Ira

Julián Ortega presenta un texto de humor negro con tintes fantasiosos que, además, protagoniza junto a Gloria Muñoz

Ira - Foto
Foto de Javier Naval

Más allá de estilos, existen dos tipos de comedias, las que anhelan a través del humor transgredir convenciones, satirizar costumbres o atacar al poder (entre otros intereses trascendentales) y las que únicamente buscan la risa como forma de divertimento. Perfilar una del primer tipo siempre ha sido harto complejo; pero hoy es un ejercicio, nuevamente, de conflicto, sobre todo, social, más que político. Ira, en algún instante, parece que desea ir más allá; pero al final no se atreve a dar el paso y se queda en el mero entretenimiento destinado al olvido. Julián Ortega dispone una serie de elementos antagónicos para provocar el choque, incluso traza unos paralelos irónico-alegóricos; no obstante, termina por ser una comedia de situación con permanentes guiños al entramado seudorreligioso que elabora. Desde luego, ni los cristianos más acérrimos se inmutarán, a pesar de que se estrene en plena Semana Santa. Sigue leyendo

Anuncio publicitario

Galdós: sombra y realidad

El Teatro Español acoge una propuesta desatinada sobre el célebre novelista, que firman Verónica Fernández e Ignacio del Moral

Foto de Esmeralda Martín

Repitamos por aquí que, si alguna razón de ser tiene celebrar los cien años de la muerte de Galdós, es para hacer revivir su obra; porque, como ocurre con toda la Literatura (sí, en mayúsculas) languidece por momentos. Hasta ahora, en el teatro, hemos podido contemplar varios proyectos de dudosa calidad y ninguna de ellos ha sido una representación o una adaptación de alguno de sus textos teatrales (salvo esas lecturas dramatizadas que dan la impresión de querer cumplir con un programa de festejos sin apostar verdaderamente por la causa). Parece que, sorpresivamente, su vida personal ha interesado más a los dramaturgos; aunque no tanto, a tenor de lo contemplado. Porque, si hace unas semanas me sentía decepcionado con el montaje Bien está que fuera tu tierra, Galdós; ahora me ocurre lo mismo con esta propuesta del Teatro Español. No se entiende bien a quién puede ir dirigido este deambular entre personajes y amantes de don Benito; puesto que no aporta gran cosa en un itinerario harto superficial. Y, lástima es afirmarlo, aburrido. Solo se puede entender este texto, si pensamos en un encargo; si elucubramos sobre unos límites impuestos (o excesivamente autoimpuestos); porque Verónica Fernández e Ignacio del Moral (recordemos que es el autor de la magnífica Espejo de víctima) firman un proyecto hecho a retazos, una fantasmagoría que no conduce ni al conocimiento del protagonista, ni a la semblanza aproximativa de su vida, ni a provocar en los espectadores unas sensaciones que los acerquen a una época. ¿Qué posibles espectadores? ¿Iletrados, turistas extranjeros, despistados que han oído hablar de uno que escribía muy bien? Sigue leyendo