El Teatro Fernán Gómez acoge esta adaptación libérrima de la novela de Klaus Mann protagonizada por Sonia Almarcha

Toda la intrahistoria del Mefisto de Klaus Mann ya daría para mucho, si pensamos que el novelista tuvo un affaire con Gustaf Gründgens, el actor en el que se basó para escribir su novela. Lo verídico y lo ficcional se multiplican cuando lo metateatral, además, es uno de sus más sólidos contenidos. Y, por si fuera poco, el propio personaje de Goethe, embebido en las fuentes judeocristianas, es otro juego de máscaras absolutamente fascinante. Pero este montaje se apoya en el texto firmado por el dramaturgo Tom Lanoye; y cualquiera haya leído la novela o haya visto su magnífica adaptación cinematográfica realizada por István Szabó en 1981, comprenderá enseguida que no solo se han buscado vericuetos diferentes; sino que su máximo protagonista diría que posee otra moral. Y este punto me parece esencial; porque el Hendrik Höfgen de Mann posee un cinismo que se sustenta sí, en la ambición; pero no en una descarada inteligencia. Tenemos a un vividor, a un engreído. El Kurt Köpler que contemplamos en el Teatro Fernán Gómez posee unas ansias de carácter artístico que resultan fascinantes. Vemos a alguien afanado en el perfeccionamiento de su arte. Alguien que es capaz de transformar sus ideales por seguir siendo actor. No creo que en este Mefisto haya un amor exacerbado y existencial por su profesión; aunque, por supuesto, él se calza la máscara del seductor macabro.
Que todo el elenco lleve el rostro pintado de blanco —no con la perfección que vemos, por ejemplo, en la película; sino con los motivos del expresionismo alemán— también exige una forma de distanciamiento, que nos los deja insertos en un baile de máscaras que acentúan todas esas capas que debemos desvelar. En esto sentido, creo que resulta inevitable no acordarse de aquel Fausto, de Pandur, con algunos aspectos artísticos similares. Puesto que la escenografía y el vestuario de Anna Tussell y Arantxa Ezquerro poseen esa polvareda de ultratumba, de tiempo caduco y ceniciento, que estampa la decadencia de cierto idealismo, sustituido por otro mucho más desaforado. El fondo, como un muro hecho a jirones —no el de Berlín, todavía— está destinado a la propaganda desvencijada. La estética se caracteriza por una potencia inapelable, y más si se aprovecha la propia grada para hacer descender a los intérpretes por las escaleras de un lateral y así ampliar mucho más la visión en ese marco ya de por sí tan panorámico. Un acierto de Álvaro Lavín, no tanto en la dirección actoral; porque ha permitido un desequilibrio en las interpretaciones demasiado llamativo. Y es que Sonia Almarcha está definitivamente espléndida en el papel de Kurt Köpler. Cada personaje que encarna, en esa cabalgata de celebridades, desde el inicial Hamlet, los tamiza a través del Mefistófeles que va a llegar a ser; pero a mí su agilidad —sobre todo ese movimiento de piernas y de brazos— me ha llevado directamente al arlequín. Prácticamente en escena toda la función, absorbiendo los nuevos códigos de los mandamases llegados al parlamento. En los primeros embates de aquel día de las elecciones de 1933, cuando Hitler subió al poder, las posiciones dentro del grupo de teatro están bastante definidas. Iván Villanueva se queda con Victor Müller, un activo del Partido Comunista, y amigo de nuestro Kurt. El actor mantiene el tipo y sabe dibujar en su rostro tanto la preocupación creciente, como esas ansias que comparte con su colega de crear un teatro para el pueblo, que tenga un gran hálito revolucionario. Luego, en el otro extremo, quizás esté un poco aniñado el Niklas Weber de Nacho Redondo. El claro ejemplo de fascista de nuevo cuño, de odiador profesional y dispuesto a entregarse a la causa con toda su estulticia. Su mirada de antisemita es convincente y después, cuando parece más fuera de sí, todavía más. Aunque el papel que me parece que debería redondearse más es el del Ministro de Cultura, el Gordo; puesto que no me resulta verosímil cómo ejerce su dominio en las primeras escenas. Pienso que Darío Frías hasta bien avanzada la pieza no le imprime la fuerza necesaria a un tipo que debe ser tenebroso.
Luego, Elisabet Gelabert, cuando primeramente se mete en la piel de una gran actriz extranjera llamada Rebecca Füchs, impone su seguridad sobre las tablas para recibir el ataque de ese muchacho insolente de Niklas que no para de expeler ira. Más adelante, como Lina Lindenhoff, la actriz amante del Gordo, resultará más grotesca y hasta risible, cuando también se encarne en la reina Gertrudis.
En otro nivel se muestran Paula García Lara y Cristina Varona como actrices de la compañía, con poco fuste y con líneas que casi pueden demostrar hacia qué lado se escoran ante la incertidumbre política. Mientras que Esperanza Elipe, desde su butaca, hace de la madre de Kurt y se empeña en tareas de apuntadora. Le pone algo de humor a tanta rencilla.
En Mefisto for Ever asistimos al desarrollo de un carácter, de un quiero y no puedo, de un tipo que se agarra al arte; pero también a su ego. Mientras, idealmente, piensa que se puede jugar factiblemente con dos o tres barajas distintas; no obstante, apenas parece darse cuenta de cómo es asimilado hacia el mal. De cómo es usado por el poder, por esa estética del nazismo que ansiaba penetrar a través de todos los ámbitos de la sociedad germana. Desde luego, merece la pena asistir a las ambigüedades que atenazan a este Köpler.
Texto: Tom Lanoye (a partir de la novela de Klaus Mann)
Dirección: Álvaro Lavín
Reparto: Sonia Almarcha, Elisabet Gelabert, Esperanza Elipe, Iván Villanueva, Paula García Lara, Nacho Redondo, Darío Frías y Cristina Varona
Iluminación: Luis Perdiguero
Diseño audiovisual: Elvira Ruiz Zurita
Música: Iñaki Salvador
Espacio sonoro: Alberto Granados
Escenografía y vestuario: Anna Tussell y Arantxa Ezquerro
Diseño gráfico: Causa efecto
Ayudante de dirección: José Luis Sixto
Asistente de producción: Sara Pérez
Dirección técnica: Rafael Catalina
Producción: Meridional Producciones, Vaivén Producciones y El Gato Verde Producciones
Teatro Fernán Gómez (Madrid)
Hasta el 26 de marzo de 2023
Calificación: ♦♦♦
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