Lo fingido verdadero

Una obra de Lope de Vega totalmente deslavazada, donde sobresale la interpretación juiciosa de Israel Elejalde

Lo fingido verdadero - Foto de Sergio ParraAfirmar que esta obra es un tríptico o que encierra tres piezas en una, puede ser una manera respetuosa de honrar a un gran autor; no obstante, también podríamos considerar que es un texto sin la debida cohesión y que es un pastiche incongruente. Ni drama histórico, ni de santos, ni comedia metateatral. De todo esto hay; aunque cada parte va por separado sin que se imbriquen como un conjunto orgánico. Si, además, lo que debiera ser verdaderamente humorístico, pegado a lo popular, queda un poco finolis; pues tendremos que fijarnos en otros elementos más destacables. No será tampoco la escenografía de Jose Novoa, fría como la propia dramaturgia y que, en su insignificancia, pues no quiere disuadirnos con objetos accesorios, termina por destinar a los personajes-espectadores a un lugar tan bajo como poco visible. Sigue leyendo

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Antonio y Cleopatra

Ana Belén y Lluis Homar despliegan encanto y humor para abrir la temporada en el Teatro de la Comedia

Antonio y Cleopatra - Foto de Sergio ParraQue conozcamos de sobra el desenlace, no quita para que la batalla dialéctica nos dé un impresionante morbo. El resto de personajes pueden quedar en la sombra y en silencio. Los avatares bélicos propician el movimiento de las piezas en la partida erótica, y el erotismo es una máscara aviesa por sujetar un poder muy quebradizo. ¿Quién hace más teatro? ¿Cleopatra o Marco Antonio? Nuestra mirada romántica nos hace crédulos ante tales arrumacos en los primeros instantes; pero ahí se dirime mucho más. En concreto, la supervivencia política. La reina de Egipto había hecho lo propio con Julio César y ahora no tendría inconveniente en volver a «venderse» a otro romano. Sigue leyendo

El príncipe constante

El Teatro de la Comedia acoge esta versión austera de la obra calderoniana con un Lluís Homar magnífico

El príncipe constante - Foto de Sergio Parra
Foto de Sergio Parra

Más allá de lo que hicieran y de lo que dijeran Goethe y Grotowski sobre El príncipe constante, se debe considerar si esta obra no termina de ser idónea para la representación, tal y como Calderón de la Barca la elaboró. Quizás el alemán, quien consideraba que los versos de esta obra eran de lo más excelso, tuviera razón al quitarle al gracioso Brito; y el polaco, con su teatro pobre, al derivar su protagonista hasta la pasión cristológica. Algo de esto hay en la mirada de Albert Arribas, el dramaturgista del montaje que podemos contemplar, por fin ―nunca se había hecho antes―, en el Teatro de la Comedia, desde la creación de la Compañía Nacional. Una de las cuestiones esenciales sobre este drama primerizo (data de 1629) y que antecede a La vida es sueño, donde algunos motivos, como el del libre albedrío, se conjugan necesariamente, es si el incuestionable poderío de sus poesías, de los soliloquios, de los gigantescos parlamentos, que leídos alcanzan cumbre lírica; funcionan igualmente en escena. Viene esto a cuento, porque estructuralmente, desde mi punto de vista, posee una serie de fallas que se pueden observar con cierta facilidad. ¿O acaso tiene interés la historia de amor entre Fénix y Muley; cuando apenas pueden plasmar su cercanía emocional? El punto de interés se lo lleva únicamente don Fernando, y lo demás, todo lo demás, parece accesorio. El príncipe constante es una purgación ascética, un sacrificio martirológico, una empresa de santidad y un prototipo de fe beatífica y, a la postre, una contribución evangelizadora del propio dramaturgo. Sigue leyendo

La comedia de maravillas

Un homenaje a los sainetes de Ramón de la Cruz que los jóvenes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico alientan con gracia

