Hedda Gabler

Àlex Rigola vuelve a plantar su singular caja escénica, para elaborar el drama del dramaturgo noruego Henrik Ibsen. Un planteamiento esencialista, que nos remite a las ansiedades existenciales que hoy asolan el mundo moderno

Hedda Gabler - Foto Sílvia Poch
Foto de Sílvia Poch

Desde hace tiempo el teatro de Àlex Rigola me produce tedio, y que este sea el tema esencial en la Hedda Gabler de Ibsen es, en sí, una satisfactoria paradoja. Acumula el creador propuestas (véase 23F., Un país sin descubrir… o La gaviota) que escarban denodadamente en la metateatralidad, y que parten del frío distanciamiento de la autoficción; donde los intérpretes hacen de ellos mismos, con sus propios nombres, y con remisiones personales muy del gusto del público teatrero. Son clichés ya de nuestra contemporaneidad, repetidos hasta la saciedad. Lo peor es que introduce narración y se lleva al respetable de la manita en su «cuento». Un rollo. Sigue leyendo

23-F. Anatomía de un instante

Una función esquelética en el Teatro de La Abadía sobre el golpe de estado fallido, que firman Javier Cercas y Àlex Rigola

23-F. Anatomía de un instante - FotoSi Àlex Rigola abraza desde hace tiempo la autoficción (véase Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero), el estilo sobrio que rompe la cuarta pared para sumar al público (véase Vania) y hasta la política (véase, Un enemigo del pueblo), encontrarse con Javier Cercas, un deambulador de los márgenes (no)ficcionales de la literatura, entonces su encuentro es aplastantemente lógico. Pero también debo reconocer que el dramaturgo catalán ha encadenado una serie de propuestas, desde mi punto de vista, fallidas. Y 23-F. Anatomía de un instante es una más, en lo que debemos tomar ya por una defenestración del prestigio. Sigue leyendo

La casa de los espíritus

Carme Portaceli y Anna Maria Ricart ponen en marcha esta excelente adaptación de la novela de Isabel Allende en el Teatro Español

La casa de los espíritus - Foto de Jesús UgaldeEl tándem Portaceli-Ricart continúa su andadura con una nueva adaptación de una novela firmada por una mujer y de claro impulso feminista. Tras Mrs. Dalloway y Jane Eyre, con La casa de los espíritus han ido más allá y han apostado por un texto, que verdaderamente es difícil llevarlo a las tablas debido a su extensión y por esa cantidad enorme de personajes y de historias que se entreveran en tiempos y en múltiples circunstancias. Y, principalmente, porque es una novela muy narrativa; ya que contiene muy pocos diálogos, con lo que el lenguaje dramático queda más alejado. Sigue leyendo

El jardín de los cerezos

Una propuesta visualmente muy atractiva de Ernesto Caballero donde se pretende modernizar a Chéjov

Foto de marcosGpunto

Encontrar el punto preciso entre la nueva perspectiva y la vigencia de un argumento que se nos escapa en el tiempo más allá de que los temas rebroten como en cualquier clásico. Hasta qué punto la versión de Ernesto Caballero recae ante todo en el ambiente creado por su equipo artístico. Porque la escenografía de Paco Azorín es extraordinaria, ya que cada una de sus propuestas a lo largo de la función encajan en un gran atractivo visual. Una combinación de detalles que van desde una gigantesca casa de muñecas, a la abertura en diagonal del enorme parqué para crear una vereda mientras caen las hojas y nos amplían la mirada hasta un horizonte tan lejano, pasando por ese pequeño tren que simula el viaje inicial de los protagonistas o esas enormes pantallas que jalonan el escenario (allí se plasman los vídeos ilustrativos de Pedro CHamizo). Una atmósfera otoñal, taciturna, macilenta en ocasiones, iluminada por Ion Anibal con preciosismo. A ello se añade el vestuario de Juan Sebastián Domínguez, quien salva casi todas las estridencias, apegándose a una elegancia contemporánea, un tanto casual y pija, claro (podemos fijarnos en el vestido diseñado por Ulises Mérida que lleva Carmen Machi). Además, el movimiento ideado por Carlos Martos logra que esa amplitud de la escena lo sea aún más. Las pegas que se pueden poner tienen que ver más con aspectos textuales; pues, aunque resulta ágil al oído (recorte mediante para ajustarlo a una disfrutable hora y cincuenta minutos), no parece que se haya actualizado el lenguaje (por ejemplo, el tratamiento de los señores y de los criados) tanto como para que sea coherente con lo visto. Sigue leyendo

Los nadadores nocturnos

Una función que se zambulle con algún desvarío en las vidas de unos individuos golpeados por los avatares de la modernidad

Ya es un tópico de nuestra contemporaneidad. Lo veíamos el otro día con Sé de un lugar. La vida cuesta. La vida urbana con sus reglas tremebundas y nuestra incapacidad para adaptarnos a los ritmos del mundo moderno conlleva hecatombe emocional. Acostumbrados a que nos lo hagan todo, tanto en casa como fuera (mediante pago, por supuesto), nos predisponemos hacia la irresponsabilidad y hacia el sufrimiento de la incomprensión. Los nadadores nocturnos, en realidad, son un grupo de avestruces que meten la cabeza debajo del agua, unos buceadores de algodón huyendo del ruido atroz de la existencia compleja. Sigue leyendo