Azul

La Sala Cuarta Pared acoge este espectáculo performativo sobre la libertad de expresión y el comportamiento policial

Azul - FotoCuando en 2020 Rodrigo Sorogoyen presentó su serie Antidisturbios las polémicas se sucedieron. Desde algún sindicato de policía afirmaban que se «manchaba» la imagen del cuerpo. Otros sectores de la sociedad sostenían que se blanqueaba las acciones de estos hombres «humanizando» sus problemas sicológicos y familiares. Ahora, Antonio Morcillo López, al que habíamos conocido en Bangkok, ha escrito sobre la cuestión a raíz de un caso particular. Tal y como apareció publicado en los medios el 16 de febrero de 2021, una joven de 18 años perdió un ojo debido al impacto de un proyectil de foam lanzado por un mosso. Aquel día se había convocado una manifestación en defensa del rapero Pablo Hasél, quien había sido condenado a la cárcel por enaltecimiento del terrorismo. Toda esta circunstancia podría haber propiciado un montaje interesante y hasta pertinente. Aspectos tan conflictivos como la ley mordaza darían para una evolución más consistente; pero, al final, lo que se enseña en el tapiz es una dramedia que se va deshilachando rápidamente, y eso que apenas dura sesenta y cinco minutos.

Las dos amigas que nos relatan lo sucedido una vez se dirigen hacia el hospital llevan el peso de la función. Como ocurre en la mayoría de los espectáculos posdramáticos se tira de micrófono para esputar al respetable ironías varias. Tanto Marta Megías, que le da un rollo más político a su personaje, como Nuria López, que se muestra más aniñada y termina por confesar que se ha enrollado con el antidisturbio protagonista, se manejan con agilidad. No obstante, cuando se les acaba el discurso optan por enrollarse en pleno centro sanitario. Se nota que es relleno; porque la escena, además de aportar poco, se alarga demasiado; aunque se nos pretenda introducir en una atmósfera onírica.

Por su parte, Jorge Kent, quien también se afana en labores de director junto a Rakel Camacho, es el susodicho poli. Carga su papel con sarcasmo para afirmar que él es diplomado en Magisterio y que lo que quiere es educar, que a él eso de la violencia no le va. Nos lanza, como no podía ser de otra modo, la ristra de dilemas habituales sobre quién debe ejercer la violencia dentro de un estado de derecho, de si es necesaria, de si es un mal menor. Ya sabemos la respuesta fácil. De todas formas, se obvia mirar más allá y más arriba. El actor le pone gracia al asunto; pero su papel tiende a la caricatura para que no dudemos entre los buenos y los malos. Mientras que su compañera, Raquel Arroyo se queda sin poder hablar. Se empleará con más ímpetu cuando encarne a la víctima y dance evocadoramente a la vez que el ojo azul aniquilado cobra voz. Se la pondrá Carlos Hipólito en una poetización que es, quizás, lo más humano, lo más elocuente de la propuesta. Elena Juárez ha preparado una videocreación suficientemente cautivadora y Mariano Polo ha favorecido con su iluminación que la melancolía inunde el espacio con el hervor cianótico.

La inconcreción se apodera de la performance (algo de ello tiene en el jugueteo con algunos gestos como emplear máscaras de Darth Vader); aunque pretendan provocar un baile un vals entre la encarnación de la Audiencia Nacional (recordándonos que con Franco era el Tribunal de Orden Público y que encarcelaba comunistas) y Adolf Eichmann. Cuadro mínimo y sin desarrollo; por lo tanto, nos quedaremos sorprendidos con el exabrupto. Las leyes las hacen los políticos (el Gobierno, en la práctica) y los dos grandes partidos han sostenido ese acogotamiento a la ciudadanía. La Audiencia Nacional ejecuta lo aprobado. No olvidemos que ha metido en la trena a todos los etarras que ha podido. Por su parte, los antidisturbios han zurrado de manera tozuda y desnortada a manifestantes que ejercían su derecho legítimo a expresarse; aunque también han aplacado con furia a neonazis con pinta de aficionados al Real Madrid.

¿Hacia dónde quiere ir la función? Desde luego, se lanzan algunas preguntas interesantes y su elenco se entrega en su cometido. Se acogen más al estilo, esa mezcla performativa de teatro político aderezado con guiños humorísticos que hemos podido apreciar en otras ocasiones en la propia Sala Cuarta Pared (véase Tantos esclavos, tantos enemigos o Instrucciones para caminar sobre el alambre). Falta, entonces, concretar la dinámica y afinar en el objetivo.

Azul

Dirección: Rakel Camacho y Jorge Kent

Texto: Antonio Morcillo López.

Reparto: Jorge Kent, Raquel Arroyo, Nuria López y Marta Megías

Con la voz de Carlos Hipólito

Producción: Hijas de Maritornes

Diseño de vestuario y escenografía: Hijas de Maritornes

Diseño de iluminación: Mariano Polo

Videocreación: Elena Juárez

Composición musical y espacio sonoro: Alberto Shwartz

Coreografía: Raquel Arroyo

Creación plástica: Juan Piza

Diseño de cartel e imagen gráfica: La Dalia Negra

Colaboran: La Belloch Teatro y el Teatro de la Paz de Albacete

Sala Cuarta Pared (Madrid)

Hasta el 21 de septiembre de 2024

Calificación:

Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:

donar-con-paypal
Patreon - Logo

2 comentarios en “Azul

  1. estoy muy de acuerdo con la crítica , incluso añadiría que hay un excesivo peso en el discurso de las amigas de Laura y me falta una confrontación entre el Iris y la pelota (Asesina del ojo a su pesar claro )

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.