Un tributo a Cervantes y a las mujeres que pueblan las aventuras del ingenioso hidalgo
Entre los homenajes que ha recibido don Miguel (quizás en escena es donde mayor consideración se le ha tenido) está este Quijote. Femenino. Plural; una pieza llevada a cabo con mucho cariño, se nota, que sin mayores pretensiones, pienso yo, cumple eficazmente con esa visión teatral del cuidado por las viejas usanzas, por la cercanía, por el entretenimiento bien entendido, por lo didáctico, lo instructivo y lo agradable. Aquí no hay un gran montaje, pero sí dos actrices que durante una hora te sumergen en la remembranza de ese mundo imaginario que todos debemos conocer. Las mujeres que aparecen en las páginas de El ingenioso hidalgo… recobran vida en un relato que a turnos, pero sin caos, van exponiendo las dos juglaresas, las dos Marías que, inicialmente, a modo de preludio, nos introducen en sus avatares (metaliterarios) como cómicas en nuestros días. Lo interesante comienza en el mismo instante en el que sacan de un baúl a la primera muñeca, a la gran protagonista, Sanchica, encomendada por su madre a seguir al tozudo escudero al que parece que pronto, también, se le irá la cabeza. De esta forma, muñecas en mano, Ainhoa Amestoy y Lidia Navarro inundan un espacio escénico prácticamente vacío con sus movimientos, sus bailes y sus gestos. La primera, escritora a la sazón del texto, más tendente en su interpretación a la ingenuidad, a cierta dulzura infantil y algo a rebufo de su compañera, que se muestra más experimentada, con mayor gracia en la disposición del cuerpo, más volcada en marcar y hasta caricaturizar con su potente voz y su rostro las emociones de los personajes. Desde luego, lo importante es que funcionen rítmicamente ambas y eso lo logran con creces. El espectáculo está dividido por las dos partes de El Quijote. En la primera nos encontramos, por ejemplo, a Marcela y a Maritornes; mientras que en la segunda hacen su aparición la hija de Diego de la Llana o la duquesa. Puesto que Dulcinea no deja de ser el más imaginario e idealizado personaje de la novela, aquí se ha optado por aludir a ella mediante una canción de aire onírico que puede resultar algo chocante, pero que no desentona. Lo que no me acaba de convencer es el momento en el que Lidia Navarro se convierte en reportera y pretende dar cuenta de las últimas noticias; rompe la buena cadencia que llevaba la obra. Otro aspecto que resulta paradójico es que se haya decidido que la iluminación apenas permita el colorido. La actuación transcurre casi en la penumbra y en muchos momentos de alegría y jolgorio se echa de menos una luz que magnifique la viveza de esas aventuras. Es de suponer que la razón radica en focalizar en las muñecas. Con la intención de que Sanchica se convierta en una heroína-espía con suficiente consistencia, Amestoy la ha dotado de toda una vida y de una ductilidad amorosa que se adecua absolutamente con lo cervantino. Ella es capaz de enamorarse de los nuevos hombres que conoce cuando sigue a su padre, mientras juega al tira y afloja con Lope Tocho, su pretendiente. Pedro Víllora ha realizado un gran trabajo en la dirección. La coordinación es magnífica y, al final, la función te deja un buen sabor de boca, huele a teatro de calle, cercano y vivo. Estupendo para que los adolescentes se aproximen a las aristas de la magna obra. Por lo tanto, en su planteamiento coqueto, cumple esencialmente con su cometido, y para homenajear a Cervantes nos Vale.
Texto: Ainhoa Amestoy
Dirección escénica: Pedro Víllora
Reparto: Lidia Navarro y Ainhoa Amestoy
Iluminación: Marta Graña
Diseño de escenografía, vestuario y muñecas: Andrea D`Odorico
Música: Nacho Valcárcel, Miguel Ángel Suárez
Letra de la canción de Dulcinea: Fanny Rubio
Fotos: Carlos Melchor y Diego Torres Carrington
Realización de muñecas: Gerardo y Toni
Realización de vestuario: Cornejo, José Arroyo y Sol Curiel
Producción: Estival Producciones
Teatro Español – Sala Margarita Xirgu (Madrid)
Hasta el 1 mayo de 2016
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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2 comentarios en “Quijote. Femenino. Plural”