Auto de los inocentes

Un drama naíf sobre un campo de refugiados en España con el Auto de los Reyes Magos incluido

Que la apertura de la temporada en el Teatro de la Comedia, que se presuponía un plato fuerte con el que dar el aldabonazo de salida, se haya sustituido por un montaje que más parece indicado para la bonhomía que nos embarga en Navidad, es una cuestión que difícilmente se puede comprender. Tampoco se entiende muy bien hacia dónde quieren ir con su texto Pedro Víllora y José Carlos Plaza; es decir, si de verdad creen que han pergeñado una estructura dramática propicia para encajar como actividad lúdica en un campo de refugiados ¿en España? diversos textos barrocos y el anunciado Auto de los Reyes Magos que, recordemos contiene 147 versos nada más, y que se introduce de cualquier manera al final del montaje. ¿Es posible que alguien se haya enterado de qué cuenta este auto o los otros: fragmento del Auto de La vida es sueño, de Calderón y el Auto del Hospital de los locos, de Valdivieso? Quiero decir, evidentemente, en su dimensión sociocultural y literaria, pues son alegorías que necesitan un desarrollo y unos marcos referenciales que aquí no están. Primeramente, es necesario resaltar que el espectáculo es innecesariamente largo (dos horas) y que el tono es naíf, idealizante y poco creíble en la pesadumbre, el cansancio y la desesperación que se presume en un lugar así. Sigue leyendo

Anuncio publicitario

Casa de muñecas

José Gómez-Friha dirige una propuesta sobre este clásico que atempera las ansias individualistas de los protagonistas

Para lo que se ha hecho en los últimos años con el célebre drama de Henrik Ibsen —podemos recordar la desastrosa Mecánica y la visión tarantina de Ximo Flores—, esta versión de Pedro Víllora es bien comedida. Se juega con la atemporalidad del suceso; porque podríamos situarla en los años cincuenta del siglo pasado, pero también en otras fechas. Apenas poseemos detalles escenográficos para contextualizar certeramente. Es una marca de Venezia Teatro —así lo comprobamos en sus dos anteriores espectáculos: Los desvaríos del veraneo y Tartufo— trabajar con un espacio abierto en el que entran en liza muy pocos elementos. Aquí, por ejemplo, destaca el vestuario, principalmente el de la protagonista, que se va cambiando de vestidos, siempre incidiendo en el rosa, y que bien simboliza la mayor libertad con la que cuenta esta Nora. También muestran gusto y elegancia los atuendos del resto; los tonos oscuros en las chaquetas de ellos y la esbeltez que se potencia en Elsa González. Todo este diseño corre a cargo de Paola de Diego. Sigue leyendo

Barrio de las Letras

Un espectáculo literario carente de creación dramática sobre los afamados literatos que poblaron las callejuelas madrileñas

¿Es posible homenajear a un barrio en el que han vivido los escritores más célebres de este país con cuatro actores vestidos de gala como si acudieran a un recital? Por supuesto; pero no tiene el menor sentido. El espectáculo que se presenta en la Sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia forma parte de su programación. No es uno de esos montajes que patrocinan los ayuntamientos para celebrar algún aniversario y que así los políticos de turno se puedan hacer una foto con la gente de la Cultura. No, esto aspira a conmemorar la extraordinaria circunstancia de que tantos literatos durante siglos hayan convivido en un puñado de calles. La función se compone de una antología prototípica de textos expuestos a medio camino entre el recitado y el atisbo de interpretación. De hecho, lo primero que escucharán los espectadores es el famosísimo poema de Lope sobre cómo armar un soneto para, a continuación, ir encadenando a Cervantes, a Quevedo y a Góngora con sus versos más populares. Alejandro Navamuel se erige principalmente en narrador, aunque el tono que le han exigido más parece de guía turístico con firme entusiasmo. Los cuatro actores senior que van haciendo acto de presencia, vestidas ellas de largo y ellos de esmoquin, igual entonan estrofas de amor, que se lanzan pullas y vilipendios como se hacía antaño o se esputan fragantes rimas sobre la flatulencia y otras escatologías. Sigue leyendo

Tartufo

El clásico de Molière es modernizado hasta lograr un pastiche que disuelve sus fundamentos

Foto de J. Suárez
Foto de J. Suárez

Venezia Teatro me había dejado un buen sabor de boca con Los desvaríos del veraneo que presentaron hace unos meses, supieron darle brío al texto de Goldoni y nos hicieron pasar un buen rato. Muy diferentes sensaciones nos genera este Tartufo que, con aquello de las modernizaciones, se presenta delante de nuestros ojos como un pastiche sin rumbo al que se le han usurpado la esencia. Si como afirma el director de este montaje José Gómez-Friha: «La religión en el Tartufo es para mí anecdótico» (sic); entonces, ¿cuáles deben ser los fundamentos morales del gran protagonista (aunque la obra comience con su voz emitiendo rezos)? Esta es una cuestión elemental, puesto que la versión de Pedro Víllora ha reducido los personajes y ha hecho desaparecer, entre otros, a Cleanto, el cuñado de Orgón, con el que debería tener una serie de conversaciones propicias para concretar la impostura que se está llevan a cabo. Y es que esta función va derivando paulatinamente hacia la parodia y hasta, en ocasiones, la astracanada. Debo reconocer que comienza con fuerza y que la comicidad entra en acción enseguida. La ironía será constante y los minutos de diversión, como luego comentaré, trufan el espectáculo con verdadero ingenio y desparpajo. Inicialmente, Madame Pernelle, la madre de Orgón, bravamente encarnada por Vicente León, es capaz de lanzar acusaciones casi inquisitoriales a los habitantes de la casa, echándoles en cara la desfachatez de sus tratos sociales. Es ahí cuando se marcan los dos bandos: de rojo, los defensores de Tartufo, y de verde, sus contrarios. Sigue leyendo

