Aitana Galán actualiza el clásico del napolitano Eduardo de Filippo sobre este conocido melodrama familiar

Se puede anticipar la catástrofe viviendo como si no pasara nada, como si no hubiera un runrún que se oye a lo lejos, pero que en realidad ya está ahí, bajo tus pies. El melodrama construido en diferentes periodos por Eduardo de Filippo viene a mostrarnos esa imperiosa voluntad schopenhaueriana que nos mueve y nos inserta en la cotidianidad, aunque el futuro se plasme negro. No es muy complicado imaginarse la vida en Nápoles durante el siglo XX y este XXI, tan similar en tantos aspectos al sur español, esas bolsas de pobreza sempiternas y la histórica picardía, sumada a una consideración tan populosa de la familia. A golpe de villancico, con aire un tanto macabro, como si nos quisieran lanzar la Navidad a base de estribillos machacones, se presentan. El padre, Luca, no ejerce como un paterfamilias al uso, alguien que sepa dirigir los entresijos que lo circundan, más bien es un individuo bonachón e incauto al que se debe cuidar y que nos anuncia el frío de ese hogar erosionado. Sea como fuere, Fernando Sansegundo lo encarna como un torbellino; quiere estar en todo y quiere construir su belén como si fuera su último capricho, aunque cuente con unos materiales del todo rácanos, lo que abunda en el absurdo de ciertas situaciones divertidas. El actor, al que le hacen sudar la gota gorda, apabulla con su energía y esa capacidad tan propia para pasar del enfado furibundo a la sencilla bonhomía. El resto del reparto gira en torno al anciano. Primeramente, su mujer, Concetta, que Rosa Savoini redondea con elevadas dosis de paciencia y lucha hasta el último aliento. Luego, los hijos: Críspulo Cabezas, un caco doméstico, casi un cleptómano, álgido en su saco de dormir como un perro vago, que le imprime astucia a su personaje y mucho morro; y, después, Huichi Chiu, haciendo de Ninuccia, con una actuación algo desigual, bien en su movimiento escénico, pero ineficaz vocalmente cuando debe hablar más rápido. Por otra parte, contamos con la tía, también hospedada en el hogar Cupiello, Gloria Albalate, muestra su desagrado frente al caos, pero le falta más irritación. Allí va llegando Nicolino Percuoco, interpretado por el argentino Mariano Rochman como marido de Ninuccia, un exitoso empresario en el mundo de los botones, un tipo entre ingenuo y estirado, y que el actor acomete con algo de rigidez (que le viene al pelo cuando se convierte en policía), pero con decisión. Este se debe enfrentar a Vittorio Elia, el amante de su esposa, a quien Daniel Moreno vivifica estupendamente con el pasmo de verse descubierto. Finalmente, Maria Filomena Martignetti cierra el elenco con la Pulcinella, para entroncar, como siempre hizo Eduardo, con la commedia dell’arte, para dar unas pinceladas innecesarias sobre lo que va transcurriendo. En definitiva, un grupo multicultural, podríamos decir, una familia compleja que se aproxima al drama del desahucio y que Aitana Galán, con su adaptación, ha querido acercarnos con exceso naturalista a nuestra propia realidad. La presencia de policías aumenta la violencia escénica de forma superflua y nos usurpa un desenlace más sentido. Creo que uno de los problemas de esta función es la escenografía diseñada por José Luis Raymond; además de ser poco lucida, con ese color marrón de las paredes nada vistoso, ha dejado el espacio reducido al mínimo al querer formar un pasillo que, en otra sala de mayor tamaño hubiera propiciado el dinamismo que esta obra requiere. Y es que es palpable que los ocho actores no pueden moverse con suficiente agilidad. Incluso, en ciertos momentos en los que se aprovechan hasta las escaleras, el espectador puede sentirse agobiado con los intérpretes tan encima. Igualmente, la iluminación de Alfonso Pazos apenas destaca al final, cuando puede ofrecer algo de tenebrismo. Aunque, a mi parecer, la propuesta no acaba de encontrar un ritmo más propicio para que lo cómico compense lo trágico ─puesto que se trastabilla en la cohesión de las escenas─, estoy seguro de que gran parte del público, que durante estas fiestas busca entretenimiento teatral y pasar una buena tarde, encontrará un buen disfrute.
Navidad en casa de los Cupiello
Autor: Eduardo de Filippo
Adaptación: Aitana Galán y Jesús Gómez Gutiérrez
Dirección: Aitana Galán
Reparto: Gloria Albalate, Críspulo Cabezas, Huichi Chiu, Maria Filomena Martignetti, Daniel Moreno, Mariano Rochman, Fernando Sansegundo y Rosa Savoini
Escenografía: José Luis Raymond
Iluminación: Alfonso Pazos
Vestuario: Ana Rodrigo
Música y espacio sonoro: Pablo Hernández
Ayudante de dirección: Romina R. Medina
Diseño cartel: ByG / Isidro Ferrer
Fotos: marcosGpunto
Producción: Centro Dramático Nacional
Teatro María Guerrero (Madrid)
Hasta el 8 de enero de 2017
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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