Fernando Delgado-Hierro y Pablo Chaves vuelven a demostrar su talento con una autoficción futurista en el Teatro María Guerrero
Foto de Bárbara Sánchez Palomero
Contemplemos este montaje en paralelo a La Patética, en el Teatro Valle-Inclán, ambos hablan de la muerte, y lo hacen a través de la comedia. En Las apariciones confirmamos el talento de los pergeñadores de Los Remedios. En cierta media, podemos aceptar que estamos ante una continuación. Como si hubiera llegado el fantasma del futuro dickensiano, nos proyectaremos al devenir de estos dos intérpretes. Y, sí, estamos ante un giro en el abusivo género de las autoficciones (encontraremos un evidente parecido con la performance De Nao Albet y Marcel Borràs). Y, sí, voy a defender lo acontecido. Sigue leyendo →
Entre el general estado del teatro más seguidista y políticamente pacato, esta temporada nos hemos encontrado con una buena colección de propuestas destinadas a perdurar
Foto de Luca del Pia
Una temporada más que se cumple por estos lares, decimoprimera ocasión en Kritilo, fuera ya de La Lectura de El Mundo, que hizo aguas tal y como la conocimos (época satisfactoria, por supuesto). Convendré, para resumir, que entre la abundancia de funciones, continúa la misma línea de pertinaz decadencia. Mucho entretenimiento, mucha distracción, muy poco atrevimiento a la hora de salirse de los cauces morales y políticos de lo establecido por el público «objetivo». Los espectadores aplauden a rabiar o desisten, y ya no acuden (aburrimiento o desprecio de las soflamas de turno). No parecen darse las medias tintas. Sigue leyendo →
La compañía ex_límite continúa su andadura teatral con otra propuesta enormemente sugestiva sobre los límites de la realidad a través del arte
Foto de Carla Maró
La gente que está metida aquí viene demostrando su desparpajo y su humor, su desvarío y su pujanza juvenil, en los últimos tiempos. La compañía ex_límite, que tiene su guarida en la sala del mismo nombre en Usera, ha ido entregando proyectos de cierta dimensión como Cluster. Ahora se lanzan con Ficciones, y rápidamente debemos pensar en Borges, el cual también aparece en escena. Dentro del susodicho libro de relatos debemos extraer Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, toda una exacerbación del idealismo frente al materialismo, donde la cabalgata de personajes reales e inventados es tan imparable como nuestra función. «Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres», afirma en su cuento el escritor argentino. Sigue leyendo →
Juan Ceacero actualiza la obra de Ferdinand Bruckner en la Sala exlímite, para redundar en las similitudes que aún se mantienen
Pasar de 1923 a 2023. Y hacer que La enfermedad de la juventud, de F. Bruckner, nos parezca aún vigente. En el fondo seguimos con lo mismo; aunque en los últimos años la oleada neopuritana llegada directamente de los imperialistas Estados Unidos se nos haya inoculado por la izquierda. Por esto, paradójicamente, parece no una obra enfocada en nuestro año sino, quizás, en 2013. Comprendo que esto es ponerse muy tiquismiquis; no obstante, estas chicas hoy nos soltarían otras soflamas a la cara, algunas de esas que se repiten hasta la saciedad en TikTok y otras performances del montón; y que tendrían que ver con el consentimiento o con el deseo no deseante o con el follar con empatía o «con el yo quería, pero resulta que no». Sigue leyendo →
Una adaptación del texto de Ibsen que se sobreexplica y se suaviza para embarcarnos en un espectáculo más melancólico que trágico
Foto de Luz Soria
Modernizar un clásico próximo en el tiempo conlleva el riesgo inequívoco de no poder innovar demasiado; porque, de alguna manera, algunos modos siguen vigentes y las posibles sustituciones resultan ineficaces. En el drama que nos compete, me atrevería a aseverar que Pablo Rosal ha caído no ya en los vicios de la posmodernidad, sino en la depresión que parece atenazarnos en la actualidad. Todas las expresiones de fortaleza que Ibsen impone —ante todo clasistas—, y todos esos sentimientos de melancolía y hasta vesania en los perdedores, quedan suavizamos por pasiones algo mediocres. El noruego, al igual que Chéjov, trabajaba con un tamiz elidido que iba puliendo las asperezas hasta que brotaba la esencia y se producía la catarsis. No sabemos qué ocurre, primeramente, porque las cartas ya se han repartido y no entendemos del todo el juego que está en liza. Sigue leyendo →
La Sala Exlímite se convierte en un acogedor bar, donde discurren las biografías autoficcionadas de ocho magníficos intérpretes
Foto de Luz Soria
Creo que llegados a este momento es necesario hacer una salvedad, pues la autoficción aparece abusivamente en los escenarios de nuestro país en los últimos tiempos. Y es un estilo que se aprovecha, en ocasiones, para el egocentrismo (véase El bramido de Düsseldorf, de Sergio Blanco), para acotar el teatro documento (véase Curva España, de los Chévere), para tratar la muerte (véase Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero, de Rigola). Pero si nos aproximamos más a la cuestión generacional que nos compete, entonces encontramos referencias inequívocas como Catástrofe, de Antonio Rojano, Hoy puede ser mi gran noche, de Teatro en Vilo o Hacer el amor, donde aparece la propia Ángela Boix. O, todavía más, la que debemos tener como gran modelo: Los Remedios, que es producción de la Compañía Exlímite y que se podrá ver (deben verla) el próximo mes de marzo en el Teatro María Guerrero. Es significativo de esta obra, que posea un contexto tan claro, el barrio; pero también una época, una ciudad, un país, unas clases sociales. Todas estas cuestiones resultan esenciales para desarrollar un proyecto crítico y limitante, un enjuiciamiento de culpas y de responsabilidades, un acto de ironía e, incluso, sátira de un tiempo sobrevenido para una juventud que debe zafarse de toda una serie de atribuciones y de exigencias. Bien, pues todo esto es lo que falta —y se echa de menos—, en Cluster. Recordemos que la autoficción juega de manera extrema al hiperrealismo, a cierto objetivismo inequívoco, a documentar con insistencia aspectos vitales genuinos, verdaderos, personales, etcétera. Sigue leyendo →
