Escena – Fin de temporada 2024-25

Repaso a los espectáculos más sobresalientes de este curso que acaba de finalizar en la esfera teatral

Foto de Jean Louis Fernandez

Que la tendencia conservadora y buscadora de públicos más talluditos y fieles se va imponiendo en la mayoría de los teatros es ya una obviedad. De alguna manera, esta pulsión arrastra también a creadores que estarían dispuestos a arriesgarse más; sin embargo, ven que el propio ambiente lo ha hecho más complicado. Parece que ciertas líneas se van difuminando como, por ejemplo, esas ínfulas juveniles de otros años donde se nos esputaban consignas sobre su sacrosanta identidad; pero con tono victimista y ñoño. Sigue leyendo

1936

La guerra civil española despliega toda su controversia en escena a través de un espectáculo apabullante de teatro-documento

1936 - Foto de Bárbara Sánchez Palomero
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

El tercer shock comandado por Andrés Lima, tras el I, de 2019, y el II, de 2021, nos deja una mirada lógicamente sesgada ─como debe proceder el arte─, sin insolencia, ni soberbia, ni panfletismo. Popular, aunque no populista. Situarse del lado los perdedores, implica laminar muchos de los desafueros de estos, que aquí se muestran poco. Paracuellos no acontece, y, por ejemplo, a Largo Caballero no se le escuchan barbaridades antidemocráticas como: «Hay que apoderarse del poder político, pero la revolución se hace violentamente: luchando y no con discursos». Sigue leyendo

Asesinato y adolescencia

En el Matadero se pretende un simulacro de M, el vampiro de Düsseldorf que únicamente destaca por su expresionismo

Asesinato y adolescencia - Foto de Esmeralda Martín
Foto de Esmeralda Martín

De esta función, lo que menos comprendo es la ‘y’ del título. En qué medida tanto Alberto San Juan, como autor, y Andrés Lima, como director, creen que en escena se unen el asesinato y la adolescencia. Principalmente, si esta última se representa con la mera emisión de unos vídeos donde salen chavales con distintas preocupaciones y ansiedades (no osaré determinar sus posibles traumas). Nada mucho más nuevo, quizás el foco, la exacerbación, aquello de la sociedad del cansancio. Son fragmentos aquí y allá sin demasiada profundización. Generalidades sin contexto. Todavía si, como se hizo con Prostitución, se hubiera emprendido algo similar llamado Adolescencia; tendría algo a lo que agarrarnos.

Pero parece que la inspiración llega de ese clásico oscurísimo de Fritz Lang, M, el vampiro de Düsseldorf; a pesar de ello, lo que encontramos es un manierismo que no encuentra conjunción en la actualidad manifestado de esta forma. No entiendo qué tipo de circunstancia se quiere predeterminar para luego entender, justificar o enhebrar el talante de un asesino. A lo mejor, si pudiéramos especular con algo más de certidumbre por dónde pilota ese policía ocupado en un centro de menores. Si en el fondo es como sus colegas, que aprovechan su poder para abusar de esos muchachos.

La breve pieza podría funcionar únicamente sin texto, por el puro expresionismo, mucho más moderno, que se intenta trasladar. El empeño de Beatriz San Juan con la escenografía sí que es fructífero. Esa pared que se mueve sutil y amenazantemente resulta una provocación, una asfixia. A ello se le suma toda la ambientación sonora de Nick Powell con una cadencia house que se agolpa en la vibración de nuestra protagonista, tanto en la dispersión lúdica de su baile, como en la desesperación tan angustiosa que muestra cuando se inflige esos cortes que ya ni duelen. Lucía Juárez esta fenomenal en todas las facetas del espectáculo. Es capaz de trasladarnos la aglomeración de sus sensaciones, de esa fase terminal de su adolescencia, con el dolor por lo incomprendido, por la falta de atención y de cariño, por la incertidumbre tan insoportable. Una bipolaridad que la lleva a perderse en la fiesta; para luego sufrir en el encierro de su habitación o en su vagabundeo, cuando sus amigos no aparecen.

