El Teatro Español rinde homenaje a Miguel Narros con La dama duende
Miguel Narros se despidió de todos nosotros con un montaje de Calderón que, bien mirado, va más allá de una comedia de capa y espada. La dama duende es una obra de la primera etapa del autor, escrita en 1629 y donde quedan perfectamente definidos los típicos personajes calderonianos. La trama resulta sencilla: doña Ángela, una dama viuda, vive con sus dos hermanos. En un juego de equívocos y despistes, tendrá la oportunidad de relacionarse con un huésped, don Manuel, que viene aturdido al haberse topado aquella mañana con una tapada en la calle (la propia doña Ángela) y que luego quedará más aturdido al creer que en su alcoba ha entrado un duende. Un simple enredo que el propio texto se ocupa de explicar y que se expresa con un verso actualizado en la versión de Pedro Víllora. Calderón de la Barca introduce el tópico de la puerta secreta. Una gran alacena pegada a la pared dentro de la habitación de don Manuel en realidad se puede girar para dar paso a otras estancias. Doña Ángela y su criada entran a hurtadillas y lo revuelven todo como si fueran dos duendecillos. Cosme, el sirviente de don Manuel, es el primero en caer en el engaño; como si la superstición en aquella época únicamente fuera asunto de las clases bajas, se llena de pavor y especula sobre la presencia de espíritus, nigromantes, duendes. Luego, también el caballero don Manuel, entrará de lleno en la confusión. Lo interesante de esta alacena es que separa dos mundos. Por un lado, doña Ángela en su estancia es una mujer que tiene que guardar estrictamente el luto, puesto que el honor de la familia depende de ello y sus hermanos don Juan y don Luis no pueden permitir que se mancille. Allí, aunque su carácter es alegre, doña Ángela vive bajo el dominio de la costumbre. Sin embargo, al otro lado de su alacena, ella es un duende juguetón que aprovecha para divertirse y para flirtear con un hombre del que se va a ir enamorando. En la oscuridad de aquella alcoba es un espíritu libre capaz de ponerse por encima de los hombres y ser su dueña. Y es que a pesar de la situación en la que se encuentra la dama duende, las mujeres salen bien paradas en esta obra calderoniana. Doña Ángela, interpretada con frescura y fluidez por Diana Palazón, se muestra inteligente y astuta. Su criada Isabel se luce de manos de Mona Martínez llevando los engaños hasta el extremo. No ocurre así con el bando masculino, donde aparece un don Luis, el ridículo hermano de doña Ángela, que Marcial Álvarez borda con un movimiento escénico lleno de contrastes esperpénticos. Apuntala ese estado de comicidad a lo largo de toda la obra el Cosme de Iván Hermes viviendo entre los vapores etílicos, el miedo, los chistes inconvenientes, su torpeza y toda una galería de gestos que recuerdan el verdadero fin de esta obra calderoniana: entretener. La dama duende de Miguel Narros ofrece en la apariencia de una simple trama todo un compendio de posibilidades simbólicas en un espectáculo dirigido con maestría.
La dama duende
Autor: Pedro Calderón de la Barca
Versión: Pedro Víllora
Dirección: Miguel Narros
Reparto: Chema León, Iván Hermes, Diana Palazón, Mona Martínez, Marcial Álvarez, Emilio Gómez, Eva Marciel, Paloma Montero y Antonio Escribano
Diseño Gráfico: Arteaga & San José
Fotografía: Luis Malibrán
Ayudante de dirección: Luis Luque
Coreografía: Marta Gómez
Vestuario: Almudena Rodríguez
Música: Luis Miguel Cobo
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Escenografía: Mónica Boromello
Teatro Español (Madrid)
Hasta el 15 de septiembre de 2013
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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