Juan José Afonso ofrece una versión del clásico basada en un sólido trabajo actoral
No hay obra de teatro de Eugene O´Neill que demuestre con mejor tino el proceso de implosión familiar que Largo viaje del día hacia la noche (también conocida como Largo viaje hacia la noche). Es un ejemplo para cualquier escritor de cómo se debe dosificar la información, de cómo el pasado debe ir penetrando en los diálogos evitando que los personajes se conviertan en narradores. Esto, generalmente, implica que la obra dure más, que el ritmo sea más lento y así ocurre con esta función que llega hasta las dos horas y cuarto. La duración es una virtud. Podríamos sentarnos en la butaca sabiendo que lo que vamos a contemplar es una cuasi autobiografía de O´Neill en un día de 1912, aunque escrita en 1940 (considera: «creo que es la mejor obra que he escrito». Considera, también, que no debería representarse hasta que pasaran veinticinco años; algo que no ocurrió), saber cómo fue su vida y, aun así, aceptar que las familias tienen tabúes, códigos y maneras que se pueden revelar de sopetón. La escenografía se compone, fundamentalmente, de una plataforma de madera ovalada que metafóricamente flota en un mar de whiskey irlandés. Sencillez y efectividad. Mario Gas interpreta al padre, un actor, un hombre de teatro; de todo el elenco es el que mejor atrapa el tono desde el principio. Su fuerza está en la contención dialogante y la brava energía de su cuerpo en su posición de paterfamilias. Vicky Peña comienza con timidez, pero resulta, al final, el personaje más redondo, complejo y desdichado. Un pasto de morfina, locura y amor de madre inconmensurable. Uno de los centros de atención es Edmund Tyrone, el hijo menor, enfermo de tuberculosis, encarnado por Juan Díaz que logra una gran interpretación según se va acercando el final. Alberto Iglesias da cabida a su hermano mayor, Jamie, configurando una apostura dramática muy madura, incluso cuando el alcohol hace mella. Finalmente, Mamen Camacho interpreta a la criada, ofreciendo un pequeño contrapunto cómico que suaviza las tensiones que se van manifestando. Un proceso catártico tanto en la escena como en la platea. Una comunión vitalista de lo que un clásico atesora: verdad y profundo sondeo de conciencia. O´Neill, que estaba muy interesado en el psicoanálisis freudiano y en el monólogo interior joyceano, escarba en las entrañas de sus personajes, de su propia familia, de él mismo, para extraer las miserias en una especie de ritual destinado a mirar la vida cara a cara. Nosotros, como espectadores, acompañamos la función entre el aturdimiento de la sirena del faro y la tensión melodramática de unos actores entregados en cuerpo y alma a lo largo de una intensa jornada.
El largo viaje del día hacia la noche
Autor: Eugene O`Neill
Versión: Borja Ortiz de Gondra
Dirección: Juan José Afonso
Reparto: Mario Gas, Vicky Peña, Alberto Iglesias, Juan Díaz y Mamen Camacho
Escenografía y vestuario: Elisa Sanz
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo Sánchez
Vídeo: Eduardo Moreno
Ayudante Dirección: Laura Ortega
Produce: Grupo Marquina
Teatro Marquina (Madrid)
Desde el 4 de septiembre de 2014
Calificación: ♦♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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