La compañía Nao d´amores representa la gran tragedia de Cervantes desde una estética austera donde sobresale la música

Muy distinta, desde luego, es esta Numancia de aquella que presentó Pérez de la Fuente en 2016 en el Teatro Español. Ana Zamora ha hecho una apuesta austera, y diría que excesivamente purista en las cuestiones fonológicas. Al espectador le chocará, en primera instancia, que la pronunciación le suene tan «medieval». Más allá de que se ha querido afinar con la «supuesta» forma de pronunciar que tenía Cervantes al escribir su tragedia alrededor de 1585, en un periodo de asentamiento de la lengua y algunos cambios en las sibilantes, por ejemplo, que generan dudas en cuanto a su dimensión regional. Quizás se esté especulando con la pronunciación de algunos sonidos de una manera innecesaria. Da la impresión de que se quiere trasladar el aura medivalizante y renacentista de los habituales trabajos de Nao d´amores. Sigue leyendo
Vivificar con sentido la persuasión entre perruna y humana que ideó Cervantes para este ejemplo a la contra, no es tan sencillo como parece, si nos imaginamos la simple narración de los hechos. Aunque por momentos se echa en falta cierto dinamismo, lógico en unos canes, y que, además, el ruido ambiente que se cuela en la noche en el Corral Cervantes no permite una audición más clara; las gentes de Morfeo Teatro, que llevan con este montaje deambulando años por aquí y por allá como el protagonista máximo de la novela, han propiciado una plasmación idónea. No diremos que en la adaptación de Francisco Negro se comienza en in medias res; pero el espectador se ve obligado a recordar —o a conocer—, que el asunto viene de la novela anterior, es decir, El casamiento engañoso, y que es uno de sus personajes, el alférez Campuzano, quien había estado ingresado en el Hospital de la Resurrección en Valladolid (donde estuvo viviendo don Miguel, cuando se trasladó allí la corte para que, entre otros asuntos, el duque de Lerma hiciera de las suyas), y que ha escrito la conversación entre dos perros que se solían tumbar en los alrededores de la susodicha institución médica. 




