El Teatro del Barrio acoge una aproximación sagaz y pertinente sobre la escritora gallega Emilia Pardo Bazán
Acercarse a la figura de Emilia Pardo Bazán parece más que interesante hoy en día, cuando en la actualidad se estila un feminismo conservador ejecutado por aparentes progresistas; mientras que en aquella era todo lo contrario y, por lo tanto, mucho más revolucionario. No hace mucho se adaptaba a las tablas su novela Insolación, donde se daba cuenta de los «sofocos» de una joven viuda al establecer relación con un muchacho andaluz que se le cruzaba de improviso. Así que resulta chocante imaginarse a una mujer de este porte, con su origen, en ese ambiente tradicional durante el siglo XIX, máxime cuando su propio aspecto físico tampoco nos induce a pensar, por ejemplo, que fuera coqueta y que se gustara, como bien se deja claro en esta obra. Noelia Adánez y Anna R. Costa han sabido seleccionar diversos momentos de la escritora para que nos hiciéramos una idea de su personalidad; aunque quizás el espectáculo se queda un poco escaso, principalmente porque se demora en la ficticia disputa contra los académicos, y apenas se dan unas pinceladas sobre otros aspectos. Aun así es magnífico imaginársela frente a todos esos caballeros de tanto renombre, desde Emilio Castelar hasta Menéndez y Pelayo, pasando por Clarín, con quien tuvo sus más y sus menos. La novelista no se arredra, controla, evidentemente, el lenguaje y las formas; es capaz de seducir, y de atacar con mano firme. No es una bisoña equivocada en su análisis cultural. Es consciente de que romper costumbres anquilosadas y actitudes insensatas en hombres de ese nivel intelectual es todo un reto que debe ser asumido con firmeza. La actriz Pilar Gómez nos convence en el desarrollo de la ironía y en sus movimientos vivaces; en el entusiasmo fervoroso que la llena de energía. Lo que no me acaba de encajar suficientemente es el acento gallego, puesto que unas veces se pierde —alcanzado un español neutro— y otras parece aproximarse al venezolano. Creo que ese aspecto debería cuidarse más. Su discurso es elocuente y está cargado de razón. El machismo de las capillitas literarias (y de otras) era insoportable. La Pardo Bazán había hecho méritos más que suficientes como para ser reconocida y como para que hubiera entrado en la Academia. El despliegue de su inteligencia, de su saber estar, de su fuerza verbal es delicioso y nos muestra a una creadora tan hacendosa como independiente (moral y económicamente). Separada de su marido y con varios amantes en su haber. Como su tórrida relación con Pérez Galdós, de la que conservamos sus cartas (no las de él, puesto que, por lo visto, fueron destruidas por la hija y por la nueva inquilina del Pazo de Meirás, Carmen Polo). Hemos de suponer que estaban al mismo nivel de intimismo sexual. Todo ello, claro, sin descuidar a sus tres hijos. Hay que reconocer que Anna R. Costa dirige este sencillo espectáculo con enorme brío y que domina el juego de idas y venidas intertemporales para ir apuntalando la semblanza. Emilia, en definitiva, es un montaje que va directo al grano; posee furia y astucia, y hasta cierta salacidad que choca en su pulsión erudita. Aunque las sombras de su vida personal y familiar queden algo soterradas en la brevedad de la función; nos vale para aproximarnos a su figura, a su idiosincrasia, como ejemplo de luchadora y de pasión tenaz.
Dramaturgia y dirección: Anna R. Costa
Texto: Noelia Adánez y Anna R. Costa
Intérprete: Pilar Gómez
Elementos escenográficos: Teatro del Barrio
Iluminación: Raul Baena
Espacio sonoro: Iñaki Rubio
Vestuario: Ana Labrador
Peluquería: Montse Ortega
Sombrero: Biliana Borissova
Producción ejecutiva: Sara F. Valencia
Ayudante de dirección y producción: Pablo esguevillas
Producción: Teatro del Barrio
Teatro del Barrio (Madrid)
Hasta el 30 de marzo de 2018
Calificación: ♦♦♦
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