No se acierta, por otra parte, al caracterizar a nuestro homicida de una manera que hoy resultaría tan llamativa como ridícula. No es comprensible vestir a alguien así, como un Peter Lorre con sombrero, gabardina y de negro impoluto. Un detective poco privado para nuestro presente. ¿Es algo humorístico? Porque no es nada creíble Jesús Barranco en esa actitud que adopta. Ya no sabes si es un incel, un friki o un hombre verdaderamente insignificante. Cuesta identificar su carácter; porque es la atmósfera, al final, la que dota a este individuo de un aire tenebroso; aunque no macabro. Y es que hablamos de un asesino de niñas; pero el murmullo es juvenil, no solo por los vídeos, donde los observamos en el parque pasando la tarde o por ahí en la feria. Sino porque la divagación se concentra más en ella, con la canción de C. Tangana, «Comerte entera» reiterándose; y que trata, efectivamente, de amor. De haberlo, el trasfondo detectivesco parece de cómic.

Por supuesto que la tímida relación callejera y, después en casa, que establecen los dos protagonistas tiene que ver con esa necesidad de afecto, de alejarse de la soledad, de que alguien les haga caso. Sí, eso está muy claro. Ahora, lo que ha pretendido con su texto Alberto San Juan queda un tanto lejos de algún atractivo. A Lima, al menos, se le entiende su interés estético. Y ese, lo ha logrado.

Asesinato y adolescencia

Autor: Alberto San Juan

Dirección: Andrés Lima

Reparto: Jesús Barranco y Lucía Juárez

Coro de adolescentes: Conchi Albiña, Lucas Alcázar, Mari Carme Chiachio, Valentina Lima, Álvaro Ramírez, Bruna Pérez, Julen Gadi Katzy, Miguel Moya, Bruna Lucadamo, Pedro Vega, Miriam Pérez y Alfredo Domínguez

Diseño de espacio escénico y vestuario: Beatriz San Juan

Diseño de iluminación: Valentín Álvarez

Música y espacio sonoro: Nick Powell

Diseño de sonido: Enrique Mingo

Videocreación: Miquel Àngel Raió

Producción: Checkin Producciones Joseba Gil

Ayudante de dirección: Laura Ortega

Residente ayudantía de dirección: Teatro Español Cristina Simón

Una producción de Checkin Producciones y Teatro Español

Naves del Español en Matadero (Madrid)

Hasta el 5 de noviembre de 2023

Calificación: ♦♦

Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:

donar-con-paypal
Patreon - Logo

La comedia de los errores

Andrés Lima y Albert Boronat ponen mucho ritmo a una de las obras más endebles de William Shakespeare

TEATRO por el Fotografo Pablo Lorente
Foto de Pablo Lorente

Solo desde la locura y desde el desenfreno se puede enfocar esta obra de Shakespeare. Así lo entendieron los Propeller, cuando nos visitaron en 2011. No lo enfocaron así Alberto Castrillo-Ferrer y Carlota Pérez-Reverte con La comedia de los enredos que presentaron en el Matadero en 2016. Y es que esta obra que, como es sabido, se apoya en Los Menecmos de Plauto; recoge toda la tradición de las novelas bizantinas o griegas con esa cantidad de anagnórisis inverosímiles. Albert Boronat, responsable de la versión, ha intervenido el texto hasta el punto de favorecer un show directo, donde el público es plenamente partícipe; y en el que disciplinas más contemporáneas se ponen en perfecta organización para el disfrute del personal. Sigue leyendo

Paraíso perdido

Andrés Lima y Helena Tornero enmiendan el gran poema del puritano John Milton

Paraíso perdido - Foto de David Ruano
Foto de David Ruano

Cuesta pensar para qué se ha recurrido al célebre poema de Milton, si el fondo del asunto, como parece traslucirse, es altamente despreciado. Puesto que, cuando hablamos de adaptar, qué menos que se conserven las esencias. Y aquí del poeta inglés apenas se respetan unos cuantos versos en las primeras partes, ya que, después, la versionista Helena Tornero desmonta en exceso la teología desarrollada en el original. Sus interpolaciones llegan a ser abracadabrantes. No solo porque a Eva la veamos convertida en la primera feminista radical de la historia, sino porque el mismísimo gremio actoral se erige en auténtico adalid de las luchas por la libertad. El teatro es el arte más cancelado. De entre todos los males que ha propiciado Dios (y los veremos) se han elegido como víctimas propiciatorias. Con esta función, desde luego, no se convertirán en mártires; nadie les pondrá una bomba como a Leo Bassi. Sigue leyendo

Todas las canciones de amor

Eduard Fernández se apropia del texto de Santiago Loza en los Teatros del Canal para homenajear a su madre fallecida

