La función por hacer

La obra que hace años puso en marcha el espíritu Kamikaze regresa con el mismo vigor

Foto de Emilio Gómez
Foto de Emilio Gómez

En realidad, todo empieza por aquí. Es esta la verdadera pieza fundacional de los Kamikaze, y esta debería ser considerada el auténtico disparo de salida y no Idiota, con la que han reinaugurado El Pavón. Con La función por hacer encontramos los primeros elementos fuertes de un estilo que impregnará el resto de obras de la compañía (Misántropo, Hamlet…) y que tiene que ver, entre otras cosas, con el punto de vista, con cambiar la perspectiva sobre algunos clásicos para que nosotros podamos integrar con modernidad ese acontecimiento artístico. Claramente, insisto, supone un símbolo, al fin y al cabo, este es un proyecto sobre el propio hecho teatral, sobre la entidad de los actores y de los personajes, sobre la participación del público en el hecho creativo, es, en definitiva, una ontología sobre el arte dramático. Sigue leyendo

Idiota

La Compañía Kamikaze reabre el Teatro Pavón con este thriller psicológico de Jordi Casanovas

Foto de Vanesa Rabade
Foto de Vanesa Rabade

Ahí estábamos, frente a los cuatro insensatos que han tenido por deseo emprender esta aventura de dirigir El Pavón Teatro Kamikaze. Cuatro audaces, cada uno con una camiseta de un color distinto como si quisieran representar los cuatro elementos: Israel Elejalde, Miguel del Arco, Aitor Tejada y Jordi Buxó nos dan la bienvenida. Cuentan con un repertorio que garantiza la calidad de esta próxima temporada y se presentan con una obra digamos que, por diversas cuestiones, algo ajena a sus presupuestos. Idiota, el texto teatral escrito por Jordi Casanovas, se inserta dentro de eso que se ha denominado thriller psicológico y que fundamentalmente ha triunfado en el cine con títulos como Cube (1997) o The Game (1997), por ejemplo, y por nuestros lares Concursante (2007) o, en las tablas, El método Grönholm (2003) (de alguna manera, orientado más al drama, La fundación, de Buero Vallejo); además, últimamente, en la televisión, si nos fijamos en serie cercanas, hemos podido ver Quantico. Sigue leyendo

Sueño de una noche de verano

Darío Facal presenta esta famosa comedia de Shakespeare con una renovada apuesta por la parodia

Foto de Elisa Abión
Foto de Elisa Abión

Durante esta temporada ya hemos tenido oportunidad de asistir a una versión de Sueño de una noche de verano. Los coreanos, dirigidos por Jung-Ung Yang, se inclinaron por una mezcolanza animista más propia de un divertimento callejero que de una aproximación trascendente de la comedia shakesperiana. Darío Facal, afortunadamente, ha vuelto a renovar con su mirada de farsa (conecta muy bien estéticamente con el montaje de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín que nos regaló hace poco unos meses) las historias de amor, naturaleza y metateatro que bordó el bardo con gran genio. Pero… ¿quién es, en verdad, el protagonista? Muchos y ninguno. Hasta tres hilos argumentales se ponen en funcionamiento, muy bien recortados para que la fluidez sea máxima durante la hora y media larga que dura el montaje. Por un lado, contamos, en Atenas, con la presencia de Hipólita (llevada por Carmen Conesa con serenidad; luego, como Titania, aportará un toque erótico a través de su vestimenta) y Teseo (Alejandro Sigüenza sigue a su compañera con la altivez bondadosa propia de su personaje y, después, bien malicioso en el papel de Oberón), el duque y la reina de las amazonas están a punto de casarse, pero antes de que se celebren los fastos, deben mediar en un conflicto de compromisos maritales fallidos. Egeo, un caballero, no puede aceptar que su hija, Hermia, desee a Lisandro en menoscabo de Demetrio, de quien está enamorada Helena. Dos parejas destinadas al equívoco dentro del bosque en el que las hadas y los duendes hacen de las suyas, mientras Cupido cumple con su labor. En otro plano participan, como ya se ha comentado, en el interior de la frondosidad, los reyes Titania y Oberón en disputa. Sigue leyendo

Reina Juana

Nuevamente Concha Velasco nos ofrece una maravillosa interpretación que se percibe como colofón a su carrera

Foto de Sergio Parra
Foto de Sergio Parra

A estas alturas la fascinación que genera Concha Velasco en el mundo teatral ha provocado que aquello que vemos en escena sea un fetiche. Alguien que trasciende a su personaje y que se funde a él ante los ojos de cualquier espectador. Es Juana I de Castilla, pero es indefectiblemente la Velasco, y ambas vienen cargadas de historia y mito. Si comenzamos por el final diremos que el público de La Abadía se puso en pie ipso facto y que ella paró los aplausos para departir con el respetable y agradecerle tal comunión. Seguramente haya que tomarse esta Reina Juana como un homenaje en vida ─cuando debe ser─ a una actriz inconmensurable. Para qué premios, lo ideal es regalarle un texto atrayente, lírico, repleto de reverberaciones, flashbacks y recreaciones que concentren las esencias de una reina mítica a su manera. De esta forma, Ernesto Caballero como autor y Gerardo Vera en la parte directiva, han enmascarado a la actriz de Juana la Loca, una mujer que llegó a vivir setenta y cinco años, pero que estuvo recluida desde 1509 hasta 1555 en Tordesillas. Sigue leyendo

