S 62° 58’, W 60° 39’

Los Peeping Tom nos someten a una función performativa y banal, donde discurren por los vericuetos de la autoficción y el metateatro

S 62° 58′, W 60° 39′ Foto de Olympe Tits, Peeping Tom_207
Foto de Olympe Tits

¿Qué hacer con un público mayoritariamente puesto en pie y vociferando en la Sala Roja de los Teatros del Canal al finalizar la pieza? ¿Cómo no fascinarse con un enorme barco anclado en el hielo, varado, en una expresión de gigantismo hiperrealista? ¿Cómo deglutir un epílogo de veinte minutos con un tipo recurriendo a la bufonada para zanjar la nadería dramatúrgica?

Esto de los Peeping Tom es una ridiculez sin gracia. Una copia más de todos aquellos que recurren a la autoficción y al metateatro, cuando carecen por completo de ideas. Los artistas tirando de comodín para seguir viviendo de la pasta gansa de los festivales y de los teatros públicos. Esta reiteración narcisista por la cual pretenden exprimir su prestigio, intentando demostrarnos que son gente auténtica. Aunque, quizás, debamos tomar esta propuesta como una bisagra, como una obra de transición hacia otros campos artísticos; porque, si somos honestos, y observamos por dónde se pilota en la escena contemporánea europea ─con la profusión, eso sí, del vídeo y del cine─ esto es una antigualla expresada con todo el aparataje escenográfico.

Si, directamente, hemos de inclinarnos por la visión cómica; entonces, no deja de ser una payasada sin fundamento crítico. Ahora, los Chiens de Navarre son quienes parecen ir más lejos en sus incursiones humorísticas, dada la atmósfera neoconservadora que nos atenaza. Los Peeping no saben qué decir, ni por dónde tirar. Es todo de una espontaneidad patética, donde cada interviniente frena para luchar contra un Dios en el Show de Truman (veremos que la sombra de Jim Carrey es alargada; aunque seguro que ni se lo han planteado).

Nos situamos en las coordenadas exactas de las aguas antárticas donde se halla la Isla Decepción (si no son terraplanistas, pueden echarle un vistazo en Google Earth). La paupérrima metáfora llega hasta ahí. Pura certeza. Es tan precaria que los primeros embates y tempestades no sirven para elaborar una dramaturgia más consistente. Pensar que de ese agitamiento en cubierta se puede transitar a la parálisis del propio montaje es tan absurdo como algunas de las pequeñas escenas que se ansían construir.

Quien entra en acción como un demiurgo es el propio director, Franck Chartier ─la temporada anterior ya vociferó desde los mandos Krystian Lupa en su Imagine─. Exponer sus cuitas como compañía, los caminos recorridos, su necesidad pirandelliana de acometer nuevamente sus personajes. Cualquier cosa puede ocurrir; porque cualquier estructura ha saltado por los aires. Así, en la vaguedad, Sam Louwyck ha reclamado para sí demostrar su habilidad para «morirse», después de que su compañera, Marie Gyselbrecht, haya hecho lo propio.

La interrupción es permanente. La incongruencia constante. El aburrimiento pasmoso. Quienes esperaran más danza apenas podrán deleitarse con algunos pasos. El español Chey Jurado grita fervorosamente para que le den libertad. Obtenemos de él un control corporal en algunos movimientos realmente portentosos. No obstante, en los chispazos cómicos, entre proclamas feministas trasnochadas («Viva la vulva», simple aliteración), y algunas motas de esperpento, parece que todo vaya destinado al epílogo. Este sirve para que el espectador, que casi no se ha carcajeado durante el resto del tiempo (la duración es de una hora y cincuenta minutos), olvide su tedio y compre con efusión un sketch que a mí me ha parecido el exabrupto escatológico de turno. Una mezcla infantil del histrionismo insuperable de Jim Carrey (vuelvo a él) en alguna de sus más célebres comedias de hace décadas, más los juegos de pitilín propios de Shin Chan. Romeu Runa rompe definitivamente la obra y la cuarta pared, con su cuerpo desgarbado e in púribus, para vociferar como un performer salvaje predispuesto para que le practiquemos una proctología mientras promete «follarnos» a todos. Como suele pasar, el flatus vocis. Nos quedamos con las ganas de que verdaderamente la hubiera emprendido con cada uno de los asistentes con una gran violación dramatúrgica, donde todo quedara en una elitista y ficticia cópula. Por fin, la fusión creador-espectador. Ya solo nos queda la pornografía.

Al final, alguna pulla destinada a Castellucci (también Romeo) y poco más. Ovación de los acérrimos que se niegan a ver al emperador desnudo (más evidencia es imposible). Vuelta al ruedo. Y garantizada su continuidad en el panorama. Hacer crítica es inútil. Eso sería conceder una sobre interpretación con los elementos dados que resultarían tópicos. Tendremos que recurrir a la sociología de nuestra situación.

S 62° 58’, W 60° 39’

Concepto y dirección: Franck Chartier

Creación e interpretación: Marie Gyselbrecht, Chey Jurado, Lauren Langlois/Yi-Chun Liu, Sam Louwyck, Romeu Runa, Dirk Boelens, con la ayuda de Eurudike De Beul

Asistencia artística: Yi-Chun Liu, Louis-Clément da Costa

Asistente de guion: Imogen Pickles

Composición de sonido y arreglos: Raphaëlle Latini

Escenografía: Justine Bougerol, Peeping Tom

Diseño de iluminación: Tom Visser

Coreografía: Yi-Chun Liu y Peeping Tom

Vestuario: Jessica Harkay, Peeping Tom

Asistencia artístico-técnica: Thomas Michaux

Creación técnica y atrezo: Technical creation and props: Filip Timmerman

Técnicos en gira: Filip Timmerman (regidor), Clément Michaux (primer técnico de escenario), Jo Heijens (sonido), Bram Geldhof (luces)

Asistencia técnica (creación): Ilias Johri

Coordinación técnica: Giuliana Rienzi

Construcción de escenografía: KVS-atelier, Peeping Tom

Becario: Arthur Demaret (iluminación)

Jefes de producción: Helena Casas, Rhuwe Verrept

Gerente en gira: Alina Benach Barceló

Jefes de comunicación: Sébastien Parizel, Lena Vercauteren

Gerente de la compañía: Veerle Mans

Producción: Peeping Tom

Coproducción: KVS – Koninklijke Vlaamse Schouwburg (Bruselas), Biennale de la Danse (Lyon), Teatros del Canal (Madrid), Théâtre de la Ville (París), The Barbican (Londres), Tanz Köln (Colonia), Festival Aperto/Fondazione I Teatri (Reggio Emilia), Torinodanza Festival/Teatro Stabile di Torino – Teatro Nazionale (Turín), Teatre Nacional de Catalunya (Barcelona), & Espoo theatre, Les Théâtres de la Ville de Luxembourg, CC De Factorij Zaventem.

Distribución: Frans Brood Productions

Teatros del Canal (Madrid)

Hasta el 5 de octubre de 2023

Calificación:

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2 comentarios en “S 62° 58’, W 60° 39’

  1. Me hace gracia, mucha gracia, que alguien que considera el bodrio de “El golem” una obra maestra y ovaciona el audiolibro de la telenovela argentina para marujas que recita Tolcachir en el Teatro de La Abadía hable de emperadores desnudos y critique a otros por gustarles algo que a él no le ha entusiasmado.

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