Coriolano

Antonio Simón cuenta con un buen elenco para dirigir esta tragedia de Shakespeare en los Teatros del Canal

Coriolano – Foto de Jero Morales

Si a principio de temporada daba cuenta de la versión contemporánea ofrecida por Emilio del Valle, ahora llega la mirada más ajustada al original de Antonio Simón para trazar la biografía de héroe. Ambas propuestas dialogan, en cualquier caso, con nuestro presente. Es fácil encontrar líderes por doquier tan ambiciosos como nuestro protagonista rodeado de grupos igualmente pertinaces. Volvemos a encontrarnos, por lo tanto, con una función que sobresale, ante todo, porque el elenco está configurado por actores y actrices de gran solvencia. Creo que Roberto Enríquez es una estrella de la interpretación teatral que no está considerado como se debe. No hará ni unos meses cuando demostró sus habilidades en Los cuernos de don Friolera. Sigue leyendo

Arder y no quemarse

El mismísimo Teatro Español es conmemorado en su 440º aniversario a través de un recorrido por sus grandes hitos en un espectáculo muy emotivo

Arder y no quemarse - Foto de Esmeralda Martín
Foto de Esmeralda Martín

Abarcar todo lo transcurrido en el espacio que hoy llamamos Teatro Español es harto imposible. Lo que sí tengo claro es que el estreno de Arder y no quemarse fue verdaderamente especial e irrepetible. A través de una docuficción, el elenco simula lo acontecido en incendio que se produjo el domingo 19 de octubre de 1975, mientras se estaba ensayando la obra 7000 gallinas y un camello, de Jesús Campos (uno de los asistentes a nuestra representación). Se introducen los reporteros de Televisión Española a indagar sobre las causas. Este, desde luego, no será el único de los estilos que se pondrán en marcha dentro de esta función. Sigue leyendo

El pato salvaje

Una adaptación del texto de Ibsen que se sobreexplica y se suaviza para embarcarnos en un espectáculo más melancólico que trágico

El pato salvaje - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

Modernizar un clásico próximo en el tiempo conlleva el riesgo inequívoco de no poder innovar demasiado; porque, de alguna manera, algunos modos siguen vigentes y las posibles sustituciones resultan ineficaces. En el drama que nos compete, me atrevería a aseverar que Pablo Rosal ha caído no ya en los vicios de la posmodernidad, sino en la depresión que parece atenazarnos en la actualidad. Todas las expresiones de fortaleza que Ibsen impone —ante todo clasistas—, y todos esos sentimientos de melancolía y hasta vesania en los perdedores, quedan suavizamos por pasiones algo mediocres. El noruego, al igual que Chéjov, trabajaba con un tamiz elidido que iba puliendo las asperezas hasta que brotaba la esencia y se producía la catarsis. No sabemos qué ocurre, primeramente, porque las cartas ya se han repartido y no entendemos del todo el juego que está en liza. Sigue leyendo

Numancia

La compañía Nao d´amores representa la gran tragedia de Cervantes desde una estética austera donde sobresale la música

Numancia - Foto de Sergio Parra
Foto de Sergio Parra

Muy distinta, desde luego, es esta Numancia de aquella que presentó Pérez de la Fuente en 2016 en el Teatro Español. Ana Zamora ha hecho una apuesta austera, y diría que excesivamente purista en las cuestiones fonológicas. Al espectador le chocará, en primera instancia, que la pronunciación le suene tan «medieval». Más allá de que se ha querido afinar con la «supuesta» forma de pronunciar que tenía Cervantes al escribir su tragedia alrededor de 1585, en un periodo de asentamiento de la lengua y algunos cambios en las sibilantes, por ejemplo, que generan dudas en cuanto a su dimensión regional. Quizás se esté especulando con la pronunciación de algunos sonidos de una manera innecesaria. Da la impresión de que se quiere trasladar el aura medivalizante y renacentista de los habituales trabajos de Nao d´amores. Sigue leyendo

Troyanas

Ángeles González-Sinde y Adriana Ozores han realizado una magnífica propuesta sobre la tragedia de Séneca

Troyanas - Foto de Sergio ParraEstá claro que la pujanza en los últimos tiempos del feminismo no solo provoca miradas desde otra consciencia, sino que se buscan temas y conflictos donde las mujeres sean las protagonistas. De hecho, sobre las Troyanas de Eurípides ya se realizó una adaptación en 2017 en esa línea. Sobre la tragedia de Séneca se han realizado menos puestas en escena; así es que resulta una buena oportunidad esta que nos brinda el Teatro de la Comedia para aproximarnos a su particular concepción. Aquí la dramaturgia y la intervención en el texto de Ángeles González-Sinde potencia aún más la presencia femenina y toma una serie de riesgos que, a la postre, la convierten en un magnífico proyecto. Primero, sacar a escena a un chavalín de unos diez años (algunos menos debería tener) para declamar un prólogo elocuente (la elocuencia que se le puede exigir a un muchacho de esa edad) es jugarse un comienzo torpe. No es brillante; pero el asunto se solventa con la suficiente sobriedad como para que entremos en materia con hondura. Sigue leyendo

Delicuescente Eva

Javier Lara cierra su trilogía con una obra alegórica y autoficcional que lo enfrenta a su hermana en un duelo catártico

