Espaldas de plata

Xavo Giménez dirige en el Teatro Fernán Gómez una insuficiente pieza de su propia autoría sobre las cuitas morales de un publicista

Espaldas de plata - FotoÚltimamente, en la extensión del puritanismo, y de todos esos pruritos morales que pican como sarpullidos insolentes, cada ciudadano, afincado en esas cuitas, ha ido manifestando vox populi cuáles son sus líneas rojas con una furia extraordinaria. Gentes que niegan el pecado original y su vinculación al catolicismo parecen buscar una purificación de su alma y un perdón de sus pecados que los tiene viviendo en la angustia permanente. ¿He dicho ya que se reúnen en una supuesta izquierda?

Considero a La Teta Calva una compañía respetable artísticamente, puesto que así me lo han demostrado en montajes como Síndrhomo o Qué pasó con Michael Jackson; pero cuesta comprender la simpleza de esta nueva propuesta. Primero, porque una cosa es poseer una ideología y llevarla a escena, y otra muy distinta hacerlo sin una dialéctica lo suficientemente sofisticada como para que nos adentremos en las famosas contrariedades con las que tenemos que cabalgar en nuestra sociedad. Y segundo, además, porque la contextualización llega a ser tan zafiamente directa, que solo les faltó poner nombre y apellidos al político al que se está refiriendo. Vienen de Valencia y Francisco Camps tiene todas las papeletas. Hacer humor con el Himno de España cantado por Marta Sánchez con esa letra que se le ocurrió en su casa de Miami posee una ranciedad importante, ya que nos acerca a la Hora de José Mota.

Nos encontramos en una agencia de publicidad —mejor hubiera sido que la escenografía no existiera, pues carece de empaque—, allí se expone el dilema. Están necesitados de cuentas y han tenido la «fortuna» de que un político recién salido de la cárcel, un verdadero mafioso, les ha encargado una campaña para revitalizar su imagen y presentarse a las elecciones. Fontana es el creativo que lanza sus dudas y su intención de negarse. Leo De Bari, con su acento argentino y su actitud taciturna, resulta poco creíble, pues no tiene el ímpetu necesario para elaborar unas tesis solventes que más parecen esquemas cerrados de su ideario político, pues luego comprobaremos que, en realidad, no lleva a la práctica habitualmente sus propios principios. Se echa en falta una trama que realmente le haga indagar sobre su propia vida. Sí que es cierto que la vista a su abuela, como mujer que lleva en sí la apostura de los derrotados en la guerra, es de lo más gracioso y de lo más convincente de la obra, precisamente porque plantea contradicciones muy evidentes y un posicionamiento pragmático bastante normal. Ha cambiado su voto. Por otra parte, el jefe de la agencia es Walter, un Xavo Giménez que es algo comedido para ser alguien con tanta responsabilidad y que vive en la cuerda floja. En cualquier caso, sí que se maneja con soltura en todos los papeles que interpreta, incluido el de gorila. Pues también contamos con una trama casi paralela —aunque no diría tanto— que debe servir como metáfora (no se da tanto el caso). Un simio se ha escapado de un zoo que está pegado a su oficina. Este animal ahora se siente desamparado fuera de la jaula, esa que le daba seguridad y que le garantizaba el alimento. Cuando se encuentran en el parque Fontana y esta bestia, y conversan, en un curioso diálogo al que merecería sacar más partido para que fraguara en algo de enjundia superior, se ofrecen los paralelos. Seguir los dictados de la conciencia te puede llevar a la calle, a la pérdida del trabajo; aunque, a priori, te permita dormir más tranquilo. Este sería el quid de la cuestión. Que la función en esos términos se adentre en la fábula un tanto surrealista, apoyado, después, por una extravagante escena en un restaurante oriental, me inducen a pensar que la obra podría tener un despliegue de mayor categoría, que todo acaba por ser esquemático, estereotipado y falto de entidad filosófica.

Resulta curioso este planteamiento desde la publicidad, desde esa izquierda que, supongo, no se sitúa en el anticapitalismo, ni el anticonsumismo, que tan de izquierdas, de izquierdas no es, sino más bien socialdemócrata, como mucho. Puesto que no queda claro qué tipo de clientes sí le parecen convenientes a nuestro protagonista apesadumbrado, ya que la obra pasa en un visto y no visto, superando con poco la hora de función.

Creo que la mejor frase que he leído en los últimos tiempos de un publicista es esta de Jorge Martínez: «Soy un yonqui de ayudar: es 100% compatible ser consumista y solidario». No tienen desperdicio estos tipos. Yo, insisto, creo que los de La Teta Calva, con Xavo Giménez a la cabeza, son gente valiosa del mundo dramatúrgico; pero esta vez se han quedado a medias.

Espaldas de plata

Dirección y autoría: Xavo Giménez

Intérpretes: Leo De Bari y Xavo Giménez

Vestuario y fotografía: María Cárdenas

Diseño de iluminación: José Martín Márquez

Espacio sonoro: Lukas Lehmann

Banda sonora: Senior i El Cor Brutal, Gener, Petit Mal, Llopis y Zendra

Técnico auxiliar: Cotu Peral

Diseño espacio y cartel: Xavo Giménez

Distribución: A+ Soluciones Culturales

Una producción de La Teta Calva

Teatro Fernán Gómez (Madrid)

Hasta el 27 de noviembre de 202

Calificación: ♦♦

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