Hannah Arendt en tiempos de oscuridad

La vida de la filósofa alemana sirve de excusa para la reflexión ética acerca de interpretar a un genocida

Si se nos retuerce el argumento previsible y el drama aprovecha la controversia generada por las opiniones de Hannah Arendt, cuando esta decidió viajar como reportera a Jerusalén para seguir el juicio al nazi Adolf Eichmann, tal y como se refleja de manera muy precisa en la película de 2012 dirigida por Margarethe von Trotta, para llevarnos por otros derroteros éticos, entonces es necesario analizar si la propuesta es coherente. La responsable de todo el asunto es Karina Garantivá y es ella quien nos introduce a través de un discurso inicial en las ideas que sustentan su proyecto. Discurso este algo caótico, con descripciones sobre cómo se ha llegado a preparar este espectáculo, que para el público pueden ser desconcertantes, pero que vale para llegar a la conclusión en esa deriva metateatral que prepara el terreno para el epílogo. Esa conclusión se ahorma con cuestiones que parecen hacer referencia, por ejemplo, al «Experimento Milgram», que pretendía responder a preguntas como: «¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto solo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?». Además de este asunto, de vital importancia ética, se nos induce a la comparación entre las medidas de control sanitarias que estamos padeciendo y que, también, tienen implicaciones sobre nuestros derechos y la manipulación de los totalitarismos. Es cierto que apenas ha habido resistencia y que la mayoría de los ciudadanos hemos aceptado con diligencia cada uno de los protocolos. Este tipo de comparaciones, salpicadas de falacias o de rebuscadas similitudes inequívocamente torticeras, van a pretender integrarnos como espectadores en el propio montaje. Porque el proyecto de Garantivá establece dos tramas, una propiamente dramática, en el sentido que se representa parte de la vida de la filósofa judía, y otra parateatral, donde observamos que los actores se cuestionan como tales el hecho de interpretar a un genocida. A mí me sigue pareciendo que las inteligentes preguntas de Arendt, que podemos leer en su obra Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal (y que igualmente se escuchan en la película referida más arriba) son suficientemente persuasivas en sí mismas sin trasladarlas a hechos que poco tienen que ver. Es decir, ¿se pueden comparar las acciones de Eichmann, probablemente ejecutadas como un monigote sin posibilidad de reacción, con el hecho de que un actor lo encarne? No han faltado diatribas morales en los últimos tiempos —otra etapa más de esta posmodernidad mal entendida— donde se «ha obligado» a intérpretes a renunciar a un papel, por ejemplo, de transexual, por no serlo realmente, como le ocurrió a Scarlett Johansson. O, si nos fijamos, en un caso muy distinto, con lo que le ocurrió a Anna Maruny cuando se puso al frente del vídeo Help Catalonia. Ella ponía gesto y voz a una proclama —en un contexto no ficticio, si no propagandístico— que ponía en un brete a la democracia española frente al mundo. Luego, mezclamos su activismo con sus dotes artísticas. ¿Interpretar a Eichmann es defender a Eichmann? En absoluto, pues no hay una defensa del individuo o una tergiversación de los hechos. Quizás, para muchos, puede ser más provocador encarnar a Hannah Arendt si se considera que su visión del caso es demasiado complaciente o, que el encubrimiento de Heidegger y sus posiciones filonazis por parte de la escritora debe ser cuestionado. En cualquier caso, el retorcimiento del asunto en el epílogo de esta obra me parece muy traído por los pelos, además de que es dirigido de manera disolvente, en un abandono extraño y fortuito del argumento principal. Al final parece que lo de Arendt era una excusa para hablar de ellos mismos. Si dejamos de lado esta deriva, que es la importante, podemos hallar buenas razones para defender el resto del montaje. Un biopic atractivo y ágil, con distintas narraciones y descripciones que permiten avanzar con paso firme, donde Hannah muestra sus inquietudes, sus convicciones filosóficas desde muy joven y su inteligencia. También conocemos la importancia que tuvieron todos los grandes amigos que fueron referentes para ella, como ella para ellos, claro (como Brecht o Benjamin). El principal de todos Martin Heidegger, que aquí interpreta Rodrigo Martínez Frau, en el papel menos creíble (sobre todo por una cuestión corporal y de actitud. No sé por qué no lo ha representado Germán Torres) de todos los que encarna. En el resto de papeles, el actor se maneja con soltura y potencia en el movimiento del grupo en todas las transiciones que se suceden. Lucía Juárez hace de la filósofa en los primeros tramos, cuando es más joven, y se desenvuelve con apostura, con seguridad y con una frescura muy elegante en sus poses. La manera como aprovechan el gran espacio del Teatro Galileo es formidable y me parece que ahí la mano de Ernesto Caballero es maestra; porque logra una atmósfera y un deambular del tiempo muy atrayente. Aquella época tan convulsa pasa por delante de tus ojos de forma muy convincente y fluida. De Konnisberg a Marburgo para llegar a París o a Jerusalén. Luego, Garantivá se apodera de la protagonista y le da un tono mucho más amargo, maduro y profundo. Por su parte, Estíbaliz Racionero brilla expresivamente, cuando se escenifica la escritura del texto Rahel Varnhagen: vida de una mujer judía, que supuso un acercamiento al sionismo muy acuciante. Finalmente, German Torres cobra gran protagonismo, con gesto doliente, en el desenlace, cuando montan el debate antes referido. En un espacio muy vacío, con muy pocos elementos de atrezzo en juego, la iluminación de Paco Ariza debe afanarse, y lo hace con éxito, para recalcar cada uno de los lugares por donde trascurren las acciones. Es una función con puntos de interés y reflexiones relevantes que no pueden pasar por alto.

Hannah Arendt en tiempos de oscuridad

Dramaturgia: Karina Garantivá

Dirección: Ernesto Caballero

Reparto: Karina Garantivá, Lucía Juárez, Rodrigo Martínez Frau, Estíbaliz Racionero y Germán Torres

Diseñador: Fer Muratori

Iluminación: Paco Ariza

Ayudante de dirección: Nanda Abella

Ayudante artístico: Pablo Quijano

Ayudante de iluminación: Miguel Agramonte

Un espectáculo producido por Teatro Urgente en Residencia en el Teatro Galileo y con el apoyo del Instituto Nacional de las Artes escénicas y la Música (INAEM).

Teatro Galileo (Madrid)

Hasta el 4 de abril de 2021

Calificación: ♦♦♦

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3 comentarios en “Hannah Arendt en tiempos de oscuridad

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