Solo yo escapé

Magda Puyo dirige el críptico texto de Caryl Churchill con tintes apocalípticos en el Teatro de la Abadía

Solo yo escapé - FotoCuando uno asiste a propuestas teatrales aparentemente crípticas —y hasta banales, en muchos de sus momentos—, y las vetas de Beckett y de Pinter se perciben con tanta nitidez, es esperable que se pueda ir más allá. La obra de Caryl Churchill, de quien tuvimos la oportunidad de conocer hace unas temporadas con Top Girls, parece frenarse en ese punto donde podrían abrirse muchos más caminos interpretativos. No obstante, el estatismo y el deambular por la vida corriente en gran parte de la función, dejan a Solo yo escapé como un ejercicio quizás simple para la transcendencia de lo que se insinúa en el fondo. Porque si el título está recogido del Libro de Job, con esa frase de aviso después del desastre que el protagonista bíblico escucha en un mensajero, entonces, el tema del mal se nos echa encima y su inexplicabilidad, mucho más.

Apenas aparecen sentadas en tres sillas sendas señoras de pelo cano que departen amigablemente en lo que podría ser un jardín londinense (recordemos que la obra es de 2016). Allí llega la Sra. Jarrett para dejarse invitar a un té. Imma Colomer demuestra tener otro hálito, incluso físicamente —su cabello es castaño—; pues será (interpretemos) aquella que desde el futuro recuerda el apocalipsis pasado, del que deducimos que solo ella escapó. Colomer se expresa con algunas dudas, algunos lapsus, pero posee un tono aquiescente que resulta tenebroso. Por eso, nos movemos en dos planos, el de un presente demasiado corriente, donde unas ancianas charlan, inicialmente, con esas quejas tópicas y algunas anécdotas que se quedan a medias debido a las interrupciones del resto, cuando parece que no han atendido lo suficiente. Por otro lado, escuchamos esos apartes de la catástrofe que ha sucedido y que esas tres mujeres no pueden ni imaginar. Evidentemente, nos observamos como público de ¿post?-pandemia y con los rusos lanzando bombas. Preguntándonos quizás, si no estaremos nosotros también en los albores de una hecatombe. Por esta razón, podemos asumir la pieza como una derivada existencial, sobre cuáles deben ser nuestras preocupaciones diarias si de un momento a otro podemos quedar confinados, o sin gas, o masacrados por alguna invasión. Claramente, también está la mirada del que no acepta que se le amedrente ni desde los medios de comunicación, ni desde el teatro. O acaso la vida no sigue; aunque pueda terminarse ahora mismo. En cualquier caso, aunque la claridad es casi nula, algunos de esos monólogos contienen acibarados comentarios críticos sobre nuestro devenir, sobre los «derrumbes» que podrían propiciar los políticos y, cómo nuestra desidia nos puede autodestruir. Son notas que se intuyen, pero que no se desarrollan con generosidad como para empastarlo adecuadamente con la conversación anodina del resto.

Y es que mucho tenemos que poner de nuestra parte como para darle consistencia al miedo que el personaje de Vicky Peña, Sally, manifiesta por los gatos (la actriz está nuevamente encantadora). O no quedarnos con la sensación de que se nos ha usurpado a un gran personaje en la fuerza expresiva de Lurdes Barba, como Vi, cuando afirma que hace unos años mató a su marido (seguramente en defensa propia). Tampoco podemos exprimir demasiado las «ausencias» y despistes de Lena, con una Muntsa Alcañiz que sostiene su personaje con gran naturalidad, cuando intenta defender que su agorafobia no le impide hacer vida normal. Si, luego, además, bailan y cantan alegremente alguna canción de ABBA delante de ese jardín vertical, como un muro salvífico, que tan pertinentemente ha colocado en su escenografía Pep Duran; pues, entonces, no podremos darle más vueltas a un asunto que se concluye en poco más de una hora y que deja poso amargo, premonitorio, quizás una advertencia de parte de unas mujeres con poco que perder. Nada de esto me resulta bastante como para considerar Solo yo escapé una obra con la carga necesaria como para desbaratarnos con lo que parece que sugiere. Seguiremos con la misma paciencia que el santo, a que llegue algo mejor; si es que Dios no nos espera a la vuelta de la esquina con alguna de sus maldades.

Solo yo escapé

Texto: Caryl Churchill

Dirección: Magda Puyo

Traducción: Sadurní Vergés

Intérpretes: Muntsa Alcañiz, Lurdes Barba, Imma Colomer y Vicky Peña

Escenografía: Pep Duran

Vestuario: Nina Pawlowsky

Iluminación: Cube.bz

Música original: Clara Peya

Diseño de sonido: Jordi Orriols

Asesor del movimiento: Tomeu Vergés

Ayudante de dirección: Sadurní Vergés

Director técnico: Pere Capell

Fotografía: Sílvia Poch

Producción ejecutiva: Nunu Santaló

Dirección de producción: Josep Domenech

Distribución y comunicación: Bitò

Producción: Temporada Alta 2021 y Teatre Lliure

Teatro de La Abadía (Madrid)

Hasta el 10 de julio de 2022

Calificación: ♦♦

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