Declan Donnellan nos transforma en coro tebano para circundar la tragedia de este malhadado en los Teatros del Canal
Foto de Albert Dobrin
Resulta llamativo cómo en la última década, en España, se ha representado la gran tragedia de Sófocles. Podríamos recordar el Proyecto Edipo, de Gabriel Olivares o la versión tan estetizada de Bezerra y de Luque, o graciosa visión de la Companhia do Chapitô o, además, la estática de Sanzol, que contrasta tanto con la que ahora nos compete. Sigue leyendo →
Marta Poveda se pone al frente de comedia palatina de Lope de Vega recientemente descubierta en la Biblioteca Nacional
Foto de Pablo Lorente
Allá por 2015 presentó la Fundación Siglo de Oro la primera representación de Mujeres y criados, una obra de Lope que había sido hallada en la Biblioteca Nacional. Ahora hacen lo propio con La francesa Laura, producto de esas investigaciones que están desarrolladas con sistemas de inteligencia artificial y programas informáticos de alta precisión. Al frente de tal incursión han estado Álvaro Cuéllar y Germán Vega, quienes nos han dejado una excelente edición crítica de susodicho drama. Por lo visto, nos encontramos ante una comedia palatina seria perteneciente a los últimos años de trayectoria del dramaturgo madrileño.
Original es el contexto que nos descubrimos, pues se nos traslada al final de la Guerra de los Cien Años, a Francia. El mismo rey da comienzo al acto con un parlamento en el que propone el casamiento del Delfín con la hermana del monarca inglés. Ese es el marco de referencia; pero, en realidad, la trama principal nos entrega otra pareja, muy apasionada y feliz. El conde Arnaldo, a quien da vida Agus Ruiz, con su potencia y pujanza habitual, va a ser derruido por sus paranoicos celos. El tema del honor brota con enorme fuerza según se suceden los cuadros. Pues resulta que le han encomendado la misión de acudir al país insular para concretar las nupcias que terminen de amistar a los dos reinos. Su viaje servirá para que el príncipe entre en acción y corteje a Laura, la esposa del conde. Ángel Ramón Jiménez se queda con un papel falto de virilidad, un poco tontorrón, que el actor acoge con aire cómico. No parece un rival solvente, desde luego. Por su parte, la protagonista (comparta importancia con su esposo) es interpretada por Sheila Niño, con un tono bien perfilado, poderoso y de un erotismo que no decae. Afortunadamente, no se avanza como víctima, sino que juega su rol con donosura, agudeza y saber estar. Por ello es un personaje más creíble que su compañero. Ella se sostiene lo que puede, él se descompone por unas dudas enfermizas hasta el súmmum, como podrá comprobar el espectador en la conclusión de este drama que, ciertamente, como afirma la directora, Marta Poveda, quien ha dirigido con suficiente solvencia la pieza, debe considerarse tragedia. Yo también lo considero así. No es necesario alcanzar la muerte para que consideremos que el desenlace es trágico.
Quizás el mayor problema que tiene esta obra de Lope esté en la endeblez de las subtramas. Sí que podemos hallar buenas frases en Roberto, un sirviente, al que José Juan Sevilla da ironía y buen manejo; pero no se alcanza con él el típico humorismo de los criados. La pizca de humor sí la hallamos en la visita clandestina del Delfín a casa de Laura en su cuidadosa huida. Poco más. Celia, la criada de nuestra dama, es una encantadora Macarena Molina. Mientras que la Flordelís de Manuela Morales, infunde elegancia.
Por otra parte, encuentro cierto deslucimiento en la escena del baile y debería ser un momento de mayor profundidad erótica con el juego de máscaras allá en Inglaterra, cuando se encuentran los dos enamorados. Creo que no se llena el espacio con la grandiosidad esperada de una corte. Y después, el instante más angustioso, el envenenamiento, y el epílogo se engranan de una manera demasiado abrupta y contradictoria. Tan rápida que apenas la pobre Laura puede asumir su propia estupefacción.
Tampoco en la escenografía apreciamos nada reseñable, pues se ha optado por introducir en los Teatros del Canal un «recorte» de un corral de comedias, como si fuera Almagro. Más parece un decorado de circunstancias que luego encaje en el propio Corral Cervantes, en el barrio de Arganzuela, que es donde suelen hospedarse las propuestas de la nombrada Fundación estos años. En cualquier caso, sus dos pisos y las puertas dan funcionalidad. Igual que el vestuario, tan neutro en su blancura; aunque tenga unos detalles un tanto bobalicones como las tobilleras con brilli brilli.
Quizás el detalle coreográfico del preludio y algún gesto del mismo cariz posterior avanzan unas posibilidades expresivas que no permean la función y esto produce una discontinuidad, una carencia en el ritmo. Así que, entre pros y contras, podemos remarcar esa resolución tan acibarada con sus dosis de ambigüedad.
