Nao d’amores vuelve a presentar un espectáculo de gran factura para desarrollar una obra menor de Calderón de la Barca
La garantía que tenemos los acérrimos espectadores de Nao d´amores es que cualquier montaje ofrecerá una factura impecable; aunque el contenido no llegué a satisfacer del todo, como ocurre en este caso, con un Calderón poco sondeado y que brinda un lenguaje tímidamente más claro, menos sentencioso. El castillo de Lindabridis se debió de estrenar en torno a 1661, estaba escrita para la familia real. Es una de esas comedias novelescas que escribió el autor español. En este caso se apoyó en la obra El espejo de príncipes y caballeros, de Diego Ortúñez de Calahorra. Lo cierto es que, más allá de admirar el genio y la apostura de su heroína, poco se saca de un enredo trillado en el asunto de caballería. Sigue leyendo →
Vanessa Espín traza un breve y poetizado drama con aires lorquianos sobre una mujer maltratada
No sé si podemos tener en consideración intelectualmente a una dramaturga que toma para sí la siguiente afirmación: «La violencia machista mata más que el cáncer. La violencia machista mata más que el terrorismo de ETA». Aceptar comparación tan espuria puede indicarnos por qué se discurre en esta obra de la manera que lo hace. Es decir, no intentar comprender las implicaciones sociales, culturales, económicas, biológicas, legales, morales y políticas del hecho para atinar con la solución más precisa.
Viene esta propuesta, estrenada hace unos pocos años, a sumarse a una serie de montajes cargados de buenas intenciones, con pretensión de denuncia en relación a la violencia ejercida contra las mujeres en el ámbito familiar. Piezas que se ofuscan tanto en el límpido objetivo, que terminan por ser enormemente simplificadoras. Me refiero, por ejemplo, a Ana, también a nosotros nos llevará el olvido o El grito, con las que encuentro similitudes dramatúrgicas y éticas. Sigue leyendo →
Laila Ripoll adapta la novela de Luisa Carnés para recuperar la memoria de aquel realismo social de los conflictivos años treinta previos a la guerra civil
Foto de marcosGpunto
Inadecuado y hasta espurio me parece encajar a la fuerza a Luisa Carnés (1905-1964) en el grupo del 27 y hasta en las Sinsombrero. No diré que su condición de mujer no influyera en su olvido; pero no estaría mal observar lo que le ocurrió a muchos escritores y escritoras de aquellos inicios del «realismo social», allá por 1928. Si observamos la nómina, acordaremos que la práctica totalidad han sido defenestrados. Contemplemos algunos ejemplos: José Díaz Fernández (autor de El blocao), César M. Arconada, Andrés Carranque de Ríos; o Matilde de la Torre y Rosa Arciniega. Si hasta María Teresa León ha caído en el abandono (tampoco intente comprar las obras completas de su ínclito marido). Sigue leyendo →
Sergio Peris-Mencheta le monta un musical trepidante a esta obra de Lope de Vega con temas muy reconocibles de la canción italiana
Foto de Bárbara Sánchez Palomero
Muy poca atención ha recibido esta obra de Lope de Vega, y eso que bebe de las mismas fuentes que llevarían a Shakespeare a crear Romeo y Julieta. Aquel relato de los amantes de Verona de Mateo Bandello y que después el poeta inglés Arthur Brooke convertiría en un poema que inspiraría al bardo, planeaba por la época. El español prefirió trazar una comedia de esas con final más que feliz y Sergio Peris-Mencheta, ha decidido que el texto bien merecía una fiesta barroca italianizada y traída a nuestros días, para crear un espectáculo de formidable factura, apto y recomendable para todos los públicos. Se percibe la mirada de José Carlos Menéndez, quien también firma la décima que verdaderamente da paso a la acción, fallecido prematuramente en agosto de 2019. Profesor de instituto, al que conocí y que, de alguna manera, fue mi mentor cuando me iniciaba en la carrera docente, muy conocedor de la idiosincrasia de los adolescentes. Sigue leyendo →
Blanca Portillo protagoniza la extraordinaria propuesta del Centro Dramático Nacional en la despedida de Ernesto Caballero como director
Alcanzar la excelencia es un asunto bien complejo en la práctica teatral, y casi más si se trata de adaptar un clásico que ha sido «atacado» desde tantos flancos y que posee esa carga política que puede desvirtuarla si se incide en ciertos aspectos expresionistas. Ernesto Caballero nos entrega una Madre Coraje y sus hijos que debe ser imperdible para cualquier buen aficionado al teatro (los de Atalaya también nos ofrecieron un buen espectáculo hace unas temporadas). Ha logrado modernizarla estéticamente hasta el punto de situarnos en las puertas de un tiempo próximo y, a la vez, despojado de elementos que podamos identificar claramente. Sería un efecto de distanciamiento brechtiano potenciado por la apertura total del espacio en una escenografía que se basa en la iluminación. Pero el punto verdaderamente sobresaliente es su elenco. La Portillo clava otra pica más sobre la dramaturgia española. Su protagonismo se expande a lo largo de la trama con verdadero encantamiento, con una trabajosa matización en un entorno duro y basto, se manifiesta como una bruja deambulando con su carromato para demostrar su astucia. Ella grita, se desgañita, incluso; se pone tierna, si hace falta. Sofistica su hipocresía y nos da una amarga lección de pragmatismo. La guerra le va muy bien para su negocio ―cuánto sabemos hoy de eso―, es su modo de supervivencia, la manera que tiene de proteger a sus hijos y a sí misma. Sigue leyendo →
