Refugio

Miguel del Arco traza la historia de una familia y un refugiado sirio ante la tesitura de la incomunicación

Foto de marcosGpunto

Europa dentro de un cubo, de un búnker acristalado donde se recluye la cultura milenaria y triunfante como el tiburón disecado de Damien Hirst. Incapaz de renacer en este capitalismo tardío en el que las plusvalías son cada vez más escasas —nada que ver con las posguerras o el despegue tras una dictadura o tras la caída de un muro—. Si no hay mucho que repartir, dónde queda la exitosa socialdemocracia. Esclavos del hijo bastardo que nos gobierna desde el otro lado del océano y petrificados ante un futuro repleto de incertidumbres, cuando deberíamos solazarnos por estos decenios de paz. Ponga un refugiado en su familia. Miguel del Arco partió de Teorema, el film de Pasolini que dirigió en 1968; pero el resultado queda muy alejado. ¿En qué medida Farid, un migrante sirio, perturba la vida de esos especímenes en plena descomposición? La incomunicación es permanente, es como si hubieran adoptado a un niño mudo y se negaran a aprender la lengua de signos; es casi un elemento decorativo propio de advenedizos. Sigue leyendo

Jardiel, un escritor de ida y vuelta

Ernesto Caballero intenta desagraviar al dramaturgo tanto artística como políticamente

Foto de marcosGpunto
Foto de marcosGpunto

Cada vez que se repone una comedia de esas que se supone que se han asentado en el tiempo, surgen siempre varias cuestiones que insistentemente han de ser resueltas. Por un lado, está el asunto de la comedia en sí como subgénero, parece que siempre hace falta justificarse, sobre la consideración menor que se tiene respecto a la tragedia; por otra parte, se dirime acerca de lo difícil que es hacer reír. Con Jardiel Poncela, además, se unen las reticencias políticas, las cuales son disuadidas con aquello de que fue un adelantado a su época, un precursor del absurdo y un etcétera de virtudes que resultan insoslayables. Sigue leyendo

Escuadra hacia la muerte

La nueva incursión en la famosa pieza de Alfonso Sastre no consigue cautivar como antaño

Foto de Pedro CHamizo
Foto de Pedro CHamizo

Esta obra de Alfonso Sastre, estrenada en 1953 en este mismo Teatro María Guerrero, a pesar del éxito que ha ido cosechando históricamente, ha envejecido mal, puesto que requiere un contexto con el que dialogar que se ha perdido, aunque se mantengan ciertas pulsiones belicistas ahora reconfiguradas. La versión que presenta Paco Azorín sobre este grupo de jóvenes encerrados en un búnker (sustituye a la casa del guardabosques del original) a la espera de verse sacrificados en aras de una victoria durante la Tercera Guerra Mundial, aporta un cambio que podemos juzgar de trascendental para la interpretación del texto. Hablo del final ─no me queda más remedio que destriparlo─. Alfonso Sastre marcó que Pedro, mientras dice unas palabras, le ofrece su primer cigarrillo a Luis, el más joven e inocente de todos, y luego baja el telón. Sin embargo, Azorín ha optado por una resolución que puede tener múltiples lecturas. El caso es que nos topamos con este chaval, interpretado por Jan Cornet, con una fuerza expresiva que va de más a menos y que definitivamente remonta, se desnuda y sube esperanzado hacia las escaleras que llevan a la salida. Sigue leyendo

Sócrates

El veterano actor José María Pou encarna al insigne filósofo griego en el último episodio de su vida

Foto de Jero Morales
Foto de Jero Morales

El personaje creado, principalmente, por Platón llamado Sócrates, basado en su maestro, ha ofrecido para la historia una vida ejemplar por acometer su sentencia de muerte con tanta entereza. Poco sabemos del hombre real. Que sepamos, no escribió ninguna obra, pero su doctrina basada en la búsqueda de la verdad y del bien ha logrado superar el tiempo. Paradójicamente, el filósofo, que tras el dictamen del oráculo, fue considerado como el más sabio de los hombres, pero que afirmaba tajantemente saber que no sabía nada (aunque lo dijera con otras palabras, según parece), se encarna teatralmente frente a una sociedad satisfecha y orgullosa de su ignorancia, en el culmen de su autoestima, capaz de opinar sobre cualquier tema con una suficiencia pasmosa. Sigue leyendo

Vida de Galileo

Versión de la obra brechtiana estilizada por un vestuario icónico diseñado por Felype de Lima

