La compañía barcelonesa satiriza nuestro sistema político a través de una adaptación punzante y demagógica de la obra Las aves del comediógrafo ateniense Aristófanes, donde se plantea la creación de una ciudad utópica sobre las nubes
Apenas hace unos meses Patricia Benedicto regresaba a la sala Nave 73 para diseccionar a nuestra democracia con grandísimo ingenio. Con claros puntos de unión, las gentes de La Calòrica proceden con ínfulas satíricas para crear una versión peculiar de Las aves, la obra que Aristófanes representó en el 414 a. C. en Atenas. Así, la dramaturgia de Joan Yago incide en la demagogia que permea toda la función. Y lo que se percibe, como está ocurriendo con otros textos contemporáneos, es que la rabia y hasta la inquina se lanzan a degüello, no ya solo contra los abusos del mercado, como se afirmó durante la pasada crisis económica; sino contra los mismos fundamentos de nuestros estados de derecho (algo que arrastramos desde el 15M).
La cuestión es que una pareja de jóvenes emprendedores (Pistetero y Evélpides), de esos que aprenden en las escuelas de negocio aquello de: «el Individuo, la Propiedad y la Competencia» huyen de su fracaso estrepitoso hasta que se topan con una abubilla. Esta, interpretada por Xavi Francés, con un punto de desparpajo superior al resto, da cuenta de cómo se vive en el reino de las aves. Este hecho propicia la gran idea para la supervivencia de los prófugos. Marc Rius, con ese aire altivo tan propio de los políticos que confían excesivamente en sus dotes oratorias, hace que su Pistetero emprenda la tarea de crear una ciudad sobre las nubes para esos seres alados para alzarse como rey.
A través de una generosa variedad de enfoques en distintas escenas, vamos pasando del sobresalto a la consternación. El populismo es el lenguaje inevitable que se emplea para fustigar con insolencia a la iglesia (la pederastia es el tema recurrente), a la judicatura (con Aitor Galisteo-Rocher jugueteando con su aspecto de Hitler) o al ejército, con una Esther López que imprime cierta chabacanería a varios de sus papeles. Desde luego, es un espectáculo de contrastes. Si bien algunas piezas resultan sobresalientes y están acotadas con pericia (véase a la familia de palomas, sentada a la mesa para comer, discutiendo las condiciones laborales del padre, un albañil con el ala rota, mientras picotea el alpiste sobre el plato); otras parecen demasiado evidentes y tópicas, como ocurre con la ordenación de países según su calidad democrática (no se salva ni Francia), o cuando el propio Capitalismo monologa con un discurso muy simplón, que provocaría la estupefacción Marx y sus fieles seguidores.
El montaje muestra las contradicciones de esa especie de utopía que se ha creado en los cielos y donde la lucha de clases ha generado todo tipo de desequilibrios. De esa manera, se juzga la supuesta libertad de que gozaban las aves cuando estaban en la naturaleza; aunque eso supusiera que las podían domesticar o cazar. En cualquier caso, la alegoría funciona para que el público se replantee la situación política en la que nos encontramos y, además, el origen de nuestra propia civilización. Bien es cierto que a la compañía le va el estilo grotesco y ello favorece situaciones esperpénticas como la aparición de la Democracia: una señora envejecida, pero retocada por el cirujano plástico, dispuesta a contraer matrimonio con nuestro emprendedor arruinado, bajo el amparo de un buen fondo de inversión.
La dirección de Israel Solà cohesiona con desenfado cada una de las escenas para ofrecer un espectáculo de buena factura. Además, destaca el vestuario diseñado por Albert Pascual, con todos esos trajes tan coloristas para identificar a cada ave. Por lo tanto, uno puede encontrar motivos para carcajearse con todas las pullas que se arrojan y con todos esos detalles tan curiosos que trufan la propuesta (cagadas de pájaro incluidas).
De La Calòrica, inspirada en la obra de Aristófanes
Dramaturgia: Joan Yago
Dirección: Israel Solà
Reparto: Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López y Marc Rius
Voces de la asamblea: Queralt Casasayas, Óscar Jarque, Arnau Puig, Clara de Ramon, Vanessa Segura y Júlia Truyol
Escenografía, vestuario e iluminación: Albert Pascual
Adaptación de iluminación: Paula Miranda
Espacio sonoro: Guillem Rodríguez con la colaboración de Arnau Vallvé
Caracterización: Anna Rosillo
Fotografía: Anna Fàbrega
Tráiler: Marshmallow Crew
Producción ejecutiva: Júlia Truyol y Roser Soler
Realizaciones: Pere Sánchez Angelats y Janot Albert Planas (Escenografía) y LD Lights (Luz LEDS)
Diseño de cartel: Equipo SOPA
Producción: La Calòrica con la colaboración de Festival Temporada Alta y el apoyo de Sala Beckett y Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya
Teatro María Guerrero (Madrid)
Hasta el 27 de marzo de 2022
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en La Lectura de El Mundo