Casting Lear

Andrea Jiménez se ha inventado una máquina de catarsis personalizada para descubrirnos la relación con su padre

Casting Lear - FotoContinúa su andadura artística Andrea Jiménez después de tantos años con su compañía Teatro en Vilo. Permanecen sus intentos de hallar nuevas maneras de proceder, y sigue con algunas de sus señas de identidad. Reconozco la frescura que ha manifestado en otras propuestas (por ejemplo, Interrupted o Generación Why); aunque en los últimos tiempos me he posicionado muy a la contra de alguna de sus piezas (véase Blast). Ahora propone un pequeño experimento y, ciertamente, ha ganado enteros dentro de su labor dramatúrgica; sin embargo, como veremos, ha vuelto a insistir en el narcisismo habitual.

La autoficción es el recurrente marchamo de esta producción. Estamos acostumbrados a escuchar a los intérpretes situarse en primera persona, detrás de un micrófono a exclamar sus avatares, sus penurias,… Es un verdadero hartazgo esta pretensión de singularidad tan insignificante. La cuestión aquí es que, afortunadamente, la dramaturga accede a realizar una obra que trabaja en la ficción, con las técnicas de la performance posteatral para lograr descubrimientos muy sugerentes. Uno acepta que indague y que aproveche la incursión dramática para generarse una catarsis en escena y procurárnosla a nosotros.

He de decir que la hibridación que se propicia en la mayor parte del espectáculo me parece altamente sugerente, motivadora y que provoca una creación in situ, con un riesgo actoral que se concreta con gran profesionalidad, sin redundar en burdos gestos de improvisación. Porque Andrea Jiménez ha ideado un mecanismo que tiene su parte de originalidad. Jugará con un pinganillo colocado en el oído de un actor, el que toque cada día, pues nunca se repetirá. Este saltará sin red, sin directrices, expuesto a lo que se le ordene. En mi caso, Adolfo Fernández, en el mismo estreno, se abrió de manera soberbia (hasta la máxima desnudez física y emocional). De hecho, en el fragor del rey, sometido por la música electrónica de Lucas Ariel Vallejos, enloquecido, bailando, mientras pierde el oremus, llegamos a contemplar a un intérprete adentrado ipso facto en otra dimensión. Y es que también este montaje nos sirve para observar ─lástima que no se puedan ver todas las funciones─ a hombres desplegando todas sus habilidades, demostrando su oficio, asumiendo unas coordenadas que deben fluir. Después, efectivamente, se llega a un punto subyugante cuando el propio actor, un tanto despojado del personaje, lee una carta, en silencio, del padre de Andrea. La emoción es total y en ese momento se logra que el ritual adquiera verdad. En ese instante, en realidad, prácticamente debería finalizar la obra; pero el epílogo se extiende de una forma mucho menos eficiente que todo lo anterior. La dramaturga se lleva para sí demasiado protagonismo personal, de un modo un tanto impúdico y algo cursi. Ella misma lo reconoce. Y esto ya lo ha hecho, con estilo parecido, en otros espectáculos. Abandonar ese maridaje entre lo biográfico y lo ficcional para vociferar su pasión por el teatro ─no esperábamos menos─ y justificar así la ruptura absoluta con su progenitor, me parece es que volver a caer en ese vicio tan insolente de los autoficcionadores de este país: el qué hay de lo mío. Este egocentrismo, expresado aquí sin ambages, sin metáfora, estropea un poco la concepción general.

Ahora, ¿cómo se llega a ese destino final? Pues construyéndonos en directo un rey Lear, que es un padre real, español, autoritario, que según se nos cuenta, se agenció un club de tenis, para luego arruinarse, y que no podía tolerar que su hija se dedicara a eso de la farándula. Tampoco sabemos más y tampoco lo necesitamos. Las palabras de Shakespeare, sintetizadas, sin subtramas, en la exigencia de ese monarca por recibir el inconfundible amor de sus tres hijas y tener que soportar la actitud retadora de Cordelia son una gran excusa. El cordaje de la raqueta imaginaria que esgrime la actriz es una estructura de golpeo y de abrazo, de agón y de la tímida posibilidad de conciliación. Ella pulula dando instrucciones y convirtiéndose en bufón para contribuir a la comicidad que recorre toda la tragedia. Juan Paños, como apuntador, da las frases a través de un micrófono y favorece el buen discurrir de la propuesta. Se hace con honradez, como una tentativa atrayente, como ya lo hizo Castelucci en Bros, no como se las ingenió Al Pacino con Muñeca de porcelana, de David Mamet.

El mecanismo del toma y daca, la metamorfosis de un actor en un personaje clásico, las intervenciones personales de la directora, la asunción por parte del público de que ahí se está produciendo una experiencia vital y vitalista, de teatro y de vida, logran conmovernos. Quizás, únicamente falte, ya lo he dicho, ese punto de madurez en el que una artista debe aceptar que la obra es más importante que uno mismo.

Casting Lear

Creación y texto: Andrea Jiménez

Dirección: Andrea Jiménez y Úrsula Martínez

Dramaturgia: Andrea Jiménez y Olga Iglesias

Reparto: Andrea Jiménez y Juan Paños junto a José Luis Alcobendas, Ernesto Arias, Miguel del Arco, Jarek Bielksi, Alfonso Delgado, Adolfo Fernández, Juan Fernández, Daniel Freire, Vicente León, Andrés Lima, Mariano Llorente, Jesús Noguero, Rafa Núñez, Carlos Olalla, Alberto San Juan, Ángel Solo, José Luis Torrijo…

Escenografía e iluminación: Judit Colomer

Espacio sonoro: Lucas Ariel Vallejos

Vestuario: Yaiza Pinillos

Movimiento: Inés Narváez

Ayudante de dirección: Óscar Martínez

Jefa de producción: Blanca Serrano

Dirección de producción y producción ejecutiva: Nuria-Cruz Moreno

Jefe de prensa y coordinación de actores invitados: María Díaz

Agradecimientos: Teatro Municipal de Coslada, Raquel Varela, Paco Savio, Pedro Manuel Galán, Javier Cuartero, Higinio Rodríguez, Juan Carlos González-Mohino, Juan Carlos Prieto, Juan Carlos Escudero, José Blanes, Juan Bautista, Juan Antonio Rodríguez, Ezequiel Castellanos, Jesús Peñas, Álvaro Majer, Guillermo Aragonés, Sergio Cappanera, Andrés Zaragoza, Juan José Cabrera, Chema Casillas, Federico López Melo, Ricardo Galán, Pampyn, Jaime Laorden, Blas Ortis, Juan Manuel Romero, Julian Luján, Jesús Blanco, Xuacu, Ramón Muñiz y Braulio Suarez

Teatro de La Abadía (Madrid)

Hasta el 28 de abril de 2024

Calificación: ♦♦♦

Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:

donar-con-paypal
Patreon - Logo

3 comentarios en “Casting Lear

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.