La Joven presenta su primer monólogo, una adaptación de los diarios de Petr Ginz, un talentoso muchacho de catorce años que vivió en la Praga ocupada por los nazis

Cuando hablamos de una «masa» ingente de muertos, un amasijo infame, uno se abruma y se siente impotente para discriminar entre cada una de las individualidades. Conocer alguna historia concreta y particular, aunque sea nimia, nos sirve para acentuar mucho más lo terrible de la hecatombe. Y sí, estamos ya bastante acostumbrados a contemplar obras sobre el nazismo; pero también es cierto que no paran de angustiarnos, porque comprendemos que no es imposible que algo así vuelva a ocurrir. Hace unos meses, en las Naves del Matadero, se representó Un hombre de paso, donde se relataba —como ya había desarrollado Juan Mayorga en su obra Himmelweg— aquella farsa de los nazis en el campo de concentración de Terezín (Theresienstadt), cuando embellecieron el lugar y le dieron un aire de normalidad que convenció a la Cruz Roja en una de sus visitas. Ahora nos situamos, para llegar al mismo lugar, al mismo horror, desde la perspectiva de un adolescente llamado Petr Ginz. Sigue leyendo
Esta historia trata, ante todo, de la pobreza. De cómo vive un homosexual en la podredumbre. Que va de la pobreza se entiende si uno no se deja arrastrar por las corrientes de «pensamiento» actuales. Luego, el lector, confirma en el epílogo que fuera del pueblo depauperado las cosas son de otra manera. ¿Acaso no hay homofobia en las clases medias? Por supuesto, pero en un grado muy menor. ¿O acaso la educación, el civismo, la instrucción en un ambiente de bienestar, no sirven para nada? Ya que esta obra forma parte de un proyecto educativo, así que su confianza en la transformación —muy ilusa, ya se lo digo yo— en la educación, es importante. Con algunos pueblos, con algunas ciudades de provincias, pasa igual que con los barrios opresivos que son como sectas; aunque luego, en muchos casos, ciertos partidos políticos tomen esa putrefacción moral como sello de pedigrí supuestamente anticlasista: «Ser de barrio X» (genuinidad a costa de distintos ostracismos). Teatralmente esto se quiso desarrollar en 
