Under the influence

Una propuesta sobre la pérdida de la cordura que mezcla cine y teatro para hacer reverberar la conocida cinta de John Cassavetes

Foto de Magda Hueckel

Los espectadores enseguida caemos bajo la influencia del despliegue técnico y de un montaje que tras el telón esconde un apartamento construido al detalle. Y que nos dispone a una experiencia que conjuga casi a mitades el cine (pantalla total en la parte superior) y el teatro. Una simultaneidad de tensiones y de acciones que entremezclan la emisión en directo y duplicada de lo que vemos sobre las tablas; y las grabaciones que nos retrotraen y nos anticipan escenas que debemos aunar en nuestra composición particular de la trama. Como si fuera un remake artesanal del célebre filme que escribió y dirigió John Cassavetes en 1974, donde su mujer, Gena Rowlans, alcanzó uno de sus cénit interpretativos. Si por algo resultan fascinantes estas obras, donde se refleja el estado mental subyugado de un individuo, es porque se establece un conflicto en nosotros como espectadores que nos lleva a cuestionarnos la esencia de la cordura. Debate eterno entre la siquiatría y ciertas corrientes de la sicología dirimir la enfermedad mental como hecho consustancial al daño cerebral, o el trastorno mental como una «desconexión» de la realidad «objetiva» con la que todos estamos más o menos de acuerdo debida a la influencia perniciosa del exterior: la sociedad, la familia, la pareja, los hijos, el trabajo, la soledad, el tiempo y todos los etcéteras que uno quiera añadir a la dolencia. ¿Qué le ocurre a Mable? Diríamos que no estamos en disposición de saberlo; pero los acontecimientos que sobrevuelan la acción general nos inducen a pensar que en algún momento perdió la compostura. Sandra Korzeniak compone su papel con minuciosidad ―la pantalla permite apreciar el gesto, el guiño, la extrañeza de su rostro ido― y nos arrastra sin compasión a un mundo ignoto repleto de oscuridad. La relación inconsecuente con su madre, las eternas horas en el silencio de la casa sin tener nada que hacer más que dejarse llevar por tareas rutinarias que se realizan con una desidia insoportable. En este sentido, sí que podemos detectar cierta morosidad en la dirección de Maja Kleczewska; aunque resulta necesaria para que asumamos esa postura de la mujer sin destino en una vida anodina. La versión teatral realmente se adensa en lo tenebroso, es más patética si cabe, hasta casi surrealista, cuando se compacta con esos flashbacks que la pantalla potencia con su diálogo fértil. La bebida es la vía de escape para los abúlicos, para esa clase media sin autorrealización. El sometimiento de aquellos que se han apartado del redil configurado por la religión y se han entregado al engañoso estado del bienestar. Ni los picos pardos solventan una angustia que horada un espíritu desmañado. Agarrar a cualquiera en un bar, mientras el alcohol pospone cualquier atisbo aniquilador. Ahí aparece Andrzej Dopierała para hacer de amante y verse arrastrado por una estupefacción superior a la de una melopea. Igual que el resto de personajes que pululan alrededor ―no se ha escatimado en personal―, son seres ajenos, situados a varios metros de distancia. Lo vemos claramente con su marido Nick, un Piotr Bułka algo joven para el papel, desconcertado y, aun así, impulsado por sus deberes sociales a invitar a sus amigos de curro ―obreros de la construcción―, tipos de aquí y de allí que, de repente, se contemplan en una comida digna de una sátira sofisticada, que deja cualquier amago de fanfarronería en ellos en un mero juego frente a la sinceridad infantil de ella. Es, entonces, cuando nos devanamos los sesos para elucubrar acerca de su infancia, de la falta de cariño que siente desde que su padre ya no le hace cosquillas. Llamar la atención impostando un mundo imaginario a su alrededor. La dramaturgia de Łukasz Chotkowski propone un acercamiento más sutil hacia lo que ella está sintiendo en esa esfera de desencaje. El barullo que percibimos es un como un ruido que se solapa al propio ruido de una cabeza que ha perdido el oremus. Si tenemos que señalar diferencias con su correlato cinematográfico; es manifiesto que aquí todo resulta menos vulgar, menos bronco también, más sofisticado, más esotérico. Under the influence es un espectáculo total, donde todas las piezas encajan para configurar una composición poliédrica con un uso de lo fílmico magnífico y una demostración técnica extraordinaria. Insistamos, finalmente, que su protagonista, Sandra Korzeniak, alcanza una cota interpretativa impactante y nosotros nos «deleitamos» con esa bruma que cada día se presenta como una vocación: cortar con la cuerda que nos vincula a la terrible percepción de lo real.

Under the influence

Directora: Maja Kleczewska

Dramaturgia: Łukasz Chotkowski

Intérpretes: Sandra Korzeniak (Mabel), Piotr Bułka (Nick), Anna Kadulska (madre de Nick), Ewa Leśniak (madre de Mabel), Andrzej Dopierała (amante), Antoni Gryzik (padre de Mabel), Wiesław Kupczak (Olaf), Arkadiusz Machel (Arek), Marek Rachoń (Shrink), Artur Święs (Artur), Andrzej Warcaba (Andrzej), Zbigniew Wróbel (Zbyszek), Mateusz Znaniecki (Mateusz / conejo), Kamil Małecki y Piotr Januszkiewicz (operadores de cámara), Kaśka Dudek (Tina), Mariusz Konieczny (Mariusz), Sebastian Krysiak (Sebastian), Piotr Stanusz (Piotr) y Liwia Dziurosz, Igor Karaszewski, Julia Tudzierz y Aniela Tudzierz (hijos)

Escenografía: Łukasz Chotkowski y Maja Kleczewska

Construcción del escenario: Marcel Sławiński y Katarzyna Sobańska (MIKSS)

Vestuario: Konrad Parol

Música: Cezary Duchnowski

Cinematografía y luces: Kacper Fertacz

Operadora de iluminación: Maria Machowska

Edición de la película: Artur Rej y Przemysław Chruścielewski

Luces en las escenas de la película: Bartek Gburek

Sonido en las escenas de la película: Piotr Gburek y Michał Sendek

Cámaras: Kamil Małecki, Andrzej Sepioł

Cello: Daria Kasprzak

Asistentes de dirección: Anna Mazurek y Zbigniew Wróbel

Asistentes de escenografía: Dominika Żłobińska, Marta Wieczorek y Maciej Czuchryta

Regidora y apuntadora: Kaśka Dudek

Productora ejecutiva: Małgorzata Długowska-Błach

Fotografía: Magda Hueckel

Cartel: Joanna Górska y Jerzy Skakun (HOMEWORK)

Producción: Silesian Theatre

37º Festival de Otoño

Teatros del Canal (Madrid)

Hasta el 21 de noviembre de 2019

Calificación: ♦♦♦♦

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