Cuando uno empieza a zambullirse en la aprehensión de ese bosque umbroso donde se dirimen los pecados originales; un cierto caos se ha aposentado sobre la función y los posibles ventanos de claridad se van cerrando hasta dejar epitafios sobrevolando que reducen el posible argumento a un amasijo de vehículo accidentado. Javier Lara es otro representante de la autoficción española (otro más) y con esta obra cierra una trilogía titulada Lo propio. La primera pieza fue Mi pasado en B (desgraciadamente me la perdí) y la segunda Scratch, que abordaba de manera extraordinaria la caída al infierno del hermano. Delicuescente Eva habla de la tradición, de la cultura, de los códigos familiares y, en definitiva, de esa educación que recibimos en casa y en la escuela, y que nos determina y que nos empasta con un país que, a su vez, regurgita y retroalimenta el espíritu y la sustancia de esa formación. Dos hermanos se encuentran en un bosque, sostienen sendas linternas como si fueran dos detectives privados a punto de emprender una investigación. ¿Un accidente de automóvil? Él apareció en llamas. Nos hemos adentrado en un sueño, en una alegoría, en la búsqueda de una génesis. Natalia Huarte, quien se mueve por la escena como si una embriagadora comodidad la sostuviera, es un personaje metamórfico, etéreo, una serpiente andrógina que juguetea con las manzanas en aquel edén demoniaco. Sigue leyendo

Sueños y visiones de Rodrigo Rato

El ambigú del Teatro Kamikaze acoge esta dramatización satírica de la vida del político español

Foto de Vanessa Rábade
Foto de Vanessa Rábade

Estamos tan necesitados de salvadores que cualquier individuo que es elevado a los altares de los nuevos templos ―llámese Fondo Monetario Internacional―, que enseguida nos cegamos ante su buena nueva. Si es de los nuestros nos quedamos sin excusa para no invertir en él y en su negocio lógicamente fértil. Así dio cuenta de ello hace años con su DioS K, Antonio Rojano, para retratar a Dominique Strauss-Khan. Ahora le toca a su antecesor Rodrigo Rato caer del podio en una especulación dramática. Y quien más y quien menos tendrá fresca su historia y, si aún sigue leyendo la prensa, habrá podido descubrir o rememorar sus antecedentes familiares. El dispositivo ―ya habitual en Pablo Remón, ahora en compañía de Roberto Martín Maiztegui― juega con todos los elementos y las características tan propias del cine que nos ha engatusado en los últimos veinte años. Ya sabemos: ritmo de rock and roll para una prosa electrizante, una ironía sagaz que va puntualizando este vía crucis con sus catorce capítulos perfectamente medidos, con sus grandes dosis de distanciamiento teatral para ganar en falsa modestia, tirarse el rollo con los rasgos de la verosimilitud puesta en tela de juicio, la narración informadora y explicativa para que nadie se pierda, la descripción caricaturesca de situaciones tan conocidas como estrafalarias, sacar punta a lo inverosímil, pegarse a la realidad consabida por el respetable para confraternizar con él. Sigue leyendo

Mercaderes de Babel

Jose Padilla adapta El mercader de Venecia para deconstruir el juicio a Shylock y cuestionar su validez hoy en día

Foto de Ana Pizarro

Las referencias más cercanas y habituales en relación a esta obra nos llevan a la versión cinematográfica de Michael Radford con Al Pacino de protagonista, y a la adaptación teatral de la Compañía Noviembre que presentó hace unos años, con la sobresaliente actuación de Arturo Querejeta. Por otra parte, entronca estéticamente con las propuestas de Venezia Teatro (véase Los desvaríos del veraneo) y con la insistencia posmoderna y moralista de fustigarse al reponer una obra con claros tintes antisemitas. Un pedir perdón por tamaña tropelía artística (con la que ha caído durante el siglo XX). Es un enfoque que ya hemos percibido en otras ocasiones en los últimos años (véase La fierecilla domada, de La Dalia Negra). Así que la versión de Jose Padilla es una pretendida deconstrucción del clásico shakesperiano a modo de juicio del propio juicio a Shylock. Desgraciadamente el desastre no se hace esperar. Para justificar lo visto en el estreno podemos aducir que se presenta un montaje incipiente, en absoluto terminado (Carlos Aladro, nuevo director del Teatro de La Abadía, lo presentará allí en octubre), una cosa low cost para los de Complutum. O quizás esto es exactamente lo que han querido realizar, no sé. El recorte de subtramas y del propio argumento es enorme, y los saltos en el tiempo hacia atrás y hacia adelante generan desconcierto en los espectadores menos avisados, y la incredulidad se extiende. La historia se centra esencialmente en el proceso donde Antonio, quien está próximo a la ruina, y el judío dirimen su enfrentamiento por el préstamo que el primero debe pagar. Sigue leyendo

La ternura

Parodia basada en las comedias de Shakespeare con un enredo sobre leñadores y princesas

Vuelve Alfredo Sanzol por los fueros donde mejor se desenvuelve. Y es que la seña primordial del dramaturgo navarro es su peculiar veta humorística, que vendría caracterizada por el desparrame, por la exageración y por el choque abrupto dentro de una situación habitual. Así comenzó su auténtico éxito en el 2008 con Sí, pero no lo soy, una obra descacharrante en la que se inmiscuía en las cotidianas rarezas de nuestro mundo contemporáneo; iba del particularismo local al azote general con auténtica destreza. En esta misma línea —bajo la estructura de sketchs engarzados—, presentó Días estupendos, concentrada en las aventuras veraniegas de unos jóvenes en un ambiente que termina por ser entrañable. A estas debemos sumar Delicadas y En la luna, con las que cerraríamos esta etapa marcada por su afán a la hora de interrelacionar historias con ese humor tan característico, que ha mantenido en trabajos posteriores cuando ha emprendido tramas con desarrollos más lineales, apartados de lo poliédrico (Aventura! o La calma mágica). Sigue leyendo