Pablo Rosal inventa en este magnífico proyecto un simposio sobre teatro y política para incidir con fino humor en sus ambivalencias
Pablo Rosal, como demostró en Los que hablan (con todas sus pegas), posee una visión peculiar dentro de la escena; a pesar de que su último trabajo Asesinato de un fotógrafo me defraudara. Darles una vuelta sustancial a los textos, observarlos tangencialmente, cuestionar el mismo lenguaje o llevar a un terreno paradójico los distintos tipos de discurso es su tarea artística. Otros lo intentan con la matraca del metateatro más básico; pero él acentúa algunas claves que proceden más de la poesía y de cierta narrativa experimental que del teatro más convencional. Castroponce. Teoría y praxis del teatro político en el siglo XXI es una obra de gran inteligencia, compleja, divertida y, sobre todo, incisiva.
Rápidamente el espectador situará de referencia en su cabeza Amanece que no es poco; no obstante, conviene recordar una curiosa serie que pasó sin pena gloria por un canal (Cultura) que quiso ser Arte. Me refiero a Ciudad K, donde, por ejemplo, se podía ver a unas señoras en la peluquería teniendo sesudísimas discusiones sobre estilos musicales o tesis filosóficas complejísimas. Algo de esto ocurre en esta función.
Una vez comienza se van imbricando las capas internas con las también externas; porque, no es solo que el propio Teatro del Barrio, especializado en teatro político, ciertamente escorado y sesgado a la izquierda (¡qué bueno sería que su público habitual se enfrentara a obras desde otra perspectiva!) y que, en no pocas ocasiones, ha incurrido en la soflama estupidizante, serviría este proyecto de Rosal como autocrítica y dialogaría con otro espectáculo que tienen en su programación La Política. Ya que el contenido estricto discurre por aspectos verdaderamente esenciales; no son devaneos inanes. Así, escuchamos, por ejemplo: «La Política es el lugar donde el ser humano convoca a los cambios y las transformaciones, a las normas, las diferencias y a los límites para verlos funcionar: ¿acaso no es ese el funcionamiento de una obra de teatro?». Esto lo afirma Lourdes Chaparro Bracamonte; pero para llegar a ella antes hemos conocido a la narradora de este acontecimiento, su sobrina Mónica Comino Tróchez, quien nos pone en situación. Casi como un personaje de La saga/fuga de J. B., de Torrente Ballester. Puesto que el humor que se emplea es fino, sutil y altamente chocante. Cada escena está atildada por detalles que van alimentando nuestra imaginación. Por eso, esta tímida periodista nos va a dar cuenta del célebre Simposio Intermunicipal de Teatro Político en Tierra de Campos durante el 2015. Sabremos que esa tal Chaparro fue alcaldesa de Becerril de Campos, aunque natural de Castroponce. Esa Tierra de Campos expuesta en su vaciamiento y con su, por supuesto, identidad propia, cómo no, con toda su planicie y su secano. La descripción mesetaria es mesetaria (que diría uno de Barcelona de hace tiempo). La propuesta de esta mujer que le llevó al ostracismo no tiene desperdicio y nos sitúa en la órbita tanto de la democracia radical griega y sus sorteos, como en el populismo más hipócrita posible, donde los ideales se compran y se venden a gusto del consumidor-elector. Es decir, el político solo debe ser un actor, un intérprete de la voluntad del pueblo. Esta señora no lo expresa así, sino desde el racionalismo más positivista. Como forma de retratar su personalidad, me parece fascinante.
Un aspecto esencial de este montaje es que no lleva el estilo conferenciante hasta sus últimas consecuencias; sino que inventa personajes que nos permiten contemplar distintas perspectivas y dinamizar fantásticamente un espectáculo, donde únicamente está Rosal delante de nosotros. Por esta razón se diferencia mucho de piezas que se pueden aproximar formalmente a esta como Silencio, de Mayorga; Conferencia sobre la lluvia, protagonizada por Enrique Simón; Eclipse, de Umpierrez; o Sobre la vida de los animales, de Lola Blasco, por poner solo unos cuantos ejemplos. Aquí nos encontramos con un agricultor (y panadero y paleta) que con su vehemencia esputará: «Lo político, conducido por un sentimiento de impureza… por saber que no está haciendo bien su trabajo impone su atragantada confusión… al Teatro». Le da réplica su expareja Anatolia, toda una activista, una performer rural con multitud intervenciones poéticas en su haber. Luego, seguirá el bonachón de Anselmo, que ha regentado el bar del lugar durante toda su vida, y que nos deleitará con una comparación entre la política y su propio oficio. Finaliza el asunto con la intervención del ancianísimo Sebastián, un mayordomo, bufón en circunstancias especiales, quien remata con elocuencia soberana: «Venir al teatro es ya la última acción política verdadera a nuestro alcance». Pablo Rosal los ejecuta con candor, como si fuera una tira cómica y él se afanara en lograr una fértil simultaneidad.
Todo lo que escuchamos profundiza en la cuestión con muchísimo tino. El Romanticismo sobrevuela, la filosofía de Nietzsche se entrecuela y el existencialismo salpimenta un marxismo entreverado. Reconocemos los orígenes del teatro para la polis, el teatro de la ciudad y de la ciudadanía. Hemos llegado a oír el piano que vemos solitario en un lateral donde debemos imaginar a Teófila. Ahí estará el hermoso detalle final, ustedes lo comprobarán.
Aunque no se plantea así, atesoro este escrito como si fuera un manifiesto sobre el que reflexionar antes de seguir con decenas y decenas de obras que de manera abrupta pretenden convertir el teatro en populismo barato, en mitin infecto. Castroponce es el pensamiento que tanto se echa de menos sobre las tablas.
Texto, dirección, interpretación, ayudante de dirección, escenografía, diseño de iluminación, vestuario, productor, espacio sonoro, coreografía, maquillaje, asistente personal, audiovisuales, asesoría en esgrima y dicción: Pablo Rosal
Fotografías y diseño de la imaginería: Laura Ortega
Agradecimientos a Federica Voi
Y todo gracias a la fastuosa complicidad del Teatro del Barrio
Teatro del Barrio (Madrid)
Hasta el 4 de noviembre de 2023
Calificación: ♦♦♦♦
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