Calixto Bieito desborda con excesos dramatúrgicos la tragedia de Shakespeare, para dejar que brille Joaquín Furriel en los Teatros del Canal

Pronto a nosotros también sufriremos una escoliosis, aunque sea por pura mímesis. La tragedia de William Shakespeare aspira al trono absoluto de obras hiperadaptadas en nuestra escena. Puedo hacer un somero repaso y fijarme en la versión de Miguel del Arco y Antonio Rojano o de Marco Paiva o de Yolanda Pallín o la particular performance de Sara Beer o la extraordinaria expresión de Joan Carreras en Historia de un jabalí o aquella Lady Anne del año pasado. Por no referirme a la antología trágica que dirigió el propio Calixto Bieito hará un par de temporadas (Erresuma / Kingdom / Reino). No quiero ir más lejos, ni más atrás. Sigue leyendo






Que conozcamos de sobra el desenlace, no quita para que la batalla dialéctica nos dé un impresionante morbo. El resto de personajes pueden quedar en la sombra y en silencio. Los avatares bélicos propician el movimiento de las piezas en la partida erótica, y el erotismo es una máscara aviesa por sujetar un poder muy quebradizo. ¿Quién hace más teatro? ¿Cleopatra o Marco Antonio? Nuestra mirada romántica nos hace crédulos ante tales arrumacos en los primeros instantes; pero ahí se dirime mucho más. En concreto, la supervivencia política. La reina de Egipto había hecho lo propio con Julio César y ahora no tendría inconveniente en volver a «venderse» a otro romano. 