico Producciones Reparto

Teatro Bellas Artes (Madrid)

Hasta el 5 de noviembre de 2017

Calificación: ♦♦♦

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2 comentarios en “El rufián dichoso

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