Hamlet

Israel Elejalde hace un virtuoso príncipe de Dinamarca con giros estupefacientes

Foto de Ceferino López
Foto de Ceferino López

Una cama y el sueño se citan en duelo hasta que se transforman en fosa y realidad. El preámbulo a la duda metódica cartesiana y el descubrimiento de la ensoñación calderoniana que hoy contribuyen a que la obra literariamente más rica de Shakespeare se observe en toda su dimensión. Miguel del Arco se ha esforzado en crear un ambiente estrictamente onírico desde el principio, que alcanza mediante proyecciones un tanto psicodélicas sobre las cortinas que nos separan de algunas acciones nubladas. ¿Es locura el fingimiento de Hamlet o es la cuna balanceada por Morfeo la que mece el devenir del príncipe herido en su orgullo y en su honor? Sigue leyendo

De algún tiempo a esta parte

Se presenta por primera vez el inmenso monólogo de Max Aub sobre el dolor en las guerras

de_algun_tiempo_escena_09-okRecuperar esta obra para subirla a las tablas de esta manera en el Teatro Español es todo un acontecimiento que llega sin armar mucho revuelo. En la intimidad que procura la Sala Margarita Xirgu, la pequeña, una bomba ha hundido el techo de un piso. Debajo, entre escombros, una mujer se cuenta, se recuerda y se ausculta sometida por el dolor de las pérdidas. Estamos en Viena, en 1938. “Tengo las manos agarrotadas; las puedo mirar como si no fuesen mías, rojas, oscuras. Y yo estudié, mi título estaba en un marco de caoba… Era en la otra vida”, afirma, nada más empezar. Su marido ha sido asesinado durante el Anschluss (proceso de anexión de Austria a la Alemania nazi). A su hijo lo habían matado durante la guerra civil en España poco antes y ella no sabe aún ─y le reconcome la conciencia─ si pertenecía a un bando o a otro («Daría cualquier cosa por saber si Samuel llegó a ser de ellos o no»). Max Aub (1903-1972) es un novelista, dramaturgo y ensayista, que se puede considerar más español que de cualquier otro país en el que vivió sencillamente porque aquí hizo el bachillerato, escribió este monólogo en París en 1939. Tardó diez años en publicarse. En él refleja la vida de una anciana (aunque aquí Carmen Conesa no lo parezca) llamada Emma Blumenthal, que dialoga con las sombras, con el espíritu difuso de su marido, con las huellas de su hijo, con la vida feliz de los burgueses de antes de todo aquello. «Otras veces pienso que si nuestros padres no hubiesen cambiado de religión…». Se indigna ante la injusticia de que se llevaran a su esposo por cuestiones de política, de raza. Presenciamos un balanceo entre las vivencias que la sostienen cuerda, de un devenir apacible, y todas las sensaciones que se agolpan en el presente con la humedad, la decrepitud y la suciedad. Es un texto cargado de melancolía y de manifestaciones profundas sobre lo absurdo de las guerras. Sigue leyendo

Antígona

Carmen Machi se transforma en Creonte para ofrecer una perspectiva inédita del clásico griego

Foto de Luis Castilla
Foto de Luis Castilla

La tragedia de Sófocles expone la dialéctica entre la ley y la familia, aunque el verdadero trasfondo es la religión. Nunca debemos olvidar que en la antigua Hélade la creencia en diversos dioses y supersticiones formaban parte preeminente de aquella sociedad. A veces se cae en el error de pensar en los griegos como ilustrados racionalistas. Hasta qué punto el derecho que construye la política de Tebas está comandado más por el deseo de los dioses que por una reflexión acerca de la justicia. Sigue leyendo

La puta enamorada

La belleza, el amor y el poder suben a escena de la mano de Velázquez y la Calderona

A1-34055290.jpgLa certeza es el cuadro de La venus del espejo (actualmente expuesto en la National Gallery) y la ficción, mucha ficción, es la vida imaginada de Diego Velázquez y de María Calderón, la Calderona (amante de Felipe IV), en el Madrid maloliente donde transcurre el encuentro entre los dos personajes. Digamos que el texto es un gran juego barroco al que no hay que buscarle razones a sus anacronismos, porque de lo que se trata es de crear un mecanismo donde la belleza, el amor y la picardía quevedesca establezcan una dialéctica a tres bandas bajo el contexto del siglo XVII, cuando Calderón de la Barca comenzaba a despuntar y la Plaza Mayor humeaba interminablemente. Sigue leyendo

La violación de Lucrecia

Regresa a la escena madrileña uno de los éxitos de la temporada anterior, La violación de Lucrecia

Foto de Javier Naval
Foto de Javier Naval

La presencia de Nuria Espert en el escenario, apenas acompañada de una mesilla, una butaca y la velada cama detrás, ya impone lo suficiente, si además, tras un breve prólogo metaliterario (conversación de móvil mediante) marca de la casa Miguel del Arco, asistimos a una corriente de flujo, un vaivén tremebundo de voces encima de las tablas, el verso de Shakespeare metamorfoseándose en la boca de nuestra primera actriz, desde el narrador con su tensión in crescendo (esquinas, recovecos y centros de luz hasta el detalle), pasando por la testosterona de Tarquino, por la desesperación de Lucrecia, por la terrible constatación de Colatino (su esposo), hasta llegar al dolor, a la muerte y a una honra llena de sangre. Fluye el texto, la estrofa, el diálogo de los personajes multiplicados en una sola mujer, arrebatada, violada, mancillada, símbolo de una decadencia romana y momento transicional hacia la república. Sigue leyendo