Foto de Sergio Parra

Parece que la realidad cultural en esta hecatombe que estamos viviendo y que tanta zozobra sobre el futuro produce, no evita que los vasos comunicantes sigan estableciendo lazos fértiles. Lo digo, porque el exitoso y pertinente libro de Andrés Trapiello, Madrid, conjuga excelentemente con La comedia de maravillas. El casticismo se resiste a la impostura y al artificio de las franquicias fast food y la ciudad rezuma consistencia popular todavía. Bullanguero, zarzuelero y embarullado, en muchos momentos, demasiado. Sigue leyendo

Escena – Fin de temporada 2018-19

Una vez terminado el curso, llega la hora de repasar lo más destacable de la esfera teatral

Foto de marcosGpunto

Al final siempre ocurre lo mismo, los montajes excelentes se reducen a un escueto puñado; pero, si echo la vista atrás y comparo esta temporada con las cuatro o cinco anteriores, parece que la cosecha ha sido, en general, peor. Puede ser por diferentes motivos, entre otros, mi propia percepción subjetiva (puedo estar equivocado) o que la crisis no se ha terminado para el mundo teatral (seguramente nunca pase ya y sea necesario acostumbrarse a esta situación), o, también, que cuesta más atrapar a un público que vive sometido por muchas tentaciones «culturales», como, por ejemplo, las series de televisión. La clave sigue siendo el espectador. Y la crítica, claro. Aunque no pueda competir en influencia contra cientos de retweets claqueros. Merece la pena hacer un repaso para recalcar cuáles han sido los mejores montajes y señalar, además, alguna obra que, por distintos motivos, si no ha sido grandiosa sí que ha conllevado detalles sobresalientes. Primeramente, es justo reconocer que algunas de las versiones o adaptaciones de clásicos (antiguos o de nuevo cuño, de aquí o de otros lares) han ofrecido facturas encomiables. Como fueron La fiesta del viejo, con la idiosincrasia argentina para traer a la actualidad El rey Lear (lo pudimos disfrutar durante muy pocas fechas en El Umbral de Primavera). Sigue leyendo

Tierra baja

Lluís Homar nos brinda una actuación portentosa encarnándose en los cuatro personajes principales de esta tragedia

¿Cómo una tragedia rural, tan oscura y macilenta, tan llena de odios y posesiones abyectos puede tornarse sutil y embellecida en su brutalidad? Para ello es conveniente aproximarse con mucho cuidado, acariciando las palabras mansamente, paladeando cada oración para que el acontecimiento se vaya macerando como si nos adentráramos en un confuso hecho común. Y todo para ir al grano, para arrancarnos de la vista a los secundarios, para iniciarnos con una niña ―la Nuri― que de su pura inocencia no entiende nada; pero mira, observa, escucha y pide cariño a raudales. Lluís Homar, en solitario, despliega un inmenso arco interpretativo remarcado por la precisión en cada frase que entona con el fin de que el puro contexto interno sitúe al personaje y no sea necesario ataviarlo, ni describirlo con torpeza. Aquí todo es de una cadencia medida que se debe escuchar. El amo Sebastià, el cacique, con esa brusquedad insolente de quien se solivianta por sus cabos sueltos. Se emplea con nerviosismo, con gritos secos y órdenes tajantes, con expresiones de amor agónicas. Su amante, Marta, la hija de un molinero que ha fallecido hace tiempo, no puede ser su esposa. No es posible que alguien de su importancia contraiga matrimonio con una sierva. Sigue leyendo

Las bodas de fígaro

Lluís Homar dirige esta reposición manteniendo la intensidad y la frescura de sus enredos

