Personas, lugares y cosas

Irene Escolar impone su maestría para protagonizar este drama de Duncan Macmillan sobre adicciones en el Teatro Español

En nuestra sociedad la droga corre por doquier, quien no lo vea es porque no ha mirado suficiente. Muchas, muchísimas de nuestras violencias tienen detrás adicciones a los estupefacientes. De la farándula sabemos (así lo van revelando sin pudor sus gentes) que es un sector idóneo para el enganche a las sustancias (véase la exitosa serie Yo, adicto). Gentes especiales que se atreven a subirse a un escenario, a ponerse delante de una cámara, a enfrentarse a un público que no asume que frente a ellos no está el personaje que tanto lo fascina, sino una persona. Sigue leyendo

Poeta en Nueva York

Carlos Marquerie nos somete a una performance tan compleja como el poemario lorquiano en las Naves del Matadero

Poeta en Nueva York - Vanessa Rabade
Foto de Vanessa Rabade

En los últimos años, que tan profusísimamente se ha representado a Lorca, ya sea en su faceta dramatúrgica como poética (además de semblanzas y biografías); los mayores atrevimientos se han dado con su «teatro imposible». El público ha tenido varias adaptaciones (incluida una japonesa), Comedia sin título, igual, (más «terminación» o «conclusión» de Alberto Conejero, con El sueño de la vida) y Así que pasen cinco años, en la misma medida. Esta propuesta de Carlos Marquerie, acompañado por Pedro G. Romero, que enlaza estéticamente (no faltan temas similares) con la anterior obra, Descendimiento, vendría a reforzar y a ampliar la mirada contemporánea, más libérrima, sobre las creaciones más vanguardistas del artista granadino. Sigue leyendo

Los gestos

Pablo Messiez se enfanga en esta obra, donde la repetición y la carencia de argumentario nos dejan con la sensación fracaso

Los gestos - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

La ambición de Pablo Messiez en esta propuesta me parece desnortada, sin rumbo. Alguien que nos ha dejado memorables obras como La voluntad de creer ansía boicotear su argumento, su posible relato, para caer en un ejercicio de deshumanización, tal y como propugnaba en su célebre ensayo Ortega y Gasset («Un cuadro, una poesía donde no quedase resto alguno de las formas vividas serían inteligibles, es decir, no serían nada, como nada sería un discurso donde a cada palabra se le hubiese extirpado su significado habitual»). Sigue leyendo

Future Lovers

La tristura plantea un viaje desde el futuro hacia el momento crucial de unos adolescentes

Foto de Mario Zamora

Reconocer el punto de partida. Reconocer en tu memoria el día de tu epifanía; cuando tomaste conciencia de quién ibas siendo, de que tu madurez se había iniciado. Sí, «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde /—como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante.», que expresaba Gil de Biedma. Con el prólogo, enseguida, me trasporto al capítulo de Black Mirror titulado «San Junípero». Sara Toledo se enviste de guía. Es su historia, es su experiencia. Estamos en el futuro lejano y desde allí ella (imaginemos alguna empresa que nos pueda ofrecer la siguiente aventura) pretende situarse en una noche muy concreta de 2018, cuando terminó el curso y se marchó a un descampado a las afueras de la ciudad con sus amigos del instituto para celebrar el cumpleaños de su novio. La noche en la que tuvo la «primera decepción de su vida». La actriz ya adopta el lenguaje fluido y espontáneo, muy fresco, que va a estructurar toda la función. Luego, descubrimos plenamente la escenografía que nos va a acompañar hasta el final y que ha creado Ana Muñiz: una imagen gigantesca con el skyline de Madrid, una pequeña arboleda y el maletero bien cargado de botellas de un Opel Astra blanco. Sigue leyendo