Sergio Peris-Mencheta insufla ritmo de musical a la historia de las pioneras del fútbol femenino durante la Gran Guerra. Un espectáculo superficial que no aborda temas de gran calado en circunstancias tan complejas

¿Se puede contar la historia de unas pioneras del fútbol femenino sin fútbol? ¿Se puede contar el relato de las munionettes en plena Gran Guerra sin muertos? ¿Y sin barro, y sin hierba, y sin toses, y sin lesiones, y sin agotamiento extenuante, y sin pena por las terribles noticias? Sí, se puede. Al fin y al cabo, Sergio Peris-Mencheta ya nos narró la leyenda de los Lehman Brothers sin criticar los desafueros de aquellos iluminados. También al pobre Lope de Vega le desmochó su Castelvines y Monteses, dejando el argumento en nada. La asepsia política de este Ladies Football Club es propia de las funciones infantiles.
Las Dick, Kerr´s Ladies se toman como referencia real para desarrollar la trama. Aquellas mujeres aprovechaban los descansos en las fábricas de municiones para echarse el balón a los pies, hasta el punto de que llegaron a formar el equipo con más éxito del momento. Sus andanzas en distintos partidos vertebran un montaje que tarda prácticamente cuarenta y cinco minutos en pasar a la acción. Ello es debido a un larguísimo preámbulo donde se encadenan canciones sin parar, hasta darle forma de musical, con muchas alegres marchas militares, pero sin un elenco consistente en lo dancístico, aunque algo mejor en lo vocal.
Para mí lo fundamental es la capacidad que se tiene de sortear cualquier tema incómodo. Esto lo consigue su director adaptando la novela de Stefano Massini de tal manera, que los personajes quedan anulados por la pulsión coral. Hablan once chicas, no obstante, sus papeles consisten en la repetición de expresiones que nos sirven para identificarlas, aunque no para conocerlas. Por ejemplo, Silvia Abascal hace de sabionda y recoge fragmentos de revistas para construir sus motivantes discursos; mientras que Ana Rayo busca esposo y se muestra muy graciosa. O Alicia González, quien arrastra todos los estereotipos socialistas para dar la impresión de que es una revolucionaria.
La cuestión radica en que los múltiples guiños, la caricatura risible del dueño de la empresa y el agotador reparto igualitario de cada escena provocan una función demasiado larga. Peris-Mencheta demuestra que su gran virtud es llevarnos sin aliento al entretenimiento máximo provocando distintos momentos álgidos, hasta llegar a la eclosión con la soflama de turno. Puro Hollywood, sacando épica de un asunto que a mí no me parece que alcance para tanto. La trascendencia está mucho más en la ocupación de estas mujeres como fabricantes de proyectiles y en las luchas laborales que se daban por aquellas épocas, o en cómo ocuparon el lugar de muchos obreros que fueron llamados a filas. Un trabajo duro, tóxico, con tanto TNT que les dejaba las manos amarillas. Resulta torticero que todas se presenten únicamente como esposas y madres, con esa retahíla que tanto ilusiona al feminismo naíf y pequeñoburgués actual; pero uno prefiere imaginarlas más conscientes de lo que era sacar adelante a una familia de clase obrera y preocupadas por sus maridos en el frente.
Por otra parte, algo llamativo es que los partidos se representen con coreografías, elaboradas por Amaya Galeote, donde se las observa correr en el sitio mirando hacia delante o sin contacto con los rivales. Sinceramente, no sé qué tipo de deporte están recreando. Además de no usar balones, algo razonable en un teatro y, más, si la escenografía de Alessio Meloni constriñe el espacio de juego. Eso sí, funciona magníficamente para trasladarnos a la fábrica, y posibilitar el dinamismo con distintas alturas y trampillas.
Al final, este Ladies Football Club es otro de esos espectáculos diseñados con precisión para encantar a un amplio público, obviando sondear unas circunstancias de gran calado humano.
Autor: Stefano Massini
Dirección: Sergio Peris-Mencheta
Adaptación: Sergio Peris-Mencheta con la colaboración de Daniel Val
Elenco: Noemi Arribas, Xenia Reguant/ Silvia Abascal, Ana Rayo, Maria Pascual, Nur Levi, Alicia González, Carla Hidalgo, Irene Maquieira, Andrea Guasch, Diana Palazón y Belén González
Traducción: Ignacio Rengel
Composición musical: Litus Ruiz
Dirección musical: Joan Miquel Pérez
Dirección vocal y arreglos vocales: Ferrán González
Diseño de escenografía: Alessio Meloni (AAPEE)
Diseño de iluminación: David Picazo (AAI)
Diseño y realización de vestuario: Elda Noriega (AAPEE)
Diseño de sonido: Enrique Rincón y Álvaro de la Osa
Producción sonora: Óscar Laviña
Atrezzista: Eva Ramón
Coreografía: Amaya Galeote
Ayudante de coreografía: Jose Luis Sendarrubias
Ayudante de dirección: Óscar Martínez-Gil
Ayudante de vestuario: Berta Navas
Dirección de producción: Nuria – Cruz Moreno
Adjunto dirección de producción: Fabián Ojeda Villafuerte
Ayudante de producción y regiduría: Blanca Serrano
Administración: Henar Hernández
Producción ejecutiva: Barco Pirata
Dirección técnica: Manuel Fuster
Coordinador técnico en gira: Alberto Hernández de las Heras
Técnico de sonido: Enrique Rincón y Charli González
Técnico de microfonía y Qlab: Óscar Laviña y Joaquín Ramiro
Técnico de iluminación: Marina Palazuelos y Alberto Hernández de las Heras
Técnico de maquinaria: Julia Fuentesal
Sastrería: Elda Noriega y Berta Navas
Jefa de prensa: María Díaz
Asesor de peluquería: Chema Noci
Construcción de escenografía: Mambo decorados y Sfumato
Construcción de Flightcase: New System Box
Transportes: FJS Transportes
Maestro clown: Nestor Muzo
Experto en dinámicas familiares: Joan Garriga
Trabajo con balón: Almudena Cid
Fotografía: Sergio Parra
Maquillaje y peluquería de cartel: Miriam Collar y María Mínguez
Diseño gráfico: Eva Ramón
Distribución: Fran Ávila Producción y Distribución
Una producción de Barco Pirata, en coproducción con Teatros del Canal y Producciones Rokamboleskas
Agradecimientos: Compañía Nacional de Teatro Clásico, Teatro Español, Teatro del Bosque, Andrew Fergusson, Marlene Michaelis, Huella Marieta, Ana Rodríguez Escobar
Teatros del Canal (Madrid)
Hasta el 22 de mayo de 2022
Calificación: ♦♦
Texto publicado originalmente en La Lectura de El Mundo