Jugadores, de Pau Miró, explora los avatares de unos individuos unidos por el póker
El juego y la soledad, o viceversa, sintonizan las vidas del profesor universitario, que accede a que su anticuado piso sirva como centro de reuniones, el actor fracasado, el enterrador enamorado de una prostituta ucraniana y un barbero en paro. Pau Miró desarrolla los personajes a través de tramas de alguna manera incompletas, con grandes elipsis que implican excesos narrativos en detrimento de la representación, para centrarse en la inconsistencia vital de cuatro hombres abocados a jugársela mientras la madurez los atraviesa. Nos enteramos de la denuncia que mantiene al profesor suspendido de empleo y sueldo, de que el barbero teme perder a su mujer, de que el actor no encaja en ningún papel y de que al enterrador le gustaría marcharse a Ucrania; pero nada de esto nos hace sospechar hacia dónde se dirige la obra. Ellos poseen los rasgos inequívocos de los jugadores y su constante aproximación al límite, al abismo y al riesgo con que frecuentemente se ganan las grandes partidas. La maestría de los cuatro actores, con tonos muy diversos, vertebran una función que se alimenta de sus extravagancias y miserias dosificadas en múltiples escenas. Miguel Rellán (disfrutamos de su buen hacer en su monólogo de Novecento) pone cocina, historia, liderazgo y sabiduría de profesor de matemáticas desconcertado por sucesos más propios de la parasicología, con una de sus clásicas y firmes actuaciones. El enterrador grita muy bien en la voz de Ginés García Millán (muy alejado del seductor en Kathie y el hipopótamo de la temporada anterior) cuando se ve exasperado ante la propuesta de sus compañeros y se lleva al personaje más redondo: enérgico y desdichado a partes iguales. El momento Dean Martin (muy ajustado a su rol de actorucho) se lo queda para él solito Luis Bermejo y también las situaciones más divertidas e íntimas (en sentido estricto). Finalmente, Jesús Castejón se lleva el papel más estereotipado como barbero recientemente despedido, sus miedos, digamos que son los más habituales dentro de los parados españoles que han superado la cincuentena. Corren la ginebra y los recuerdos mientras su adrenalina se pone en el disparadero dentro de unos cuerpos sin nombre que resultan más interesantes por su decadencia que por sus aventuras de cuadrilla. Jugadores planta cara a los vericuetos de la vida, pero ocurren demasiados episodios fuera de su cocina-refugio que se nos escapan y que, incluso, parecen inverosímiles.
Autor y director: Pau Miró
Reparto: Jesús Castejón, Luis Bermejo, Ginés García Millán y Miguel Rellán
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Escenografía: Enric Planas
Vestuario: Elisa Sanz
Producción: Producciones Teatrales Contemporáneas y Clece
Teatros del Canal (Madrid)
Hasta el 5 de octubre de 2014
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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