Leonardo Sbaraglia protagoniza esta adaptación demediada de Daniel Veronese sobre la novela de Jacobo Bergareche

Está claro que una obra podemos juzgarla y apreciarla en su unicidad; pero también es verdad que difícilmente podremos obviar que, como ocurre en este caso, nos han usurpado demasiado del original. O sea, si usted ha leído novela de Jacobo Bergareche puede que se sienta estafado. Porque Daniel Veronese ha considerado que con la mitad le valía para montar el espectáculo. A mí me parece que le ha quedado un texto un tanto raquítico en la sustancia que se destila. Pongamos contexto: la susodicha obra está compuesta por dos extensas cartas de un tal Luis, una especie de álter ego del escritor (y de tantos otros cuarentañeros en crisis matrimonial). Sigue leyendo
Posee este espectáculo una contradictoria amalgama de sustancias dramáticas. Si me quedo con la experiencia directa, circunstancial, algo de tedio y de pretensiones consabidas surgen; porque el andamiaje discurre sobre el costumbrismo de nuestros días y las cuitas tan explotadas por la comedia (pequeño)burguesa que abarrota las salas comerciales. Si a eso le añadimos un discurrir moroso y, por momentos, insufrible; entonces, concluyo que es una obra más. Pero hete aquí que, una vez nos detenemos a recapacitar sobre lo acontecido, y apartamos todos esos aderezos humorísticos que, desde luego, divierten, podemos hallar rasgos de una pieza ingeniosa. 


El director argentino Daniel Veronese lleva años cosechando elogios más que merecidos por su labor al frente de grandes éxitos. Es significativo que sepa moverse con soltura tanto con obras más efectistas como El método Grönholm, como en intervenciones dramatúrgicas mucho más hondas ―sirva el ejemplo de 