Galdós: sombra y realidad

El Teatro Español acoge una propuesta desatinada sobre el célebre novelista, que firman Verónica Fernández e Ignacio del Moral

Foto de Esmeralda Martín

Repitamos por aquí que, si alguna razón de ser tiene celebrar los cien años de la muerte de Galdós, es para hacer revivir su obra; porque, como ocurre con toda la Literatura (sí, en mayúsculas) languidece por momentos. Hasta ahora, en el teatro, hemos podido contemplar varios proyectos de dudosa calidad y ninguna de ellos ha sido una representación o una adaptación de alguno de sus textos teatrales (salvo esas lecturas dramatizadas que dan la impresión de querer cumplir con un programa de festejos sin apostar verdaderamente por la causa). Parece que, sorpresivamente, su vida personal ha interesado más a los dramaturgos; aunque no tanto, a tenor de lo contemplado. Porque, si hace unas semanas me sentía decepcionado con el montaje Bien está que fuera tu tierra, Galdós; ahora me ocurre lo mismo con esta propuesta del Teatro Español. No se entiende bien a quién puede ir dirigido este deambular entre personajes y amantes de don Benito; puesto que no aporta gran cosa en un itinerario harto superficial. Y, lástima es afirmarlo, aburrido. Solo se puede entender este texto, si pensamos en un encargo; si elucubramos sobre unos límites impuestos (o excesivamente autoimpuestos); porque Verónica Fernández e Ignacio del Moral (recordemos que es el autor de la magnífica Espejo de víctima) firman un proyecto hecho a retazos, una fantasmagoría que no conduce ni al conocimiento del protagonista, ni a la semblanza aproximativa de su vida, ni a provocar en los espectadores unas sensaciones que los acerquen a una época. ¿Qué posibles espectadores? ¿Iletrados, turistas extranjeros, despistados que han oído hablar de uno que escribía muy bien? Merece traer por aquí tres grandes biografías que se han publicado en los últimos meses a colación de la susodicha efeméride: Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso, de Francisco Cánovas Sánchez; Galdós, una biografía, de Yolanda Arencibia; y, finalmente, Galdós, maestro de las letras modernas, de Germán Gullón. Libros documentadísimos que actualizan la imagen del escritor y que nos retratan a un hombre callado, introvertido; aunque en la cercanía, sí parece que alcanzaba a encontrar palabras cálidas. Nadie puede poner en duda la valía de Jesús Noguero como actor; porque su extenso currículum teatral así lo demuestra; pero la composición que realiza, y que le han hecho realizar, es una fantasía que no se puede tomar en serio. Nos situamos en el estertor de nuestro protagonista, lo hallamos postrado en una silla con rueditas avanzando por el escenario, ciego y débil. Hasta ahí, vale. No obstante, después, como si cobrara una vitalidad insospechada, se pone a dialogar con brío, con astucia, con picantería, como un don Juan, en ocasiones, alejado de la oscuridad taciturna que solía llevar. Ahí no tenemos al gran observador de las costumbres; sino a un tipo con empaque y proximidad. Inverosímil, no tenemos personaje. Le sobra texto para que en el silencio lo dibujen ellas. Lo que hace Noguero, no es ni quedarse a medias. Falta matizar, perfilar y alcanzar a dar forma a un hombre del XIX que, probablemente, a nadie le parecerá teatral. Qué le vamos a hacer, si queremos vender que Galdós era un tipo fascinante y atractivo. Su vida, en conjunto, posee episodios valiosísimos y realmente interesantes; pero debemos pensar en un individuo que se pasaba las horas escribiendo: 46 Episodios Nacionales y más de 30 novelas, por no hablar de teatro, artículos y cuentos, etcétera. Y si aceptamos la ficción que se nos proponen y queremos volar con la imaginación de nuestro homenajeado; pues casi peor. Carmen Conesa se encarna en Teodosia Gandaria, su última amante, quien murió apenas tres días antes. La actriz marca un ritmo macilento que nos deja un arranque deprimente (luego se pondrá al piano para amenizar otras teselas). José Luís Raymond ha diseñado una escenografía muy funcional, dejando caer suavemente alacenas y haciendo aparecer biombos y otros muebles, que aportan una gran fluidez entre las escenas, gracias también al trabajo de Amaya Galeote. Mientras que la iluminación de Carlos Torrijos apuntala esa sombra que señala y el título. La música original de Mariano Marín, vibrante y emotiva por momentos; y el vestuario absolutamente preciso de Vanessa Actif, terminan de configurar un montaje con una buena factura visual. Aunque, la referencia un tanto legendaria de su primer amor, su prima Sisita (ahí está María Ramos), cuando él aún estaba en Canarias y su madre se interpuso con su habitual reciedumbre, marque el recuerdo; las que llevaron la voz cantante fueron otras. Por ejemplo, Concha Morell ―luego, Ruth, cuando se hizo judía―, una actriz de ambiciones insatisfechas, avispada y extrovertida, quizás demasiado para su partenaire. Tuvo un pequeño papel en Realidad, y Marta Aledo nos lo recalca en su interpretación vodevilesca. Triste es la historia de Lorenza Cobián ―dio a luz a María, la única hija del novelista. Se ahorcó en un calabozo―. Ainhoa Santamaría se ajusta a la depresiva mujer. Por otra parte, célebre fue la relación con Emilia Pardo Bazán ―luego esta se lio con Lázaro Galdiano, mientras este «patrocinaba» los Torquemadas del escritor―, de la que conservamos las cartas de ella, muy cursilonas; ya que las de él, según parece, se convirtieron en ceniza cuando Carmen Polo se topó con ellas en el pazo de Meirás. Amparo Fernández se mete en la piel de esta gran dama de las letras para apenas aportar unas líneas, que no dan para mucho, temas como el compromiso político que no se desarrollan demasiado. Porque todo son pinceladas insignificantes que lo son más cuando aparecen las heroínas de las novelas, ya sea doña Perfecta, Tristana, Nela o Fortunata, con una Diana Palazón sacando un poco de raza y de pundonor. Pilar G. Almansa se encarga de la adaptación y de la dirección, y creo que no logra traslucir la esencia aproximada de la figura de Galdós. En definitiva, se concluye una función sin enjundia y que no parece tener claros sus objetivos.

Galdós: sombra y realidad

Autores: Ignacio del Moral y Verónica Fernández

Adaptación y dirección: Pilar G. Almansa

Reparto: Marta Aledo, Carmen Conesa, Amparo Fernández, Jesús Noguero, Diana Palazón, María Ramos y Ainhoa Santamaría

Espacio escénico: José Luís Raymond (AAPEE)

Diseño de iluminación: Carlos Torrijos (AAI)

Diseño de vestuario: Vanessa Actif

Composición música original: Mariano Marín

Movimiento escénico: Amaya Galeote

Ayudante de dirección: Manu Báñez

Ayudante de escenografía: Laura Ordas

Ayudante de vestuario: Mónica Tejeiro

Una producción de Teatro Español

Teatro Español (Madrid)

Hasta el 13 de diciembre de 2020

Calificación: ♦♦

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