Una larga y extravagante función que combina la invocación de históricas mujeres luchadoras con el mundo laboral de los londinenses años ochenta
Foto de marcosGpunto
Que esta obra de los años ochenta pase por actual para algunos espectadores es más producto de una propaganda ciega ante la realidad, que parece negar la posición real de las mujeres en la sociedad presente. Por eso, en verdad, el texto se ha quedado viejo en su denuncia. Pero vivimos tiempos en los que todo se pretende explicar a través de un chivo expiatorio, que hace mucho que despareció: el patriarcado ―no confundir con el machismo, que de ese aún queda mucho. Seguramente se ha querido recuperar esta función de Caryl Churchill, porque el feminismo imperante en estos instantes remite a ese de los setenta y ochenta, el marxista, el que niega la biología y solo acepta la influencia social y cultural en nuestro comportamiento. Entender la complejidad del mundo contemporáneo supone tener en cuenta la tecnología, la economía, la inmigración, el ocio, la cultura del espectáculo y muchos etcéteras que nos alejan de una respuesta certera. Top Girls es una propuesta reduccionista y sesgada que, desde el supuesto socialismo de la autora, aparta por omisión la existencia no precisamente fácil de todos esos varones (la mayoría) que deben luchar afanosamente por salir adelante en una sociedad muy exigente. Al menos hay que reconocer que nos enfrentamos a un argumento extraño, puesto que su estructura viene definida por actos verdaderamente distintos. Tanto es así, que el largo primer acto (casi una hora de duración), es una perfomance abierta que podría reducirse mucho o, todo lo contrario, desbordarse hasta lograr una consistencia y una autonomía. Sigue leyendo →
El Teatro María Guerrero acoge esta versión austera sobre el drama clásico de Valle-Inclán
No parece nada extraño que Alfredo Sanzol nos ofrezca una visión tan desnuda de la obra magna de Valle-Inclán; pues de forma parecida se acercó a otros clásicos como el Edipo Rey y, la temporada anterior, a La dama boba. El asunto es si esta idea tan distanciadora, austera y hasta feísta, nos conmueve más, nos aproxima de un modo más profundo a la esencia del texto y nos hace ganar artísticamente. Pienso que no, que despojar a Luces de bohemia de las calles de Madrid es dejarnos sin el referente contra el que se debe estampar la pasión expresionista de su antihéroe. Ya sé que la imaginación también se pone a funcionar; pero aquí los elementos estéticos que se lanzan nos procuran una sensación de despojo de los protagonistas. Por esta vez, la escenografía ―no así el vestuario― de Alejandro Andújar me parece insuficiente, no porque el uso de grandes espejos no sea una buena idea; sino porque su manejo parece repetitivo y poco propenso a generar esos juegos de equívocos y de distorsiones; como cuando nos adentramos en algunas de las atracciones de algunas ferias, donde podemos llegar a temblar ante la presencia de nuestra propia imagen. En escena deambulan dos grandes espejos, como si fueran simples muros de fachadas inexistentes. Luego, en una decisión, diríamos que provocadoramente sutil del director, Max Estrella describe el esperpento, no ante los espejos cóncavos del callejón del Gato; sino ante su reverso, ante una oscuridad renegrida de muerte. Sigue leyendo →
La última obra de Sanchis-Sinisterra pretende dar voz a aquellos que han permanecido silenciados en la historia
Foto de Javier Naval
No creo que sea conveniente recordar alguna de esas obras de carácter metateatral que en las últimas décadas han poblado los escenarios y de las que el propio autor es uno de sus exponentes. En ellas, ha sido frecuente encontrar a personajes que son actores y que pretenden construir una obra. El teatro en el teatro. Es ya un tópico. A él recurre Sanchis-Sinisterra; pero con un tono entre naíf y descreído que parece lanzarnos al costumbrismo inocente de épocas pasadas. Sigue leyendo →
Una dinámica versión de Alfredo Sanzol para la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, donde el amor es el revulsivo de la estupidez
Como viene ocurriendo en los últimos años, los jóvenes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico ofrecen un contrapunto de enorme calidad a las propuestas de los mayores. En esta ocasión, Alfredo Sanzol se ha puesto en la dirección para versionar la popular comedia de Lope, La dama boba. Ha tomado la decisión de modernizar ciertos aspectos que, ya adelantamos, producen un cariz demasiado juvenil al montaje, aunque más respetuoso con las mujeres. Para empezar, ha desistido de emplear una escenografía como tal, no obstante, Alejandro Andújar la firma. Nos situamos en una configuración circular en la sala pequeña (la Tirso de Molina), del Teatro de la Comedia, por donde los artistas revolotearán sin freno. El vestuario directamente es el que uno se puede imaginar para estos chicos cuando vayan por la calle. Sigue leyendo →