TEATRO por el Fotografo Pablo Lorente
Foto de Pablo Lorente

Parece que el dramaturgo argentino Santiago Loza empieza a ser constante en los escenarios de nuestro país (Matar cansa, El mal de la montaña). Cuando nos aproximamos a esta nueva propuesta indefectiblemente nos viene a la cabeza He nacido para verte sonreír, que es un drama que igualmente posee una indagación intimista, más profunda si cabe que esta Todas las canciones de amor. Creo que lo que acontece en los Teatros del Canal es más superficial que aquella que dirigió Pablo Messiez, en el sentido de que los aspectos de la cotidianidad apenas poseen interés, y que este procede ante todo de otros elementos espectaculares que se han llevado a cabo con mucho mimo y cuidado. Sigue leyendo

Principiantes

El mundo de Raymond Carver se vivifica en una atmósfera taciturna para cuestionar el concepto de amor

Retrato por el Fotografo Pablo Lorente
Foto de Pablo Lorente

Entiendo que la apuesta va directa a la ambientación en su sentido más amplio en la dramaturgia. Crear una atmósfera trazada por la iluminación de Valentín Álvarez, quien confía en la frialdad melancólica del anochecer, en el fustigamiento silencioso de la violencia soterrada con los azules y algunos rojos que se cuelan en las evocaciones. Destinar la función, digo, a una respiración elíptica, no al modo de Chéjov (las influencias son consabidas), pues este da un oxígeno a los personajes que les permiten entoñar su runrún emocional en una cotidianidad mundana. En Carver, los individuos son evocados por la pulsión existencialista, por el sin sentido de la sociedad de consumo americana en los años setenta, por esa zozobra del fracaso recurrente cuando, en realidad, se vive cómodamente. Beatriz San Juan concita a esos seres alrededor de una mesa, delante de los paisajes que se plasman en una gran pantalla y que Miquel Àngel Raió ha ideado. Estados Unidos es un país despoblado, en general, y el narcisismo de la clase burguesa hace tiempo que configuró la lejanía y el distanciamiento familiar Sigue leyendo

Shock 2

La segunda parte de la conocida «doctrina» de Naomi Klein se materializa en el Teatro Valle-Inclán en un espectáculo menos ajustado que el anterior

Shock 2 - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

Si en Shock (El Cóndor y el Puma) funcionaba dramatúrgicamente casi todo, en esta segunda parte tan solo nos conmueve y llega a sugerir más humanamente la mitad. Quizás, ser coherente resulta ser lo menos eficiente para esta representación teatral. Ajustarse al libro de Naomi Klein o a ese unidireccional entramado, como si fuera la teoría del caos y solamente hubiera que fijarse en una única mariposa aleteando en lontananza, resulta, valga la redundancia, caótico y reduccionista. «Explicar» las acciones directas sobre Chile, puede tener una base; pretender que los mismos parámetros de la teoría neoliberal «explican» la recomposición planetaria desde finales de los setenta; ya es, cuando menos, una «boutade». Sigue leyendo

El chico de la última fila

Andrés Lima coge las riendas del conocido texto de Juan Mayorga para llevarnos a un fantástico juego literario de metaficción

Foto de Luz Soria

Se puede afirmar que esta es la obra de Juan Mayorga que mejor recorrido ha tenido en el escueto imaginario teatral de España en los últimos años. Desde luego, ha contribuido a ello la exitosa versión que realizó de la misma ―con alguna significativa variación al final― el cineasta francés François Ozon, y por la cual obtuvo multitud de premios. Fue publicada en 2006 y ese mismo año fue estrenada bajo la dirección de Helena Pimenta. Ahora la retoma Andrés Lima, quien va verdaderamente lanzado en las últimas temporadas ―véase su aldabonazo con Shock, montaje que regresará a escena el próximo año, más su continuación―, empleando para el elenco a colegas históricos de Animalario. Carta ganadora; porque hablamos de un texto que ha superado la coyuntura terrible de lo temporal, debido a todas las virtudes dramatúrgicas que encierra el engranaje equivocante de metateatro metaliterario. Es el estilo que, quizás, mejor ha plasmado las facetas del dramaturgo, ya sea escritor, docente, matemático o filósofo. Todo ello, de alguna manera, aunque sea circunstancial, está ahí. La recursividad teatral ya la habíamos encontrado en Himmelweg (2004) y, después, con esa profusión en el work in progress en otras obras como El cartógrafo (2010) o Reikiavik (2013); sin olvidarnos que, en El arte de la entrevista (2014), ya indagó sobre la cuestión del punto de vista y la verdad. Fundamentalmente, tenemos el enfrentamiento, el reto, el agón, entre un profesor de literatura y un alumno suyo. Sigue leyendo