Ninette y un señor de Murcia

Vuelve la mejor obra de Miguel Mihura a las tablas del Teatro Fernán Gómez

Ninette FotoSe puede considerar Ninette y un señor de Murcia una de las obras mejor construidas por Miguel Mihura (a diferencia de otras como Maribel y la extraña familia), a la vez que original en su disposición (respecto a Carlota, por ejemplo). Cómo dentro de una comedia que se presenta sencilla y cercana para el público, en la que se despliegan todas las artimañas humorísticas del autor madrileño, se esconde toda una paradoja de tintes políticos y sociológicos. Que un provinciano de aquellos años sesenta, que se considera orgullosamente de derechas, procedente de Murcia, arribe a París con el ánimo de airearse y desfogarse durante quince días, termine felizmente «encerrado» en una casa de huéspedes. Toda una contradicción: venir de un país en plena dictadura a una ciudad caracterizada por la libertad de sus gentes y su moral abierta, y encontrarse en un bucle romántico con una muchacha tranquilona, hogareña, celosa, pero, a la vez, muy echada para adelante. Todo un personaje. O toda una colección de personajes. El primero, lógicamente, Jorge Basanta, Andrés, el señor de Murcia, quien nos anuncia al comienzo sus intenciones con cierta campechanía; se le ve cómodo en su papel de joven un tanto ingenuo y estupefacto ante lo que le ocurre. A su lado está su amigo, que Javier Mora lleva con exageración y con tono bronco que provocan un gran contraste en los diálogos. Julieta Serrano, como Madame Bernarda da rienda suelta a todos esos juegos lingüísticos entre el francés y el castellano. El toque político y reivindicativo lo pone Miguel Rellán, un obrero asturiano, muy particular y que el actor resuelve con medida energía. Finalmente, la Ninette que interpreta Natalia Sánchez posee el justo punto de picardía combinado con su porte de mandona, aderezado con un sensual acento francés. Es toda una virtud la de Mihura construyendo caracteres que permitan el diálogo fluido, pero también el choque constante. Si afirmamos que Ninette y un señor de Murcia es la mejor del dramaturgo es, también, porque es en la que se introducen más temas de importancia cubiertos por la pátina de la comedia. Para empezar está la cuestión de la sexualidad. La función se emparenta en ocasiones con las películas de Billy Wilder (La tentación vive arriba); es fácil recordar la actitud de Jack Lemon en Irma la Dulce o en El apartamento. El pánfilo, el novato que es sorprendido, en este caso, por una chica que se lanza a sus brazos y a su boca, y que le hace pagar con su libertad (clara crítica a la institución matrimonial). Ninette sabe sacar partido de su cuerpo a través de la provocación erótica, aunque únicamente en su interés hogareño. Otra cuestión importante es la política. Recordemos que en una de las paredes cuelgan los retratos de Lenin, Azaña y Lerroux, nada más y nada menos, y que Andrés, en su presentación inicial, afirma tajantemente que es de derechas (esta expresión, curiosamente, genera risas. ¿Y si hubiera sido al revés?). Las luchas dialécticas revestidas por el sarcasmo propio de la función esconden discursos nada desdeñables para el estreno en el Teatro de la Comedia en 1964. De la boca de don Pedro sale: «Sólo contando los presos se puede deducir el índice político-social de un país». Además, por supuesto, del asunto costumbrista en la comparación de las dos naciones. Otro aspecto de la Ninette que nos presenta César Oliva, con esa enorme corrección en el planteamiento, es la escenografía: amplia y acogedora, con la visión de los tejados parisinos, con las transparencias de las puertas que, además, favorecen la iluminación. Su sencillez permite que los personajes se muevan con soltura y longitud a lo largo de todo el escenario. Creo que es una obra que aún necesita más distancia respecto a la época en la que fue escrita para que el vigor que despliega su humor se fortalezca. Con el tiempo puede generar mayor extrañeza en el público nuevo, ahora, quizás, se encuentra un tanto entre una obra anticuada y una capaz de sorprender con todos esos guiños fugaces del lenguaje y que uno debe atrapar al vuelo. Ninette y un señor de Murcia esconde una cantidad ingente de requiebros bajo la apariencia de una agradable comedia.

Ninette y un señor de Murcia

Autor: Miguel Mihura

Dirección: César Oliva

Reparto: Julieta Serrano, Miguel Rellán, Javier Mora, Jorge Basanta y Natalia Sánchez

Escenografía: Daniel Ruiz Zurita y Antonio F. Riquelme

Diseño de iluminación: Jesús Palazón

Dirección técnica: José Antonio Jiménez

Técnico iluminación: Pedro Vera

Regiduría: César Pérez

Diseño de vestuario: Ana Alcántara. PEYRES

Diseño gráfico: Iván San Martín

Vídeo: David Cortázar

Espacio sonoro y música: Miguel Linares

Canción Ninette: El Zurdo

Teatro Fernán Gómez (Madrid)

Hasta el 14 de febrero de 2016

Calificación: ♦♦♦♦

Texto publicado originalmente en El Pulso.

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