Una autoficción fulgurante y coral que perfila las biografías de sus dos actores a través del recuerdo de sus años en el barrio sevillano
Preguntarse por las raíces y encontrar que se entreveran por todo el ser, aunque uno pretenda enmascararse, huir, transformarse. En uno mismo está la genealogía entera de su familia y más allá. Como un psicoanálisis realizado por Jung repleto de capas donde un imaginario andaluz y, por ende, español, se apuntala como una idiosincrasia que se debe deconstruir para que no actúe como un amasijo informe de usanzas maltrechas o de hábitos tan irracionales como nocivos. Como una mirada hegeliana de la historia donde el pasado avanzara hacia el presente recogiendo por el camino unas influencias que se anquilosan en la tradición. Así se mezclan el folclorismo, los usos y costumbres, los estereotipos y una educación sentimental que configura toda una ética; pero también una estética. De esta manera, se elabora la ficción que ha puesto por escrito Fernando Delgado-Hierro con la aquiescencia de su compadre Pablo Chaves. Sabemos que son amigos de la infancia, que vivieron en el conservador y, por lo tanto, católico barrio de Los Remedios, esa Marbella de interior, de la ciudad de Sevilla. Por lo visto, solo contaban con dos colegios ―ambos concertados (dato fundamental)―, y ellos, lógicamente, acudieron a uno de ellos. El marco dramatúrgico viene aderezado con los habituales elementos de la autoficción y de la narraturgia que son las dos tendencias más acometidas en los últimos años ―en este sentido, nada nuevo―; sin embargo, la factura es tan virtuosa que los posibles clichés de ambos esquemas quedan subsumidos por el torbellino de estos ambos intérpretes. Sigue leyendo →
El ambigú del Teatro Kamikaze acoge esta dramatización satírica de la vida del político español
Foto de Vanessa Rábade
Estamos tan necesitados de salvadores que cualquier individuo que es elevado a los altares de los nuevos templos ―llámese Fondo Monetario Internacional―, que enseguida nos cegamos ante su buena nueva. Si es de los nuestros nos quedamos sin excusa para no invertir en él y en su negocio lógicamente fértil. Así dio cuenta de ello hace años con su DioS K, Antonio Rojano, para retratar a Dominique Strauss-Khan. Ahora le toca a su antecesor Rodrigo Rato caer del podio en una especulación dramática. Y quien más y quien menos tendrá fresca su historia y, si aún sigue leyendo la prensa, habrá podido descubrir o rememorar sus antecedentes familiares. El dispositivo ―ya habitual en Pablo Remón, ahora en compañía de Roberto Martín Maiztegui― juega con todos los elementos y las características tan propias del cine que nos ha engatusado en los últimos veinte años. Ya sabemos: ritmo de rock and roll para una prosa electrizante, una ironía sagaz que va puntualizando este vía crucis con sus catorce capítulos perfectamente medidos, con sus grandes dosis de distanciamiento teatral para ganar en falsa modestia, tirarse el rollo con los rasgos de la verosimilitud puesta en tela de juicio, la narración informadora y explicativa para que nadie se pierda, la descripción caricaturesca de situaciones tan conocidas como estrafalarias, sacar punta a lo inverosímil, pegarse a la realidad consabida por el respetable para confraternizar con él. Sigue leyendo →
La compañía Grumelot, con el lenguaje del teatro contemporáneo, traza un montaje sobre el sentido de la vida
Foto de Álvaro López
Cachivache postdramático de Pablo Gisbert. Panoplia de elementos en juego y la concreción de un concepto de importancia para su desarrollo. El carpe diem. Recurrir al memento mori (recuerda que vas a morir o recuerda morir) para cuestionar el atiborre de las cosas vanas que sustentan nuestra existencia endeble. Vanidad en el consumismo, y en ahogarse en un vaso de agua, y en la finura de esas epidermis de los niños hiperprotegidos. El espectáculo pandea entre las atribuciones complejas que remiten a la filosofía y a la religión, y las chorradas posmodernas que suelen llenar estos montajes para laminar la trascendencia, el posible aburrimiento y para epatar como creador de vanguardia. Los muchachos se quieren divertir y uno aguanta mientras el discurso no redunde en la banalidad. Lo cierto es que se pueden sacar conclusiones importantes y útiles para nuestro actual y absurdo modo de vida. Los espectadores nos colocamos en el escenario mirando a la grada, donde aguardan, sentados en sus butacas, los nueve intervinientes, quienes, a su vez, están viendo una película (nosotros también vemos una pantalla donde se nos lanzarán mensajes y en la que veremos imágenes de algunos exitosos films como Parque Jurásico). Sigue leyendo →