Foto de Ros Ribas
Foto de Ros Ribas

La dramaturgia del siglo XVIII ha de tomarse hoy en día con dosis muy leves. No podemos negar que el Neoclasicismo se empeñó en la didáctica y en la ejemplaridad para depurar costumbres que debían quedar constreñidas y olvidadas en el Antiguo Régimen. Pero de aquel lema horaciano —docere et delectare—, ya solo nos podemos quedar con el divertimento, con la experiencia de entretenernos; pues lo que conlleva de crítica —demasiado leve a nuestros ojos—, se diluye en situaciones muy alejadas de nuestras maneras contemporáneas. Todo ello, claro, si no pretendemos hacer sociología, que no es mi caso. Verdaderos problemas tuvo Pierre Caron de Beaumarchais para poner en pie La loca jornada o Las bodas de Fígaro, continuación de El barbero de Sevilla; puesto que a Luis XVI parece que le irritó que se cuestionaran los privilegios del sistema monárquico. En el Teatro de la Comedia de Madrid nos encontramos con la reposición del montaje que se estrenó en 1989 en el Lliure a cargo de Fabià Puigserver y que ahora dirige Lluís Homar —metido a la sazón en Las brujas de Salem en el barrio de al lado—, y adelantemos que el público disfruta y sale a la calle del Príncipe más que satisfecho. Sigue leyendo

Las brujas de Salem

Puesta en escena del célebre texto de Arthur Miller, quien se propuso crear una alegoría del macartismo

Foto de David Ruano
Foto de David Ruano

Actualmente, cuando se habla de una «caza de brujas», se pretende dar a entender que algún poder imperante se dedica, de modo inquisitorial, a perseguir a cierto grupo de individuos por razones políticas, morales, religiosas, económicas, etc. Es decir, ya se ha extendido la cuestión estrictamente supersticiosa a cualquier ámbito cultural. De todos es conocido, principalmente porque competió a estrellas de Hollywood, el proceso por el cual el senador Joseph McCarthy emprendió una cruzada contra todo lo que oliera a comunismo y, por lo tanto, a antiamericanismo. El propio Arthur Miller se vio enredado en aquellos juicios y esto le sirvió como acicate para tomar los hechos acaecidos en Salem en 1692 como alegoría de lo que estaba ocurriendo en su país. Este asunto, evidentemente, no es baladí, puesto que nos podemos inclinar hacia motivos concretamente políticos (por mucho que se haya instigado a ciertas poblaciones a ver a los rojos como seres que llevan cuernos y cola), depurando el componente religioso. Sigue leyendo

Escena – Fin de temporada 2013-14

Repasamos los mejores espectáculos del curso teatral reseñados en El Pulso

ubu-roi_05Como lleva ocurriendo en los últimos años, comenzamos con varios platos fuertes llegados desde el extranjero. El ciclo «Una mirada al mundo» reúne lo mejor que se puede ver en el mundo hoy en día y que, a pesar de la crisis, tenemos la suerte de disfrutar en el Centro Dramático Nacional (CDN). En esta ocasión, han sobresalido el Ubu Roi dirigido por Declan Donnellan, Seuls de Wadji Mouawad, Julia (reelaborando a Strindberg desde Brasil) y Bienvenido a casa con sesión duplicada desde Uruguay. Además, en el propio Valle-Inclán asistimos a la compleja escenificación de las Comedias Bárbaras valleinclanescas con Montenegro de Ernesto Caballero, aunque se esperaba un poco más. Eso sí, el CDN nos deparó gratísimas sorpresas como El viaje a ninguna parte o El triángulo azul, verdaderamente estremecedora.

El Matadero, pese a un par de meteduras de pata que no recordaremos, nos ha regalado una variedad y calidad que es y debe seguir siendo su seña de identidad. Comenzando por aquel Roberto Zucco que instaló su edificio allá por octubre, continuando con la fantástica interpretación de José Luis García-Pérez en el Diario de un loco o el Pinter que nos depararon Lluís Homar y Josep Maria Pou en Tierra de nadie; más el desembarco de la Joven Compañía de Teatro Clásico y su lopesca La cortesía de España. Finalizando con el regreso, Max que exitoso, de Juan Diego Botto y su obra Un trozo invisible de este mundo. Sigue leyendo