Una obra sublime que profundiza en el vacío existencial de una generación en crisis
Que una pareja haya discutido y se haya separado no es razón suficiente para cuestionarse la existencia en un mundo que quizás sea más hostil del que se habían imaginado. Sea usted libre, amigo, cuestione la religión, el amor, las relaciones sociales, la cultura que le rodea, imbúyase del espíritu nihilista, vacíese y, luego, pregúntese por la felicidad y por la seguridad, y respóndase sin contravenir sus principios instituidos profundamente. Los dos protagonistas pretenden agarrarse a algo: una vivencia, «la amistad» —se afirma—, una canción (como la que da título a la obra, compuesta por el grupo Triana) a comer y a dormir bien —se propone. Sé de un lugar, escrita por Iván Morales, aproxima al teatro los análisis que Freud expuso en El malestar en la cultura. A lo largo de la función encontramos referencias a la religión: «A Dios lo mató un señor alemán»; manifestaciones acerca del amor, dejando claro, tal y como afirmó el psicoanalista vienés, que es el momento en el que nos hallamos más a merced del sufrimiento. También, las alusiones kafkianas pasean por el escenario con Simón escondido debajo de la mesa, encerrado en su piso, envuelto en la paranoia de modernidad que lo ha infectado. Por otro lado, el existencialismo sartreano tonifica la consecución de los avatares, no hay más que escuchar a Béré categorizando acerca de su libertad conquistada y desmoronándose a continuación, angustiada. Los dos personajes buscan un lugar en el mundo, un desarrollo, un placer, aunque quizá ese lugar no exista y la desesperación aparezca con soluciones tajantes. Partiendo de que unos cuantos espectadores se alojan en el escenario, en el piso, en el caos, en la mierda y en la cotidianidad; los personajes habitan entre los asistentes e, incluso, un tercer personaje es «interpretado» por alguien de ese mismo público. Participamos de una conexión corporal, de un descubrimiento introspectivo de dos actores que viven su crisis con tal entrega y con tal cantidad de alusiones a nuestro presente de inconsistencia, que resulta imposible no empatizar con ellos. Xavier Sàez ofrece sus carencias emocionales con una pertinaz amalgama de gestos que van dando cuenta de sus procesos catárticos. Mientras, Anna Alarcón, con un tono macarra que alcanza en momentos el histrionismo, discurre por el teatro con la comodidad de alguien que mora consistentemente en su personaje. Él viaja hacia la oscuridad de su mesa, ella sueña con alcanzar Malasia. Huyen al mismo tiempo que la canción de Triana les recuerda que: «Sé de un lugar… donde el niño que nace es feliz». Una generación arrojada al supuesto espacio de libertad en el que uno se realiza y que, muerta de miedo, al no saber manejarse en la selva, inventa un pasado para regocijarse en la nostalgia. Y esto lo ha sabido expresar Iván Morales —con sus actores— como nadie en los últimos años.
Texto y dirección: Iván Morales
Intérpretes: Anna Alarcón, Xavier Sàez
Ayudante de dirección: Lali Àlvarez
Asesoramiento físico: Joana Rañé
2.0: Juanjo Maria Tarrasón
Sala Cuarta Pared (Madrid)
Hasta el 21 de septiembre de 2014
Calificación: ♦♦♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:
7 comentarios en “Sé de un lugar”