La sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia acoge este festejo teatral que sor Juana Inés de la Cruz presentó en 1683
Resulta muy conveniente para nuestra época recuperar la figura de sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), una mujer excepcional, una intensa lectora y una ávida intelectual que nos dejó alguna obra teatral, como la que aquí se representa, y una interesante colección de poemas, entre otras composiciones. Los empeños de una casa pertenece a su teatro profano, un texto destinado al divertimento de la nobleza y del clero que fue encargado por el contador del virreinato. Los recursos retóricos son los propios del Barroco, con esa riqueza léxica y esa propensión a retruécano y al dilogismo. Es fácil identificar los enredos que se predisponen como todas esas comedias de Lope de Vega o de Calderón. En este sentido carece de originalidad y hasta se diría que algún personaje queda un tanto desdibujado, como es el caso de don Juan, que interpreta Miguel Ángel Amor con bastante furia y que apenas se esboza (aparece de improviso y se empareja sin mucho comedimiento). Cumple con la función de objeto deseado por doña Ana, que es una de las dos mujeres protagonistas del montaje. Georgina de Yebra es la dueña de la casa donde transcurre principalmente el entuerto. Mantiene la actriz un aire de altivez y se muestra inteligente, aviesa en sus devaneos amorosos hasta que se decide por el suyo (la duda parece más un juego entre uno y otro que se desvanece sin más). Acoge allí a doña Leonor, que se ha visto envuelta en un lance con espadas en plena calle. Recordemos que la acción sucede en Toledo. La actitud de Cristina Arias es de prudencia, aunque con ímpetu suficiente como para luchar por su anhelado don Carlos, un David Soto al que le vendría bien un punto más de hombría. Aspecto este que también se le echa en falta a Daniel Alonso de Santos, quien interpreta a don Rodrigo, el hermano y protector —casi como un padre— de doña Leonor. Lo acompaña a este último, Hernando, un Marçal Bayona diligente. Entre los pretendientes también se encuentra el perdedor de la apuesta, don Pedro, encarnado por Pablo Béjar, gestualmente entregado y con un verso más astracanado que el resto. Los criados, como ha ocurrido en La dama boba, el anterior espectáculo de los jóvenes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, vuelve a sobresalir. Primero, Silvana Navas, quien demuestra todo su desparpajo y ese tono orgulloso con el que ironiza en sus diálogos. Y, después, Kev de la Rosa embelesa al público con la escena más lograda del texto y que aquí ha sido adaptada (felicidades a Antonio Álamo) muy convenientemente en el lenguaje, para involucrar al respetable de una forma un tanto más moderna. En ella veremos cómo se trasviste en fémina, en doña Leonor, adoptando todo tipo de poses y de amaneramientos, alargando con gusto el proceso completo para terminar en la carcajada general; cuando el equívoco alcanza su cúspide en el momento que aparece don Pedro, dispuesto a lanzarle los trastos y todo lo que pille por el medio. Menos mal que la obra posee este paréntesis divertido y satírico; porque si no, hay que reconocer que la función, en conjunto, es un pim pam pum que se resuelve con brío excesivo y falta de profundidad. Tampoco es que llame mucho la atención el argumento; ya que es algo limitado en su desenlace. Además, la escenografía de Antonio Marín, si bien gana con los cuatro enormes cuadros de Bartholomeus Spranger (con representaciones de «Venus y Vulcano», o «La ninfa Salmacis y Hermafrodito», entre otros) y con las puertas que flanquean el espacio escénico, el uso de un par de sillas queda un poco escaso. Por otra parte, el vestuario de Lupe Valero me ha parecido desatinado, no entiendo qué pintan las telas vaqueras o los plumíferos sobre prendas que sí que pretenden acogerse al siglo XVII; es decir, un pastiche innecesario. Creo que el montaje no está lo suficientemente modernizado como para recurrir a esos detalles actuales. En conclusión, el trabajo de Pepa Gamboa y Yayo Cáceres se reduce a la corrección, a una propuesta que está falta de la ambición que hemos observado en otras anteriores. Creo que se podría haber explotado más cierta sensualidad y haber pausado una madeja que no permite dar credibilidad al amor que ha fraguado en esas dos parejas.
Autora: sor Juana Inés de la Cruz
Versión: Antonio Álamo
Dirección: Pepa Gamboa y Yayo Cáceres
Reparto: Daniel Alonso de Santos, Marçal Bayona, Georgina de Yebra, Silvana Navas, José Fernández, Cristina Arias, David Soto Giganto, Kev de la Rosa, Miguel Ángel Amor y Pablo Béjar
Asesor de verso: Vicente Fuentes
Iluminación: Pedro Yagüe
Escenografía: Antonio Marín
Vestuario: Lupe Valero
Teatro de la Comedia (Madrid)
Hasta el 25 de marzo de 2018
Calificación: ♦♦♦
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3 comentarios en “Los empeños de una casa”