El Teatro María Guerrero es ocupado por un atisbo de performance juvenil para insistir en las consabidas quejas de las nuevas generaciones

Teatro en Vilo ha completado su involución con este espectáculo. Con su montaje Man Up ya nos puso en la pista de que estaban abrazando con fuerza el cosmos woke; pero el desenfreno payasesco que le insuflaba Noemi Rodríguez salvó aquella espeleología absurda de las nuevas masculinidades. Ahora, nuestras creadoras han hecho un casting entre 970 almas menores de 26 años y, oh, sorpresa, han hallado —no les habrás costado mucho— el elenco multidiverso, multifactorial y multivictimista para responder en escena a la siguiente pregunta: «¿Es posible cambiar el mundo desde un escenario?». Créanme, ni siquiera lo intentan. Sigue leyendo