Foto de David Ruano
Foto de David Ruano

A pesar de que Galileo Galilei es uno de los personajes históricos más populares (1564-1642), se sigue manteniendo el bulo de que fue quemado en la hoguera por contradecir el modelo ptolemaico, como sí lo fue, por razones parecidas, Giordano Bruno. La obra que escribió Bertolt Brecht, quien reescribió en tres ocasiones el texto (aquí tenemos la última versión, de 1955), puede parecer a primera vista demasiado tendente a la fría biografía e, incluso, al documentalismo. Al fin y al cabo, hablamos de un anciano dedicado a sus pesquisas científicas día y noche. La versión y la dirección de Ernesto Caballero permiten dinamizar enormemente la función. Recurre desde el principio al truco metaliterario desde el cual todo se presenta como un ensayo en el que mágicamente el mismo Bertolt Brecht se pone en la piel de Ramon Fontserè para convertirse en Galileo. Así se logra, como bien afirman, que el propio protagonista no envejezca y tampoco el pequeño Andrea, el cual puede mantener siempre el mismo rostro incólume de Tamar Novas. Aunque, desde mi punto de vista, la mejor decisión que ha tomado el director del Centro Dramático Nacional ha sido elegir a Felype de Lima (aún se recuerda su labor en el Fausto de Pandur) como diseñador de vestuario. Es el generador de toda una estética en la que se conjuga la sencilla ropa que cualquier actor puede emplear en un ensayo, con los elementos de atrezo que van a definir su personaje. Combina prendas maltrechas, como las túnicas de fieltro roído que usa Galilei, con complejos cascos-máscara en los que se hibrida el pico del médico de la peste con la protección que cualquier soldado podría llevar en la cabeza durante la Segunda Guerra Mundial. Todo se impregna de negritud, esplendorosa en la vestimenta de las damas de la corte o en el contraste en blanco del Papa, y cómo se recrea en escena todo el proceso de su propio vestir. Encontramos gorgueras, estolas, levitas, pero también pantalones, cinturones, guantes de plástico en una mezcla atemporal y anacrónica que nos sumerge en un mundo oscurantista atenazado por la enfermedad y soportado por el carnaval. Sigue leyendo

Bangkok

En un aeropuerto sin estrenar, dos hombres desvelan su verdadera identidad en una lucha dialéctica

Foto de David Ruano
Foto de David Ruano

Según crece la población mundial, así aumentan los no-lugares, esos espacios, según los define el antropólogo Marc Augé, de simple transitoriedad, sin entidad suficiente. Si es un aeropuerto y, encima, está sin estrenar, la idoneidad para que no ocurra nada y, a la vez, todo lo que debería importarle al planeta, es máxima. En Bangkok, el thriller teatral escrito y dirigido por Antonio Morcillo, dos personajes se encuentran en la sala de espera de un aeródromo de esos que aún aguardan a los aviones en nuestro querido país de la abundancia. El primero es un señor mayor, alguien despistado que aún no comprende por qué no ha recibido el aviso para despegar hacia la capital de Tailandia. Fernando Sansegundo, con una energía ruda que no cesa apenas en la función, se pregunta qué ocurre y, el otro, un joven encargado de lanzar a los halcones al aire en busca de los sisones antes de que estos se cuelen dentro de los motores, le responde que ha sido estafado. Dafnis Balduz consigue interpretar su papel con esa naturalidad destinada al despiste. Ambos ofrecen, sin duda, una demostración de versatilidad actoral. Sigue leyendo

Rinoceronte

Pepe Viyuela protagoniza soberbiamente la versión sobre la obra de Ionesco dirigida por Ernesto Caballero

rinoceronte_galeria5Cuando todos se alejan atraídos por la fuerza descomunal del rinoceronte en pos de una metamorfosis de pequeños paquidermos, un hombre normal, un ser que duda, pero no demasiado, un hombre que bebe (demasiado) y que sencillamente aspira, sin heroicidades, a la conquista amorosa y a continuar anodinamente con su trabajo de oficinista, se erige como un antídoto de sensatez. Berenger es encarnado por Pepe Viyuela con esa actitud indolente entre melopeica y taciturna que debe apartar cuando las circunstancias le requieren una respuesta. Viyuela compone una actuación soberbia donde la actitud y la gestualidad mantienen la medida de las tensiones que van surgiendo. De alguna manera, se ve arrastrado por unas sinergias que la excelente dirección de Ernesto Caballero ha propiciado al plantear, junto a Paco Azorín, esa disposición orbital en la que los actores se mueven alrededor del patio de butacas desde el caos inicial hasta la quietud de la manada «rinoceróntica». Sigue leyendo

Julio César

Julio César de William Shakespeare desentraña la gran conjura que propició la llega del Imperio

Julio César«Colócate a mi derecha, pues soy sordo de este oído». César no quiso atender al vuelo de los pájaros que se aproximaban premonitoriamente por la siniestra. Llegaron los idus de marzo, y la conjura de sus antes amigos y fieles senadores confirmó los presagios. Cruzar el Rubicón fue toda una declaración de intenciones y uno debe saber medir sus fuerzas. Sigue leyendo

Amantes

Álvaro del Amo transforma la película Amantes de Vicente Aranda en una obra teatral llena de poesía erótica
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Es imposible abstraerse y dejar de lado el film de Vicente Aranda (ganadora del Goya a Mejor Película en 1991) y no recordar a su elenco: Jorge Sanz, Maribel Verdú y Victoria Abril (premiada por este trabajo en el Festival de Berlín). Pero pronto la escenografía montada por Paco Azorín te absorbe y te lleva dentro de un espacio partido en dos: un cielo en el que habita, limpiando con alegría y resignación en la casa de un coronel, Trini, que Natalia Sánchez encarna someramente, con timidez, con excesivo pundonor angelical y quizás poco representativa de una muchacha de provincias llegada a Madrid en pleno franquismo; del otro lado de la mesa que cruza en perpendicular el escenario, se incendia el drama, la tentación, un lugar alimentado por el deseo y la provocación de Marta Belaustegui dando vida a Luisa. Sigue leyendo