Quijote. Femenino. Plural

Un tributo a Cervantes y a las mujeres que pueblan las aventuras del ingenioso hidalgo

quijote-2Entre los homenajes que ha recibido don Miguel (quizás en escena es donde mayor consideración se le ha tenido) está este Quijote. Femenino. Plural; una pieza llevada a cabo con mucho cariño, se nota, que sin mayores pretensiones, pienso yo, cumple eficazmente con esa visión teatral del cuidado por las viejas usanzas, por la cercanía, por el entretenimiento bien entendido, por lo didáctico, lo instructivo y lo agradable. Aquí no hay un gran montaje, pero sí dos actrices que durante una hora te sumergen en la remembranza de ese mundo imaginario que todos debemos conocer. Las mujeres que aparecen en las páginas de El ingenioso hidalgo… recobran vida en un relato que a turnos, pero sin caos, van exponiendo las dos juglaresas, las dos Marías que, inicialmente, a modo de preludio, nos introducen en sus avatares (metaliterarios) como cómicas en nuestros días. Lo interesante comienza en el mismo instante en el que sacan de un baúl a la primera muñeca, a la gran protagonista, Sanchica, encomendada por su madre a seguir al tozudo escudero al que parece que pronto, también, se le irá la cabeza. De esta forma, muñecas en mano, Ainhoa Amestoy y Lidia Navarro inundan un espacio escénico prácticamente vacío con sus movimientos, sus bailes y sus gestos. La primera, escritora a la sazón del texto, más tendente en su interpretación a la ingenuidad, a cierta dulzura infantil y algo a rebufo de su compañera, que se muestra más experimentada, con mayor gracia en la disposición del cuerpo, más volcada en marcar y hasta caricaturizar con su potente voz y su rostro las emociones de los personajes. Desde luego, lo importante es que funcionen rítmicamente ambas y eso lo logran con creces. Sigue leyendo

Insolación

La adaptación de la novela escrita por Emilia Pardo Bazán resulta larga y demasiado cargada hacia el romanticismo

Foto de Luis Malibrán
Foto de Luis Malibrán

Se presenta un dilema siempre que asistimos a las adaptaciones de textos literarios y más si estas pertenecen a otro género (ya lo hemos visto con Los hermanos Karamázov). ¿Debemos juzgar la función como una obra auténtica, ajena a los presupuestos del autor o, inevitablemente, debemos comparar ambos hechos artísticos? Desde mi punto de vista, Pedro Víllora tiene todo el derecho a interpretar a Emilia Pardo Bazán como quiera y Luis Luque a dirigir la versión como estime oportuno, pero el espectador que se haya acercado a la novela Insolación (aunque habría que afirmar que más que novela es un «estudio episódico» ─según comentaba la novelista) observará que el realismo intimista con recursos naturalistas que la gallega pretendió desarrollar, empleando varios narradores que juegan a recrear la conciencia de la marquesa de Andrade, se convierte en escena en romanticismo tardío y en pudoroso recato. La trama es de lo más sencilla. La susodicha, joven viuda residente en el Madrid de 1887, con ideas bastante avanzadas para la época, aunque, en el caso de la obra, destinadas únicamente a la disputa alegre en las tertulias de los salones aristocráticos, y católica de misa inapelable, se encuentra con el gaditano Diego Pacheco, un donjuán al que ha conocido la víspera en casa de la condesa de Sahagún. Ese encuentro y la posterior excursión a la pradera de san Isidro durante la romería, suponen todo un desafía moral, una experiencia erótica y, sobre todo, un conflicto interno para Asís. Lo demás consiste en resolver su comedura de cabeza y esto, sinceramente, no da para casi dos horas de duración. Sigue leyendo

La dama duende

El Teatro Español rinde homenaje a Miguel Narros con La dama duende

La dama duende - Foto

Miguel Narros se despidió de todos nosotros con un montaje de Calderón que, bien mirado, va más allá de una comedia de capa y espada. La dama duende  es una obra de la primera etapa del autor, escrita en 1629 y donde quedan perfectamente definidos los típicos personajes calderonianos. La trama resulta sencilla: doña Ángela, una dama viuda, vive con sus dos hermanos. En un juego de equívocos y despistes, tendrá la oportunidad de relacionarse con un huésped, don Manuel, que viene aturdido al haberse topado aquella mañana con una tapada en la calle (la propia doña Ángela) y que luego quedará más aturdido al creer que en su alcoba ha entrado un duende. Un simple enredo que el propio texto se ocupa de explicar y que se expresa con un verso actualizado en la versión de Pedro VílloraSigue leyendo