Angélica Liddell hace implosionar su obra con un soliloquio vesánico, para lamerse las heridas, en los Teatros del Canal
Foto de Christophe Raynaud de Lage
Hoy el genio es imposible y, de serlo, estará oculto de las estructuras de la sociedad de consumo. Quizá para descubrirlo haya de ser un iniciado. En los Teatros del Canal, en definitiva, no se puede hospedar en su escenario un genio. Acepto que Angélica Liddell, como romántica, no solo se reta con el diablo y con Dios para no sucumbir a la muerte y al desamor; sino que también acontece en duelo contra una cultura moderna que ha fagocitado todo hasta el sadismo y nos lo ha devuelto como suvenir. Así que de nada sirve que se haga cortes en las rodillas, vestida de negro como una gitana, mientras suena el casete de Las Grecas con su «Asingara»: «sin su amor no viviré», y que algún espectador se desmaye. Sigue leyendo →
El chileno Guillermo Calderón recupera su obra sobre la memoria de la dictadura en un montaje de gran concentración dialéctica
Foto de Pola González
Viene muy a cuento recuperar esta propuesta estrenada allá por 2011 ahora que se cumplen 50 años del golpe de estado en Chile. Es uno de los más terribles acontecimientos ocurridos en América que mejor se mantiene en la memoria, al menos en España (a pesar de que compita en efeméride con el otro 11S). Mucho ha hecho el cine, sin ir más lejos, no hace mucho se ha estrenado 1976, de Manuela Martelli, que tiene a la dictadura de fondo; o Machuca (2004), recuerdo. Pero también el teatro, pues Shock 1 recreaba documentalmente ese atentado ─recientemente se ha podido ver allá en Santiago. Esto es importante─. Sigue leyendo →
Andrés Lima y Albert Boronat ponen mucho ritmo a una de las obras más endebles de William Shakespeare
Foto de Pablo Lorente
Solo desde la locura y desde el desenfreno se puede enfocar esta obra de Shakespeare. Así lo entendieron los Propeller, cuando nos visitaron en 2011. No lo enfocaron así Alberto Castrillo-Ferrer y Carlota Pérez-Reverte con La comedia de los enredos que presentaron en el Matadero en 2016. Y es que esta obra que, como es sabido, se apoya en Los Menecmos de Plauto; recoge toda la tradición de las novelas bizantinas o griegas con esa cantidad de anagnórisis inverosímiles. Albert Boronat, responsable de la versión, ha intervenido el texto hasta el punto de favorecer un show directo, donde el público es plenamente partícipe; y en el que disciplinas más contemporáneas se ponen en perfecta organización para el disfrute del personal. Sigue leyendo →
La eutanasia es el tema central de este oscuro montaje de Norbert Rakowski, que no termina de concretarse en nada considerable
Cuando algunas propuestas dramáticas se arriman demasiado a esas instalaciones de arte conceptual que solemos encontrarnos en los museos contemporáneos, uno siente que, de alguna manera, no se quiere acometer la propia dialéctica teatral. Esto ocurre mucho en I´m Nowhere, la iniciativa polaca ─ con intervención española─, de Norbert Rakowski. El tema de la eutanasia es de sumo interés y de máxima actualidad. De hecho, es muy significativo que en nuestro país se haya logrado aprobar una ley que, hasta hace unos años, cuando estábamos enfrascados con el caso Ramón Sampedro, parecía relegado. Es fácil pensar que, a diferencia de los polacos, los españoles ─otrora garantes de las esencias del catolicismo─ que nos hemos ido secularizando, hayamos acometido el asunto ya con más «sensatez». Sigue leyendo →
Los Peeping Tom nos someten a una función performativa y banal, donde discurren por los vericuetos de la autoficción y el metateatro
Foto de Olympe Tits
¿Qué hacer con un público mayoritariamente puesto en pie y vociferando en la Sala Roja de los Teatros del Canal al finalizar la pieza? ¿Cómo no fascinarse con un enorme barco anclado en el hielo, varado, en una expresión de gigantismo hiperrealista? ¿Cómo deglutir un epílogo de veinte minutos con un tipo recurriendo a la bufonada para zanjar la nadería dramatúrgica? Sigue leyendo →
Vicky Luengo ofrece un estupendo trabajo actoral para encarnar a una abogada que ha sufrido una violación. Es, de hecho, el gran valor de la obra, en la órbita del movimiento #MeToo, firmada por Suzie Miller
Foto de Pablo Lorente
Viene esta obra a redundar en el estado paranoico de nuestra «cuestión». Y no me refiero ni al consentimiento, ni al caso Rubiales, ni a los que vengan; sino a cómo se juega con distintas teorías de la verdad (o de la falsedad) según nos convenga. En nuestra coctelera de la comunicación social entran las leyes ad hoc, la moral x y las emociones y, los prejuicios que sí o no, lo grabado, lo contado, los antecedentes, la presunción de inocencia, el sexo/género, las redes sociales, las inquisiciones contemporáneas y, como vamos a ver, mi yo, mis sentimientos, mi perspectiva, el POV (point of view) del personal impuesto como objetividad suprema, la del dios omnipresente. De esto va Prima Facie. Sigue leyendo →
La compañía catalana José y sus Hermanas vuelven a la carga con una performance que se cuestiona la hiperproducción y la creatividad en el mundo teatral
Foto de Silvia Poch
Aunque José y sus Hermanas bajan un escalón respecto a su anterior trabajo Explore el jardín de los Cárpatos, cuando todavía ponían a Franco como chivo expiatorio de casi todo (así fue también en las fallidas: Los bancos regalan sandwicheras y chorizos y Arma de construcción masiva), la compañía posee claras señas de identidad y demuestra ya su madurez. Van asentando un lenguaje que debiera tomar el relevo en insolencia, por ejemplo, a Rodrigo García. No sé si se permitirán la suficiente incorrección. Y dado el panorama de los que quieren epatarnos, estos poseen un desparpajo y una sutil originalidad que cada vez me atrae más. Y eso que me irrita ese brindis populista de sus jugueteos con el género (gramatical o sexual o yo qué sé). Sigue leyendo →