El arte de la entrevista, la nueva obra de Juan Mayorga, indaga en la verdad y la memoria
Una pequeña cámara de vídeo llega inocentemente en busca de incógnitas. De la mano de Elena Rivera, que encarna a una joven estudiante de instituto llamada Cecilia, nos vamos adentrando en las diversas técnicas de la entrevista. El ritmo vivaz de esta muchacha, su alegría y entusiasmo, su capacidad para moverse espontáneamente por el escenario y su seguridad, marcan un ritmo lúdico, en un principio, que se va transformando en una penetrante indagación en el pasado de los principales protagonistas; en este caso, su madre, Luisa Martín, que con su apostura y su predisposición a emocionarse con cierta dureza en los momentos cumbre —incluyendo sus pizcas de soberbia, de envidia y melancolía por el fracaso sentimental—, sostiene los mejores diálogos con el resto del elenco, fundamentalmente con la abuela, Alicia Hermida; su entrañable presencia y decrépita memoria convierten los recuerdos de un pasado lejano en toda una aventura. El fisio, Ramón Esquinas, aporta su incómoda verborrea de coach con ínfulas seudotrascentales, incluidos bailecitos con música pachanguera y los pertinentes masajes a la nieta. Un contrapunto a las cuestiones fundamentales que se están cociendo en los megabytes de ese aparatejo que no para de enfocarlos. Juan Mayorga lanza sus piezas y de estas descubre otras que pueden iniciar caminos sin retorno, equívocos, falsos encuentros. Qué es cierto y qué inventado, se torna un imposible que se va enredando y en ese enredo hay, quizás, demasiada dependencia de la declaración ante la cámara, ante esa omnipresente camarita que lo quiere saber todo y ante la que cada uno se presta a revelar secretos y a preguntar lo más indiscreto para dar paso a procesos detectivescos que no terminan de concretarse o que fuerzan su encaje. Las grandes entrevistas, tal y como le ha enseñado su profesor de filosofía a su alumna, deben buscar la grieta, ese resquicio por el que meter la mano hasta las entrañas de la esencia del entrevistado, igual que Sócrates, como una partera que debe extraer el fruto con su pericia. Es a través de esa grieta por la que Alicia Hermida muestra su inventada (o no) historia de amor, su tristeza por una vida insulsa, su demencia y su ternura cuando se abraza a su fisio, Mauricio, para bailar como no lo hizo nunca con su marido. Tras la representación, al encender la tele, Jordi Évole entrevistaba a los protagonistas fundamentales del 23F para fingir un relato de lo auténticamente acontecido aquella noche, para dar pábulo a los conspiranoicos; un experimento que jugó con nuestras huellas mnémicas. Lo que ambos indagadores, Mayorga o Évole, buscan, desde la televisión o desde el teatro, es la verdad inasible en la grieta.
El arte de la entrevista
Autor: Juan Mayorga
Dirección: Juan José Afonso
Reparto: Ramón Esquinas, Alicia Hermida, Luisa Martín y Elena Rivera
Escenografía y vestuario: Elisa Sanz
Teatro María Guerrero (Madrid)
Hasta el 13 de abril
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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