Julia, basada en el famoso texto de Strindberg, se presenta en Madrid con una propuesta innovadora
La película comenzó puntual en el Teatro Valle-Inclán de Madrid. Julia baila con uno de sus sirvientes en el césped junto a la piscina. Después, cuando el rápido chispazo ha desencadenado la hoguera, las pantallas de cine se abren y sus protagonistas de carne y hueso continúan con la secuencia. La filmación avanza mediante una cámara que sigue a Jelson y a la señorita flirteando. Corten. August Strindberg compuso esta obra en 1888 y la subtituló: «Una tragedia naturalista». Hoy el naturalismo para Christiane Jatahy (encargada de la dirección y el texto) es cine en escena, docudrama, pregrabación, voyerismo, acoso videográfico, inmediatez, trampantojo audiovisual, metateatro, escapismo, caos, Facebook e, incluso, confraternización con el público presente. Tan natural como la vida misma. Si para el mundo pietista de Strindberg la vigilancia viene de Dios que nos otorga la gracia; en el presente, la mirada insidiosa procede de cada una de las capas que se entrelazan en la falsa construcción de nuestras vidas descompuestas en pedazos en los nuevos medios que nos rodean. Con esta cantidad de elementos, en una hora y cuarto, los dos protagonistas brasileños pasan de un encuentro sexual estéticamente pornográfico a una lucha de clases donde el pasado de Julia con una madre rota por la locura se impone como leitmotiv. Julia es la actriz Julia Bernat y Julia Bernat también es Julia Bernat negándose a continuar con la representación y abriendo de par en par el fondo del escenario y enseñándonos las fauces del Valle-Inclán mientras una cámara la sigue como si fuera un tertuliano del corazón enfurruñado por el devenir de la discusión. Fuera, evidentemente, está la Plaza de Lavapiés y la gente tomándose sus cañas que asisten a la bronca con estupefacción (nosotros seguimos sentados en la platea escondiéndonos entre la oscuridad con temor a ser descubiertos). Julia regresa, cerveza en mano, a terminar la función. Es ahí cuando quizá la obra se le va de las manos a la directora, demasiado caos en la locura metaficcional de Julia, aunque luego regresa a una dramaturgia mucho más asentada donde Bernat demuestra, ella sola, que posee un temple sensacional y un posicionamiento escénico muy maduro. La otra parte de la pareja la interpreta Rodrigo dos Santos, que se mueve con firmeza para que Julia brille. El teatro contemporáneo necesita esta asunción de lenguajes en escena para profundizar en la dramaturgia y así poder representar una verdadera comunión entre unos textos del pasado con un espectador que vive en la pura esquizofrenia de ser muchos, de vivir fuera de sí. Christiane Jatahy, con su propuesta, logra ser estrictamente moderna. Enhorabuena.
Julia
adaptación de La señorita Julia de August Strindberg
Texto y dirección: Christiane Jatahy
Reparto: Julia Bernat y Rodrigo dos Santos
Escenografía: Marcelo Lipiani y Christiane Jatahy
Vestuario: Angele Fróes
Iluminación: Renato Machado y David Pacheco
Música: Rodrigo Marçal
Cámara en vivo: David Pacheco
Actriz en película: Tatiana Tiburcio
Producción: Cia. Vértice de Teatro
Teatro Valle-Inclán (Madrid)
Hasta el 20 de octubre de 2013
Calificación: ♦♦♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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